(Jesse Chacón-GiXXI)
Posted: 24 Feb 2013 08:52 AM PST Nuestro barómetro enero 2013 ha permitido constatar un importante elemento de la sociedad venezolana actual, las mayorías nacionales han roto con la tradición donde el conjunto de aparatos ideológicos representados en los medios de comunicación, eran capaces de moldear las mentalidades y prácticas de los ciudadanos. La clásica “teoría hipodérmica” sobre la comunicación, la cual aseguraba que los medios inoculaban sus contenidos en audiencias pasivas, manipulando sus percepciones y elecciones, se ha roto. Por el contrario, constatamos la existencia de un campo de mediaciones críticas capaces de construir posturas autónomas, a pesar de la intensa acción que la matriz mediática desarrolla. La reiterada validación del proyecto revolucionario en las urnas desde 1998, a pesar del intenso juego de la matriz mediática nacional e internacional en su contra es una prueba definitiva. La existencia de un campo de mediaciones críticas pudo constatarse también en la coyuntura del mes de enero, donde la diatriba nacional estuvo alrededor del acto en que el Presidente debía asumir el nuevo período de Gobierno para el cual fue reelecto el 7 de octubre. La matriz mediática internacional trabajó afanosamente por soltarse el andamiaje institucional venezolano y el estatus de la última instancia de la sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en la interpretación de la norma constitucional expresada en los artículos 230 y 231, los cuales plantean: “Artículo 230. El período presidencial es de seis años .El Presidente o Presidenta de la República puede ser reelegido, de inmediato y por una sola vez, para un período adicional. Modificando en la enmienda de 2009 para permitir que un presidente en ejercicio se presente como candidato sin limitaciones de período”. “Artículo 231. El candidato elegido o candidata elegida tomará posesión del cargo de Presidente o Presidenta de la República el diez de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional. Si por cualquier motivo sobrevenido el Presidente o Presidenta de la República no pudiese tomar posesión ante la Asamblea Nacional, lo hará ante el Tribunal Supremo de Justicia”. En el tribunal de los medios, donde la racionalidad y validez democrática son sacrificados como indefensos corderos, se posicionó intensamente la idea de la ruptura del orden constitucional, de un relevo ilegitimo e ilegal del poder, de un asalto amañado al orden constitucional. El intento realmente usurpador provenía de esta intensión mediática y su trasfondo representado en los intereses empresariales, que pretendían desconocer la voluntad popular, ratificada en las elecciones del 7 de octubre. Así lo señaló el fallido del TSJ que otorgó legalidad y constitucionalidad a la comunidad del poder en cabeza del Gabinete en funciones de Gobierno. Mientras la matriz mediática aturdía por la fuerza e intentaba desconocer el fallo, en el campo de las representaciones sociales, según nuestro barómetro de enero, 63% de la población estuvo de acuerdo con la decisión sobre la validez de que el Presidente se juramentara en una fecha posterior al 10 de enero ante el TSJ y solo 25%estuvo en desacuerdo. Adicionalmente, 56% consideró que se estaba respetando. Es destacable cómo la valoración de muy bueno/bueno, en la gestión del presidente Chávez durante el último año, alcanzó 70% y el de malo/muy malo, solo sumó 14 %. Es importante reflexionar cómo en sociedades donde a lógica del capital es hegemónica y no se ha asistido a rupturas revolucionarias en el orden burgués, es notorio el papel de los medios de comunicación como constructores de opinión. Se piensa que estos tejen los linderos y las percepciones acríticas de la ciudadanía, pero en realidad dudamos de la pasividad ciudadana. Se da por el contrario en estos contextos, una conexión funcional entre el modelo aspiracional hegemónico promovido desde los medios de comunicación y la industria cultural, con el modelaje, deseo y sentidos de futuro de los ciudadanos, los cuales poseen su propia esfera de decisiones, solo que estas, parten de un profundo deseo enmarcado en la ruta del ascenso social y todo el apogeo estético y el declive ético que le es correlativo. Este no es un problema de inoculación de ideología en sujetos pasivos; por el contrario es la movilización de códigos que encuentran conexión en mentalidades que ya han construido estructuras mentales y culturales idénticas a las promovidas desde los mass media y la industria cultural, no es la relación titiritero y marioneta, es la convergencia de sentidos comunes. En muchos relatos sociales críticos se ha sobrevalorado el peso de los aparatos de producción y reproducción simbólica del capital, terminando por otorgarles un estatus de jaulas de hierro irrompibles; por el contrario, la experiencia de la Revolución Bolivariana demuestra como la transformación en la esfera de la materialidad social va construyendo un campo de representación paralelo que disputa con las formas simbólicas e ideológicas hegemónicas hasta entonces. El adagio latinoamericano de “¿Para dónde va Vicente?… ¡para donde va la gente! “no es real siempre, la gente puede alcanzar mayoría de edad. En la Venezuela Bolivariana, en los últimos 14 años, la gente ha construido campos autónomos de decisión y conexión social, desde donde interpela el orden en disolución y teje nuevas formas de sociedad y sentido histórico. La reconfiguración política en el nuevo ciclo vivido por la sociedad venezolana entre 1998 y 2013 ha permitido el surgimiento de un relato nacional que gira en torno a la figura del presidente Chávez y lo trasciende conjugando un sentido histórico, un proyecto del país y la construcción de la identidad con rasgos propios y fronteras claras, denominado chavismo. El chavismo es la expresión de una alianza histórica multifactorial en la que convergen las tareas de independencia nacional, libertada-igualdad, universalización de los derechos sociales, la unión cívico-militar, una preeminencia de lo popular y una mirada latinoamericana. Los factores sociales y de poder están representados en diversas caparas de lo popular que emergen al centro de la vida nacional y al ejercicio del poder político democráticamente. Mientras el chavismo expresa una alianza cuya punta de vanguardia y conjunto movilizado actúa desde todos los escenarios, en particular desde actos y hechos de congregación, la fuerza de la reacción y la restauración neoliberal agrupadas en la defensiva y contraofensiva estratégica –de acuerdo con la correlación particular de cada momento- se ha visto relegadas al libreto del discurso y la imagen. Ante la carencia de un sujeto social movilizado y de partidos que representen el conjunto de sus intereses, han terminado erigiendo a los medios de comunicación como vanguardia en su avanzada hacia la retoma del poder. Sin embargo, la producción simbólica de los mass media se estrella una y otra vez contra la mayoría de edad de una ciudadanía que ha adquirido conciencia nacional. Intentan representar un país y un orden que solo existe en sus deseos de restauración del modelo neoliberal de finales del siglo XX, quieren mostrar fragmentación donde hay reconstrucción de grandes representaciones sociales, quieren mostrar caos donde emerge un nuevo orden y una nueva regulación de los social, quieren mostrar desilusión y frustración en la población cuando priva la felicidad y el sentido esperanzado de la vida, quieren insistir en un modelo hegemónico de estética donde han interrumpidos mil rutas de expresión, sensibilidad y sentido de lo bello quieren reducir a Venezuela al este de Caracas, cuando nuestra patria es tan grande como nuestros sueños. Estos rasgos que describimos sobre la construcción de identidades y representaciones , en contracorriente de los sentidos impuestos por la matriz mediática , son un rico campo de estudio y reflexión que pensamos deberán ser desarrollados con más profundidad y rigor en próximos trabajos , buscando aportar a la construcción de un nuevo imaginario donde los gustos , deseos y valores en construcción desplacen a los creados desde la esfera del egoísmo capitalista y su sociedad de consumo. Jesse Chacón Director GISXXI www.gisxxi.org |
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