“Así pues, acéptense los unos a los otros,
como también Cristo los aceptó a ustedes,
para gloria de Dios”. (Romanos 15: 7)
Cuando vine a la Iglesia presbiteriana de Venezuela, Hace unos cuantos años ya, lo hice porque había encontrado una Iglesia distinta. En esa Iglesia podía expresarme y tener la posición política, ideológica, aun teológica que quisiera. Ese fue el atractivo del calvinismo para mí. No vine buscando una Iglesia que pensara como yo, solo una en la cual yo pudiera expresar mis pensamientos sin necesidad de ser cuestionado, rechazado o expulsado, como me había sucedido en otra Iglesia.
En verdad me sentí en mi casa, era increíble, la comunidad que me acogió era tolerante, respetuosa, y muy amplia en sus criterios, digno fruto del verdadero calvinismo. Una persona tan solo necesita sentirse respetado en su Comunidad de fe local, lo demás viene por añadidura.
Viví la salida de la Iglesia Presbiteriana “El Redentor” del seno la Iglesia Presbiteriana de Venezuela, allí comenzó un etapa de intolerancia hacia muchos sectores de jóvenes y algunas personas adultas que de una u otra manera simpatizábamos con la Teología de la Liberación. Era el tiempo de las grandes ausencias en el seno de la IPV, solo contábamos con Gustavo Astudillo, quien se convirtió en una especie de “Gurú” espiritual para algunos de nosotros y nosotras, jóvenes para ese tiempo.
También estaba una mujer gigante en la fe, Migdaleder Mazuera. Eran tiempos de sueños e ideales, vivíamos la experiencia casi cercana de la lucha Sandinista, de los estudios a Distancia del Seminario Bíblico Latinoamericano de Costa Rica, del inminente regreso de Edgar Moros Ruano, Donna Laubach, al seno de nuestra Iglesia, su Iglesia.
La tolerancia y el respeto se veían como elementos que empezaban a tambalearse, eso era lógico. Volvían con el regreso de Edgar, las pasiones del tiempo de los “Pastores Jóvenes”, que históricamente marcaron a nuestra Iglesia.
Desde ese momento, en la década de los ochenta, la Iglesia se alineó en dos corrientes de pensamientos que estaban muy marcadas por el extremo conservadurismo de un sector que se dejó seducir por un tipo de “Evangelicalismo fácil”, que se convirtió para muchos en una vía para hacer sobrevivir en el campo religioso a nuestra Iglesia, para ese tiempo con serias deficiencias en el liderazgo pastoral.
Por otro lado estaba el sector para ese tiempo denominado liberal, ecuménico, liberador, y que agrupó a gente de posiciones teológicas encontradas, pero aliados contra el excesivo “evangelicanismo” de esos sectores conservadores, identificados ya con cierto tipo de Neopentecostalismo venido de sectores fundamentalistas norteamericanos. Este sector era mucho mas heterogéneo, porque incluía en un frente común a Presbiterianos tradicionales-conservadores, militantes de los partidos políticos tradicionales (AD, COPEI), y a gente que militaba abiertamente en la teología de la liberación y en los partidos y movimientos políticos de izquierda.
Había una polarización Ideológica–Teológica-Doctrinal, en nuestra Iglesia, mucho antes que la actual polarización Política-ideológica, entre chavistas y antichavistas.¿Qué Aprendimos de todo esto? ¿Qué nos enseñó esta etapa histórica de nuestra Iglesia presbiteriana? Creo que los sectores que de una u otra forma estaban mas arraigados en el Calvinismo Histórico, Conservadores y liberales, supimos superar de manera efectiva esta etapa de divisiones y enfrentamientos estériles dentro de nuestra Iglesia.
Los grupos que dejaron de identificarse con la Teología y la Doctrina presbiteriana, sectores fundamentalistas, emprendieron una ruta incierta hacia el “evangelicalismo” no histórico y perdieron su relevancia y su pertinencia social en nuestra sociedad.
Las Iglesias presbiterianas, conservadoras o liberales, que se mantuvieron firmes en sus convicciones del calvinismo histórico, hoy son un testimonio vivo de nuestra herencia histórica y doctrinal diversa, pero unida en lo común y en lo verdaderamente importante.
Creemos que algunos sectores hemos ganado en tolerancia, aunque con algunos detalles que debemos superar. Esa tolerancia está mas arraigada en los sectores liberales de nuestra iglesia actual que en aquellos grupos conservadores, esto debido a la fuerte influencia fundamentalista que se ha introducido en algunos grupos de fuerte tendencia “evangelicantes”.
Creemos que debemos profundizar en la doctrina, teología y pensamiento calvinista, para evitarnos confrontaciones políticas inútiles que dañen nuestro testimonio eclesial frente a una sociedad mas dividida como producto de una exageración de posturas personales y grupales. Solo una verdadera interpretación del texto bíblico y de la doctrina calvinista nos enseñará el camino mas seguro a la tolerancia y respeto a los pensamientos diversos.
Pablo tenía serias diferencias con Pedro, diferencias de lo que hoy llamaríamos de Visión y Misión, pero el Cristianismo salió ganando cuando ambos sectores entendieron que lo más importante era dar un buen testimonio frente al mundo y predicar el Evangelio de Jesucristo.
Vemos en diferentes puntos del nuevo testamento que la Iglesia vivía constantemente en crisis y conflictos, pero por sobre todas estas cosas San pablo llega a decir que se alegra, porque aunque sea por rivalidad el evangelio es predicado en el mundo: “Es verdad que algunos anuncian a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buena intención. Algunos anuncian a Cristo por amor, sabiendo que Dios me ha puesto aquí para defender el evangelio; pero otros lo hacen por interés personal, y no son sinceros, sino que quieren causarme más dificultades ahora que estoy preso. Pero ¿qué importa? De cualquier manera, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo; y esto me causa alegría”.(Filipenses 1: 15 al 18).
Con San pablo y la Iglesia del Nuevo Testamento, aprendamos a vivir nuestras Diferencias en la Unidad que nos lleve a vivir una verdadera tolerancia y respeto por las ideas del otro, de la otra. Superemos nuestros propios intereses partidistas, ideológicos, doctrinales para poder presentar ante el mundo en general y ante la sociedad venezolana en particular, un testimonio de amor y unidad para que el mundo crea y para que la gente pueda ver cuanto nos amamos.
Todo esto es posible si volvemos a nuestras fuentes espirituales como son la Biblia en primer lugar y la Doctrina, Teología y Pensamiento calvinista en nuestras vidas y en nuestra practica cristiana.
Afortunadamente también he vivido el retorno de la Iglesia Presbiteriana “El Redentor” al seno de nuestra Iglesia Nacional, para la gloria de Dios. Quiera Dios que esto marque el inicio de una etapa de unidad en nuestra Iglesia Presbiteriana de Venezuela.
Rev. Obed Juan Vizcaíno Nájera.
Pastor de la Comunidad Reformada de Maracaibo.
Maracaibo; 06 de Febrero 2010.
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