Por: Marcelo Colussi
Según la prensa comercial mundial, Venezuela vive hoy un caos sin precedentes. De acuerdo a esa matriz de opinión, globalmente generalizada, el país se encuentra colapsado, y la única salida posible es la retirada del gobierno del actual presidente, Nicolás Maduro, para lo que se impulsa un referéndum revocatorio.
No hay dudas que la situación diaria del ciudadano venezolano de a pie está complicada: se asiste a un proceso de desabastecimiento profundo, con precios que se han disparado por las nubes, y un gobierno que, más allá de la declaración de socialista, no está dando todas las respuestas que la población requiere. Desde sectores de izquierda, que no se desentienden del proceso bolivariano abierto por Hugo Chávez pero que lo acompañan críticamente, se proponen alternativas. Lo que propone la derecha por supuesto que no es solución para las grandes mayorías populares: es solo el fervoroso deseo de terminar de una vez por todas con un proceso político donde perdió protagonismo y, al menos para Washington, puede peligrar a futuro el manejo de los pozos petroleros (peligrar, por supuesto, para su geoestrategia de dominación). Evidentemente, la revolución pasa por un momento difícil. En concreto: no hay avances hacia el socialismo (se mantiene la economía de mercado, y quien dirige las palancas de la sociedad venezolana sigue siendo el gran capital). Según esa prensa pro capitalista, la experiencia de este “socialismo del siglo XXI” es un desastre fenomenal, con lo que ratifica que todo socialismo es sólo pobreza y penurias para la población. Detrás de ello, claro está, se encuentra la voracidad del imperio estadounidense, que no desea perder las reservas de petróleo más grandes del mundo, las que considera como parte de su “patio trasero”. De ahí que la imagen generalizada que se ofrece de Venezuela es de una dictadura intolerante, caótica, ineficiente y corrupta, que hambrea y reprime a su gente. La derecha nacional, nucleada políticamente en la opositora MUD -Mesa de la Unidad Democrática- hace el coro a esa iniciativa impulsada por Estados Unidos. En definitiva: terminar con el experimento chavista y volver a los tiempos donde el petróleo era manejado por una tecnocracia favorable a los planes del imperio, con Miss Universos a la orden del día y la imagen de una sociedad “democrática y feliz” (cosa que, por supuesto, nunca existió).
De todos modos, para intentar mostrar una cara distinta a la que ofrece la industria mediática global (de derecha, por supuesto), nos parece oportuno dar la voz a otra visión. De ahí que aquí presentamos una entrevista realizada a Ramón Martínez, fundador y director del portal digital COLAREBO -Comunidad Latinoamericana Revolucionaria Bolivariana- y analista político, quien puede ofrecer una mirada más objetiva sobre la actual realidad venezolana.
Está claro que lo que vive el país caribeño no es, en términos estrictos, un proceso socialista. El mismo entrevistado lo afirma: «ninguno de estos son gobiernos socialistas en sentido estricto; no son marxistas en sentido clásico, pero sí impulsan mejoras para las grandes mayorías populares. No son gobiernos que llegaron a través de una revolución socialista, pero sí están en contra de las políticas imperiales. Esto le duele a la derecha». Sin embargo, por una cuestión de soberanía mínima, de dignidad y respeto a la autodeterminación y soberanía de los pueblos, nadie tiene derecho a entrometerse en estos asuntos internos que solo los venezolanos deben decidir.
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Pregunta: ¿Cómo es ese caos que tanto publicita la prensa comercial por todas partes? ¿Es invivible el país? ¿Qué está sucediendo en realidad?
Respuesta: Se dicen muchas cosas de Venezuela: que es un caos, que aquí nada funciona, que se vive bajo una dictadura. Todo eso es parte de una guerra que se lleva en contra del proceso bolivariano, que ya lleva 17 años intentando construir una nueva sociedad. No se puede dejar de tener en cuenta que esos cambios se vienen realizando dentro del marco de un sistema democrático, donde la gran mayoría de la población eligió ese camino a través de un voto. Es decir: la población quiere esto, por eso lo eligió democráticamente. El proceso bolivariano se sostiene genuinamente del voto popular. Desde que ganara el presidente Hugo Chávez en 1998, continuamente se han venido haciendo elecciones abiertas, limpias y transparentes, y es el pueblo el que ha venido eligiendo esto que tenemos. Aquí no hay ninguna imposición. El gobierno que se abrió desde entonces ha traído una serie de mejoras a la población; eso es incuestionable. Por eso es imposible hablar de caos. El caos, en realidad, lo constituían los gobiernos anteriores, lo que se llamó la IV República. Con la llegada del comandante Chávez comenzó un proceso de rescate de la soberanía nacional para beneficio del pueblo venezolano. Por eso su gobierno recibió todo tipo de ataques: intento de golpe de Estado, sabotaje petrolero, continuo acoso por todos los medios. No hay que olvidarse que Venezuela está en la mira de la voracidad capitalista externa, pues es la principal reserva petrolífera del mundo, disponiendo también de grandes reservas de gas y de coltán, el llamado oro azul, además de otros minerales estratégicos. Pero además de eso, Venezuela ha contribuido durante estos últimos años a crear una nueva visión de Latinoamérica ante el mundo y ante el imperio estadounidense, poniendo en marcha procesos como el ALBA, la UNASUR y la CELAT. Todo esto dejando de lado a Estados Unidos, mandando un mensaje de independencia, de no injerencia. Ello, entonces, le ha valido la declaratoria de guerra por parte del imperialismo norteamericano. De ahí viene todo este ataque mediático de desprestigio y confrontación, que en realidad hace ya años existe, pero que ahora ha arreciado. Así vemos el actual eje Washington-Madrid-Bogotá actuando a toda máquina para derrocar al proceso bolivariano. La derecha internacional esperaba que con la muerte de Hugo Chávez y la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia se cayera todo lo construido en estos años y se diera marcha atrás con los avances de la revolución. Pero no fue así. Maduro ganó democráticamente la presidencia. El proceso bolivariano siguió adelante, aunque con grandes dificultades, por el acoso continuo al que se vio sometido, por las presiones y los ataques repetidos en todos los ámbitos.
