El financiamiento multimillonario a grupos antichavistas en Venezuela a través de los organismos del Gobierno estadounidense, como la Fundación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés) y la Agencia del Desarrollo de los EEUU (USAID por sus siglas en inglés), se ha incrementado exponencialmente en los últimos diez años; así como el apoyo político directo a través de asesores, estrategas y consultores, todos buscando ayudar a una oposición impopular y desfasada para llegar al poder.
Los organismos gubernamentales estadounidenses, incluyendo el Departamento de Estado, la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), La Dirección Nacional de Inteligencia y el Pentágono, han abultado su lenguaje hostil contra el Gobierno de Venezuela en los últimos años. La importante nación productora de petróleo ha sido incluida en las innumerables e infundadas “listas” producidas anualmente por Washington, como por ejemplo, “incumplimiento en la cooperación en la lucha antinarcóticos”, “incumplimiento en el apoyo en la guerra contra el terrorismo”, “trata de personas” y otros, basados en decisiones políticas y no en evidencia concreta y sustancial para apoyar sus acusaciones. Estas calificaciones han permitido a Washington no sólo justificar el uso de millones dólares de los contribuyentes estadounidenses distribuidos a grupos antichavistas con fachada de ONG, sino incrementar la presencia militar en la región y convencer a la opinión pública de que Hugo Chávez es un enemigo.
A pesar de las “promesas” de relaciones respetuosas y de no intervención, el lenguaje hostil y las acciones hacia Venezuela del Gobierno de Obama han llevado a congelar las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, sumado a los planes expansivos dentro de Washington para incluir a la nación Suramericana en el “eje terrorista del mal”. El proceso en contra de Venezuela, que comenzó durante la administración de George W. Bush, ha sido rápidamente acelerado por Obama. Con el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EEUU en manos de los republicanos de Florida, Ileana Ros-Lehtinen y Connie Mack (ambos furibundos enemigos de Chávez), el Congreso ha estado presionando para lograr acciones directas contra Venezuela buscando provocar la expulsión de Chávez y colocar a un Gobierno “Amigable con EEUU” en el poder.
Venezuela no sólo tiene las reservas de petróleo más grandes del planeta, con posiblemente más de 500 billones de barriles, aproximadamente 300 certificables, sino que la posición geopolítica del país como puerto de Suramérica, con fronteras en el Caribe, los Andes y el Amazonas, la convierten en una de las naciones estratégicamente más importantes del mundo. Adicionalmente al petróleo, Venezuela tiene inmensas reservas minerales, metales pesados, uranio y agua.
El creciente liderazgo de Chávez y su influencia en la región han enojado a Washington desde hace algún tiempo. Los esfuerzos por demonizar, ridiculizar y hasta ignorar al Jefe de Estado venezolano han sido utilizados por el Gobierno de EEUU y los medios de comunicación masivos durante los últimos años, creando una percepción distorsionada de la realidad de Venezuela en la opinión pública. A pesar de las numerosas elecciones realizadas, todas supervisadas por observadores internacionales, en las cuales Chávez ha ganado con alrededor del 60% de los votos, los medios internacionales proyectan al Presidente venezolano como un “dictador” y a la nación como un “Estado fallido”. Sin embargo, la creciente y vibrante democracia venezolana, en la que una mayoría anteriormente excluida y silenciada por Gobiernos anteriores apoyados por EEUU, hoy participan libre y ampliamente, han logrado cambios extraordinarios en la nación, incluyendo una reducción de un 50% de la pobreza, garantía de asistencia médica y educación gratuitas, una tasa de desempleo del 6% (una baja respecto al 15% anterior) y un gran desarrollo en cuanto a infraestructura.
Aunque el Presidente Obama se había abstenido de hablar sobre Venezuela (igual que su predecesor Bush) una reciente entrevista en un periódico nacional antichavista, El Universal, evidencia un cambio en la política. La entrevista, que se apoya en una alarmante transmisión de un “reporte” no corroborado que intenta vincular a Venezuela, Cuba e Irán con un complot terrorista en contra de EEUU, aparecida en el canal latino más grande de Estados Unidos, Univisión, se lee como una página sacada del grueso libro de falsas acusaciones hechas en contra de Venezuela desde que Chávez llegó al poder en 1999.
En respuestas escritas al periódico venezolano, Obama (o su equipo de asesores) insinuó que Venezuela era una dictadura y manifestó su “preocupación por las medidas del Gobierno que han restringido los derechos universales de los venezolanos, amenazan los principales valores democráticos y fracasaron en contribuir con la seguridad en la región”. Por supuesto Obama omite citar ejemplos reales para confirmar su “preocupación”. Estas son simplemente el tipo de declaraciones que han sido regurgitadas por los voceros de Washington durante la última década, nunca con una sola prueba de evidencia viable para respaldar sus afirmaciones condenatorias.
Ningún derecho ha sido restringido en Venezuela por el Gobierno. De hecho, los derechos se han ampliado bajo la nueva Constitución que fue escrita y ratificada por los venezolanos en un Referéndum Nacional en 1999. Los venezolanos tienen los derechos básicos de atención médica, educación, alimentación, vivienda, trabajo digno, salario mínimo, participación, expresión, recreación y cultura, lo que los 300 millones de habitantes de Estados Unidos no tienen. Y es cínico decir que Venezuela, un país con un poder militar mínimo que jamás ha atacado a otra nación ni amenazado o invadido a ningún vecino, es “una amenaza regional para la seguridad”. La historia del Gobierno de EEUU de 200 años de invasiones, masacres, golpes, intervenciones y otras agresiones en contra de casi todas las naciones de América Latina y el Caribe no puede quedar “en el pasado” como quisiera Obama.
Obama no omitió mencionar su “preocupación” acerca de la relación de Venezuela con Irán, sobre la cual afirmó “Tomamos muy en serio las actividades de Irán, incluyendo las de Venezuela y continuaremos monitoreándolas de cerca”. No es coincidencia que estas declaraciones vinieron seguidas del documental al estilo Hollywood de Univisión, “La Amenaza Iraní”, que hace peligrosas afirmaciones difamatorias en contra de la administración de Chávez en un intento por incluir a Venezuela en un falso complot terrorista.
A pesar de la ridiculez de las afirmaciones de Univisión, miembros del Congreso están conversando con Obama para que tome acciones preventivas en contra de Irán y Venezuela. Otros “comentaristas” y “analistas” están ocupados escribiendo blogs y columnas advirtiendo sobre la creciente amenaza terrorista al Sur de la frontera estadounidense. Estas peligrosas e infundadas acusaciones pueden fácilmente ser usadas para justificar un ataque contra Venezuela, como usaron las armas de destrucción masiva en contra de Iraq y “proteger a la población” se uso en contra de Libia.
Irán y Venezuela tienen una relación comercial normal. Ambos países comparten tecnología y recursos para hacer carros y bicicletas, construir viviendas y operar fabricas de leche. Desde luego los carros, las viviendas y la leche no se equiparan a una amenaza terrorista. Una y otra vez, Venezuela ha demostrado que no hay “campos de entrenamiento terrorista” en su territorio. Ni tampoco está construyendo en secreto una bomba para atacar a EEUU. Venezuela es una nación pacifica. No invade, ataca ni amenaza a otros países.
Las temerarias agresiones de Obama en contra de Venezuela podrían llevar a una atrocidad innecesaria. Como dijo el Presidente Chávez, a Obama le iría mejor enfocándose en los problemas que tiene en casa, en lugar de crear otros más en el exterior.
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