Por: Bestalia Ibarra
Grandes han sido las reivindicaciones logradas hacia la clase trabajadora gracias a la Revolución Bolivariana, hemos sido el gobierno que más se ha preocupado en la historia venezolana por la protección de sus trabajadores y trabajadoras, la estabilidad que años tras años se decreta a través de la inamovilidad laboral así lo reivindica, nos hemos preocupado por la aprobación de una Ley Orgánica para los trabajadores y las trabajadoras de un nivel de humanismo como jamás lo aprobaría un gobierno de corte neoliberal y capitalista, con una jornada laboral de no más de 40 horas semanales, con dos días de descanso para quienes trabajen fines de semana. La ley del Trabajo para los trabajadores y trabajadoras que nos legó nuestro eterno Comandante Chávez, fortalece una cultura del trabajo digna, donde se valora el trabajo como creación humana para la satisfacción de necesidades donde se produce para el vivir bien, de allí que el ingreso mínimo del trabajador y la trabajadora venezolana sea el más alto de América Latina.
Recordemos las palabras de nuestro Comandante Eterno para octubre de 1996: «Estamos en plena transición. Fuerzas desatadas la impulsan, las más de las veces sin control. Esa transición se inició a finales de los años 70, cuando la situación A (capitalismo de estado –Pacto de Punto Fijo) comenzó a dar signos de agotamiento. El reto hoy está en impulsar esta transición hacia una situación B deseada, preconcebida. Para impulsarla puede haber varios caminos. Se trata, entonces de vislumbrar esos posibles caminos. Y de orientar la transición por aquél o aquéllos que ofrezcan mayor viabilidad».
La Clase Obrera venezolana en la Cuarta República venía siendo liderizada en su mayoría por movimientos sindicales vendidos, donde sus principales líderes se favorecían y enriquecían a costa de la firma de convenciones colectivas que solo favorecían al patrono, la miseria, el hambre, el desempleo era el pan nuestro de cada día, mientras que quienes formaban parte de los sindicatos se divertían con whisky del más caro y eran inamovibles, ellos eran parte del “bachaco fundillu”. Grandes fueron las crisis por las que paso la llamada democracia punto fijista de la Cuarta República, el intento por construir un país democrático nació con el rumbo torcido y con la semilla de su propia degeneración en las entrañas, el boom petrolero lejos de favorecer a los desposeídos con políticas sociales dignas contribuyo a plegar de ranchos todas las ciudades llamadas industriales, así como contribuir con procesos de corrupción que han marcado la historia política y laboral que aún resulta difícil de atacar en nuestros días.
Nuestro Comandante siempre se preocupó por el necesario cambio institucional, siempre estuvo claro de que el pacto de punto fijo a nivel institucional trajo consigo la generación de corruptelas, compadrazgos y clientelismo, erosionándose en la mentalidad de muchos la degeneración de la conciencia de clase como lucha histórica de nuestro sector laboral obrero. Es por ello que desde el principio hablo de sentar las bases y lineamientos de un Estado eficiente plasmado en cada artículo de una nueva y revolucionaria Constitución “Sólo sobre el nuevo marco institucional, jurídico, político y económico, podremos adelantar los planes de reordenamiento del país. El viejo orden impuesto por el poder constituido, está agotado y atrapado dentro de una trama de intereses que cercenan la voluntad política y hace inviable cualquier esfuerzo de cambio que pueda intentarse. Se hace por tanto impostergable e imprescindible su sustitución por un nuevo ordenamiento democrático” (Hugo Chávez Frías).
La transición hacia el socialismo como lo decretaba Chávez, siempre concibió a una Administración pública de cara al pueblo, estimuló una administración que trabaje en función de resultados, con una visión gerencial de los asuntos públicos que le permita ordenar lógica y coherentemente el orden de prioridades para la satisfacción de las demandas del pueblo, también insistió en la necesidad de Garantizar el ejercicio de la autoridad que le ha sido conferida, evitando la intromisión privilegiada de intereses particulares que la distorsionen y/o la limiten. Para ello era necesario: a) Reducir capacidad discrecional a los funcionarios/as para que no puedan beneficiar sesgadamente uno u otro interés particular, a través de la simplificación de los procedimientos administrativos, sustituyéndolos por reglamentaciones generales y sencillas, que permitan garantizar, a la vez, la sanción a sus transgresores. b) Retomar el control de la Administración Pública sobre el ingreso, ascenso y egreso de su personal, estableciendo que esa potestad es indelegable por parte de las autoridades administrativas.
Nuestro Comandante siempre estuvo claro, las instituciones de la Administración Pública dentro de la lógica socialista y revolucionaria no pueden ser concebidas para otorgar prebendas a costa de los recursos del Estado, cada bono, cada aumento salarial, cada ascenso, cada ingreso debe asignarse a partir de un marco regulatorio que se inicia con nuestra Constitución y se decreta vía Poder Ejecutivo, por supuesto que también existen las Convenciones Colectivas pero estas deben pasar necesariamente por negociaciones entre las partes involucradas y una vez decretadas son de fiel cumplimiento tanto por patronos como por trabajadores y trabajadoras.
Todo lo anterior viene a colación considerando que en los últimos años en mi transcurrir gerencial por algunas instituciones de la Administración Pública, noto con asombro una merma significativa de trabajadores y trabajadoras con conciencia revolucionaria, noto con preocupación como al principio del proceso eran mínimos los grupos contra revolucionarios existentes en instituciones públicas aún en aquellos elefantes blancos que datan de más de 60 años, hoy en día te gritan de frente que son orgullosamente contra revolucionarios. En función de tal fenómeno me he dado a la tarea de escudriñar hasta donde puedo sobre algunas razones que han producido estos cambios de actitud mental, en principio te expresan como los cambios directivos han venido cambiando la cultura organizacional, te expresan que tal o cual director cancelaba a los trabajadores bonos de productividad cada tres meses, fulano nos otorgaban el día de cumpleaños libre, perencejo cada fin de año nos hacia una fiesta descomunal que incluía unos premios fantabulosos imagínate que el carro que tengo me lo gane en una rifa de fin de año, sutanejo nos daba una cesta navideña apoteósica, desde hace dos años nos dan un bono para hacer las hallacas y ahora viene un “escuálido” a decirnos que esos son recursos del erario público, que ninguno de estos “derechos adquiridos” se encuentran en nuestra convención colectiva, además nos dice que tiene el deber de someter cada uno de estos beneficios a la aprobación del Ministro como si no fuésemos autónomos, ahora nos sale con que ninguno de los “derechos adquiridos” han sido aprobados por el bendito ministro, como pretenderás que vamos a ser chavistas si llega “un escuálido” a quitarnos lo que nos pertenece, acaso que esos reales son de ellos, esa plata es de nosotros…pero ya vas a ver me voy a crear una cuenta fantasma donde solo voy a seguir al Maduro y los voy a denunciar …O nos dejan raspar la olla, o los rayamos por el Twitter….!!!
Chávez Vive, Vive…La lucha sigue…sigue!!!!
Chávez te lo juro… La derecha apátrida más nunca volverá!!!
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