Pregunta: Hablemos un poco de esas dificultades. ¿Cómo está la situación en el día a día para el venezolano de a pie?
Respuesta: Producto de toda esa presión no hay dudas que se ha creado una situación donde existen problemas, muchos problemas. Es cierto que hay una situación económica difícil, muy complicada para la población. La baja de los precios del petróleo a nivel internacional representó un golpe duro para la economía nacional. Lamentablemente seguimos siendo un país rentista, sin producción propia, y dependemos de las importaciones en casi todo, aún en los alimentos. El precio del barril de petróleo cayó a 20 dólares como producto de la manipulación de las bolsas de valores que intentan bombardear a Venezuela [así como a Rusia y a Irán, todos grandes productores petroleros], habiendo llegado a estar cerca de 200 dólares en otro momento, y eso desarticuló en muy buena medida la economía.
Asistimos también a un desabastecimiento programado. Hoy existe una economía paralela en el país, siendo determinados grupos los que manejan los productos de primera necesidad. Los “bachaqueros”, como se les llama, son los que controlan eso: la harina-pan, el arroz, la pasta. Ellos son los que crean el desabastecimiento y elevan los precios por las nubes. Para darse una idea: un kilo de harina-pan, con lo que se hace la arepa, la comida nacional por excelencia, según el precio regulado por el gobierno está a 200 bolívares, y los bachaqueros la venden a 2.500 bolívares. O un litro de leche, que según el precio regulado anda por los 300 bolívares, los especuladores la venden hasta en 4.000 bolívares. Todo eso genera mucho malestar e inestabilidad en la población. Se producen largas colas para adquirir los productos de primera necesidad subsidiados por el Estado. Y ahí existe un problema muy importante que hay que destacar: en esas colas trabajan las mafias de los bachaqueros, azuzando a la población sobredimensionando el malestar, atacando al gobierno, descalificándolo. Ante ello el gobierno bolivariano ha reaccionado creando lo que se llaman CLAP: Comités Locales de Abastecimiento y Producción. Con estos mecanismos se intenta remediar la situación, distribuyendo los productos básicos que las mafias hacen desaparecer de los estantes. Los conforman los Consejos Comunales, el Frente Francisco de Miranda, la Unión Nacional de Mujeres y distintas organizaciones locales que están con la revolución. Con esto se mitiga la acción de desabastecimiento que la derecha está realizando, llegando así a vastos sectores populares. Hay problemas con la carne vacuna y de pollo, porque las grandes empresas privadas que importan esos productos participan también del desabastecimiento. De hecho, esas empresas son los principales bachaqueros que atacan al gobierno, especulando con los precios, vendiendo a lo que se les dé la gana, o simplemente sacando los productos del mercado produciendo un caos, pues si faltan los alimentos básicos, la población se desespera.
Una de las principales redes de especulación la maneja el Sr. Lorenzo Mendoza, el mayor empresario de Venezuela, dueño de las compañías Polar, que produce cerveza, y dedicado igualmente a la importación de diversos productos. El gran problema es que hay poca producción nacional, y la mayor parte se compra afuera, por lo que el Estado queda a merced de estas empresas privadas, las que especulan a sus anchas. Eso demuestra un problema estructural básico del país: se sigue viviendo de la renta petrolera dejándose de lado la producción propia. Por eso, en este momento el gobierno está impulsando los huertos urbanos, como una forma de ir introduciendo una nueva cultura, para salir del rentismo petrolero y no depender de las importaciones. De ahí que una muy buena parte de la población urbana ha comenzado a producir hortalizas y verduras en pequeños huertos hogareños: lechuga, tomate, cebollín, pimentón. Esos son principios paliativos para enfrentar la crisis actual.
Pregunta: La prensa comercial, los grandes medios de comunicación que moldean la opinión pública, hablan de represión del gobierno contra la población que busca desesperada sus alimentos básicos. ¿Cómo está eso?
