Pero este libro es también el espejo de una búsqueda más secreta donde la poesía es vivida como “palabra del ser”, rebeldía y acto de conocimiento. Allí el nos habla de lo que llama humorísticamente sus “peregrinaciones”. La búsqueda de O.Paz está jalonada de escritos que sondean las bondades de este siglo marcado por la disolución de creencias tradicionales, el naufragio de las ideologías y el fin del “mito de la revolución”. La figura pública del poeta se convierte en anacrónica en un mundo donde la imagen industrial se apresta a devorar a la escritura.
– La libertad, escribía usted, es el movimiento de la conciencia que nos invita en ciertos momentos de la historia a decir: no.
“Decir no es, sin embargo, la cosa más difícil en este mundo moderno que se transforma en el mundo de la uniformidad. … Lo que se nos pide, especialmente hoy, es aprobar. Y desde hace mucho el sistema está tan sediento de aprobación que en los grandes procesos políticos de nuestro siglo, incluso se ha buscado la confesión de crímenes imaginarios a objeto de transformar a los acusados en acusadores de sí mismos….
– Usted escribe que el fin del comunismo no es una victoria, ni de la verdad ni de los hombres. Henos aquí, dice usted, ante un mundo difícil de descifrar, imprevisible y peligroso.
Toda mi vida escuché una palabra que me parecía cada vez más sospechosa: alienación. Creo que la verdadera alienación consiste en venerar los medios como si fuesen los fines. Veneramos el auto, el aparato de TV, el computador; veneramos los medios porque nuestro mundo pierde el sentido del sentido…. somos los herederos del liberalismo que ha hecho triunfar la democracia, los derechos humanos, la tolerancia. Pero el liberalismo puede aparecer también como un desierto. Hasta aquí se interesa demasiado poco por los sentimientos y la dignidad del hombre. No propone casi nada, circunscribiendo las interrogantes metafísicas a la esfera privada. Corta el puente entre yo y los otros. Se me dirá que la democracia aporta una moral de la tolerancia; sí, pero ella está basada en el relativismo de los valores que deja a la fraternidad en el plano de las aspiraciones y, al igual que los sistemas totalitarios, no le da una respuesta. … Una parte de nuestros males se explica por la naturaleza misma de nuestra civilización, donde todo se convierte en producto, en objeto de consumo. Lo digo en “Itinerario”: La pregunta universal es hoy cuánto vales. Cuerpos y almas, libros e ideas, pinturas y canciones se convierten en mercancías…El panorama del mundo contemporáneo me inspira la misma insatisfacción que en mi juventud. Y continúo creyendo que este mundo debe cambiar…..
– Sus escritos del mundo moderno están marcados por interrogantes sobre la literatura y la lectura, las que le parecen amenazadas…
“A las desigualdades que sufre la sociedad moderna ha venido a agregarse una nueva desigualdad; entre una minoría que lee y una mayoría que no lee más, o que ya no sabe leer, y que ve televisión. Habrá que acostumbrarse a la idea. Vemos incrustarse ahí una división profunda que hace pensar una vez más en la novela de Huxley “Un Mundo Feliz”, donde sólo una minoría tiene acceso a la verdadera ciencia y a la cultura general. El libro podría perfectamente convertirse en lo que era antes: un objeto raro.
– ¿Cuál es según usted el verdadero peligro que representa el hábito de la televisión?
“Al acostumbrarse a pasar de un tema a otro, de un canal a otro, se vive en un estado de distracción que está en las antípodas del estado mental de la lectura; es un hábito que desorganiza el espíritu, atomiza la conciencia. Cuando los medios y el número de las comunicaciones sobrepasan el contenido de la comunicación, finalmente no hay más mensaje que transmitir. Distracción y pensamiento no caminan juntos. Las culturas tradicionales, sean éstas chinas, hindúes o griegas, han sido fundadas en la meditación, la concentración, necesidad que se encuentra en todas las escuelas de sabiduría. Incluso en el surrealismo, paradojalmente encontré un lugar para la concentración, es decir, la necesidad de abstraerse a la agitación del mundo exterior, a la lógica, con el fin de que pueda hacerse oír la voz del inconsciente. Todo se sucede como si se tuviera miedo de ver claro, miedo del Ser.
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