Por: Marcos Salgado
Lejos quedaron los fastos de la presentación de la Comisión de Primaria en El Hatillo, en el sur rico de Caracas, aunque no pasó tanto tiempo: apenas desde febrero hasta ahora. El acto con referentes de los partidos del llamado G4 de la oposición venezolana donde se presentó una ruta hacia primarias unitarias, decantó meses después en una raída conferencia de prensa en una oficina en el Colegio San Ignacio de Loyola, en el este caraqueño.
Allí el presidente de la Comisión de Primaria, Jesús María Casal, anunció que tras las evaluaciones con los candidatos y después de la renuncia de los rectores principales y suplentes del Consejo Nacional Electoral, optarán por “organizar la primaria autogestionada”, esto significa que la elección no se apoyará en el Poder Electoral para habilitar centros de votación, validar el registro electoral y -lo más importante- confirmar la cantidad de votantes en la primaria.
En línea con lo módico del escenario de la rueda de prensa, Casal lució arrinconado en las preguntas. Periodistas de medios para nada afectos al oficialismo quisieron saber cómo se organizará la elección autogestionada. El presidente de la primaria contestó que habrá “una serie de actividades públicas de recolección de fondos” y confirmó que “la votación será manual”. “Evidentemente hay que conversar con los candidatos. Hay que definir todos los aspectos económicos”, dijo Casal.
¿Quién gana y quién pierde?
Desde que comenzó la estrategia de la primaria opositora, los corrillos se centraron en si la oposición debía aceptar o no la participación del Consejo Nacional Electoral como validador del proceso. Este parteaguas llegó también a los candidateados. Mientras Henrique Capriles Radonski, el ex gobernador del estado Miranda y dos veces derrotado en presidenciales (Chávez en 2012 y Maduro en 2013) fogoneaba la necesaria participación del CNE, la ex diputada María Corina Machado propugnaba unas elecciones internas sin participación del “régimen”, lo que finalmente ocurrió.
Así, con la primaria autogestionada, María Corina Machado gana. “Este es un logro de la gente. En 128 días el pueblo de Venezuela va a hablar claro y firme. Contando nuestros votos papelito por papelito”, dijo en un acto en el interior del estado Lara, en el noroeste venezolano. Su devoción por el voto manual (papelito por papelito) remite a las apelaciones de Jair Bolsonaro contra el voto electrónico. Las coincidencias no son casuales.
Analistas sindican a Machado como la candidata de la Casa Blanca. Para imponerse en las primarias, necesita que el voto se concentre solo en las zonas donde hacer mejor pie. Para eso, una elección «autogestionada» con más mesas de votación dispuestas en la zonas de voto duro de la oposición le viene como anillo al dedo.
Y el primero que pierde es Capriles. Su posibilidad de ganar una primaria parece depender de la extensión territorial del proceso eleccionario opositor y de cuánto logre desdibujar o no su pasado de furibundo antichavista y en cambio constituirse en un referente contra el candidato del chavismo -indiscutido- Nicolas Maduro.
En la otra esquina, también gana el chavismo con el anuncio de unas primarias autogestionadas. Desde el mismo anuncio en febrero, los referentes principales del partido de gobierno pronosticaron el fracaso del proceso de primarias. Diosdado Cabello, principal referente del Partido Socialista Unido de Venezuela, asegura regularmente en su programa semanal “Con el Mazo Dando” que Capriles abandonará su candidatura.
Mientras tanto, Nicolás Maduro recibe en el Palacio de Miraflores a referentes disímiles. Es el caso del embajador de Uruguay designado por el gobierno de Luis Lacalle, Eber da Rosa, político derechista. El presidente Maduro, el que persiste en su sillón de presidente desde 2013, lo recibió ante atentos corresponsales extranjeros.
*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTv en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategía.la)
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