Respuesta: A la derecha lo que menos le importa es la gente, el ciudadano común de carne y hueso, el pobrerío. Lo único que quiere es sacarse de encima al gobierno bolivariano; por eso implementa toda esta política de agresión contra la revolución, el desabastecimiento, la polarización, la denuncia de desgobierno y caos con que inundan todo el espacio mediático. En definitiva, si alguien sufre con todo eso, es la misma población a la que la derecha dice defender y por quien supuestamente está preocupada. Lo que la derecha impulsa es la salida del presidente Maduro a través de un referéndum; para eso le sirve este caos económico que está produciendo. El desabastecimiento y la inflación traen malestar, sin dudas. Y efectivamente ha habido protestas de la gente, porque el desabastecimiento y las largas colas molestan, eso es claro. Pero lo que circula por los medios masivos de comunicación es falso: es una exageración, una manipulación interesada. Mucho de ese malestar se debe a provocadores que incitan a la población, cuando llegan a las colas y gritan contra el gobierno, protestan contra el hambre como supuesto producto de la ineficiencia de Maduro y de esta “dictadura castro-comunista que nos tiene sojuzgados”. Por supuesto que todos esos manejos intentan llevar a la desesperación; y en cierta forma lo logran. Luego llega la prensa y habla del caos. Ha habido muertos, es cierto, pero eso es producto de esos enfrentamientos un poco artificiales que los provocadores incentivan. No es cierto que haya una abierta represión contra la población. Estamos absolutamente lejos de un Estado represor que dispara contra su población.
Pregunta: ¿Cuáles son las consecuencias políticas de todo este malestar para el gobierno bolivariano y para el país en su conjunto?
Respuesta: La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela tiene entre sus artículos un mecanismo que se llama referéndum constitucional. Eso autoriza a que los ciudadanos pueden solicitar el referéndum para cualquier mandatario en cualquier momento, desde un concejal hasta el presidente de la república, siguiendo ciertas normas establecidas. Por ejemplo, se puede solicitar ese referéndum revocatorio a partir de una determinada cantidad de firmas de la población y a partir de la mitad del período de gobierno ya cumplido para el funcionario en cuestión. Todo esto lo organiza el Consejo Nacional Electoral, que es la autoridad en materia electoral en el país. Se necesita un 1% de firmas de ciudadanos del padrón electoral para poder pedir un referéndum revocatorio. Ahora la derecha está exigiendo la salida del presidente Maduro a través de un referéndum, para lo que presentó una cantidad de firmas, agitando las aguas con eso a través de los medios de comunicación. Sin embargo esos listados de firmas deben pasar por un proceso de depuración que hace el Consejo Nacional Electoral, para verificar que sean todas legítimas, viendo si coinciden las firmas y las huellas dactilares. ¿Y qué sucedió? Que se detectó una larga serie de irregularidades en esos listados: alrededor de 11.000 muertos aparecen firmando para pedir el referéndum. Otros 3.000 ciudadanos que están detenidos, y por tanto pierden sus derechos electorales, aparecen firmando también. Además, el Consejo Nacional Electoral detectó inconsistencia en 600.000 firmas de las 1.900.000 firmas presentadas, por lo que oficialmente reconoce un millón 300.000 firmas válidas. Esto demuestra que la derecha política está dispuesta a hacer cualquier cosa, incluso cometiendo ilegalidades, para detener el proceso bolivariano. Aunque ya en este momento los tiempos no le dan para plantear el referéndum, porque hay tiempos fijados por ley, y la derecha los incumplió, se presenta el caso como una negativa del gobierno a aceptar esa supuesta voluntad popular que está pidiendo la salida del presidente. Con ese argumento, tanto dentro de Venezuela como por todo el mundo, levantan el grito de dictadura, acusando al gobierno de no querer transparentarse democráticamente. De todos modos, la gran mayoría del pueblo venezolano ve y se da cuenta cómo es la situación, y reconoce el manejo sucio que está haciendo la oposición, tanto con la guerra económica debida al desabastecimiento como con la forma en que está manejando el tema del referéndum revocatorio.
Pregunta: ¿Por qué la derecha actúa así, si en términos económicos no está afectada?
Respuesta: Podemos ver que hay una intención de la derecha internacional de detener cualquier proceso de democratización popular, de avance hacia planteos sociales que le den protagonismo a los trabajadores, por lo que se hace cualquier cosa para detener esos cambios, tal como vemos que se está realizando en Venezuela, en Brasil, en Bolivia, en Argentina. La idea es sacar de en medio cualquier proceso que se plantee soberanía nacional. Sabemos que ninguno de estos son gobiernos socialistas en sentido estricto; no son marxistas en sentido clásico, pero sí impulsan mejoras para las grandes mayorías populares. No son gobiernos que llegaron a través de una revolución socialista, pero sí están en contra de las políticas imperiales. Esto le duele a la derecha, y aquí en Venezuela, aunque las grandes empresas mantienen sus negocios, han salido de la dirección política del país. Eso es algo que no perdonan, y por eso mismo el imperio también reacciona. En definitiva esto permite ver que la derecha económica desea manejar todo, también la esfera política. Lo que no perdonan es la intención de soberanía.
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