MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ
El escritor argentino Julio Cortázar sigue, a casi 30 años de su fallecimiento, entre los cubanos. Su insoslayable presencia en la Casa de las Américas y la acogida de su obra por los lectores de la Isla, son algunas de las muestras de esa estancia permanente.
Rodolfo Hamawi, director nacional de Acción Federal e Industria Cultural de Argentina. |
El pasado 26 de agosto, día de su 99 cumpleaños, se dio a conocer en La Habana el resultado de la XII edición del Premio Internacional de cuento que en su honor creara la escritora y editora lituana Ugné Karvelis —segunda esposa del autor deRayuela— quien quiso que el certamen tuviera lugar aquí.
A propósito del concurso del que resultó ganadora la cubana Nara Mansur, con la obra¿Por qué hablamos de amor siempre?,visitó la Isla en su condición de jurado el argentino Rodolfo Hamawi, director nacional de Acción Federal e Industria Cultural de ese país, quien cedió parte de su tiempo para conversar con Granma —entre otros tópicos— de las celebraciones que en torno a Cortázar ya están teniendo lugar por los 50 años deRayuela y el centenario de su nacimiento en el 2014.
—¿Está satisfecho con los homenajes que ya ha estado recibiendo el autor por estos aniversarios?
“Sí, pero quedan muchos aún. Tendremos un congreso internacional el próximo año, que comenzará el mismo día de su nacimiento, también una muestra de historietas que vamos a hacer a partir de cuentos de Cortázar, algo de todo eso lo podemos llevar a cabo juntos”.
—Sabemos de su visita en el 2011 para perfilar estrategias encaminadas a una mejor distribución de la literatura latinoamericana, y que abogó entonces por establecer vías eficaces que permitan un mayor intercambio entre las editoriales de la región ¿Se ha dado algún paso en ese sentido?
“Estamos trabajando para tener en lo posible el próximo año funcionando en Argentina una Casa del ALBA, allí vamos a tener la poesía y toda la producción de bienes culturales de los países integrantes del ALBA. Queremos que ese espacio funcione como un centro cultural, que haga como caja de resonancia de las relaciones culturales de nuestros países. En cuanto a las coediciones acabamos de cerrar un acuerdo con la Casa de las Américas para publicar un libro que luego se transforme en una muestra sobre los vínculos culturales de ambos países”.
—¿Y con el Instituto Cubano del Libro?
“También estamos trabajando con el Instituto para que tengan mayor presencia los libros de Argentina en la Feria de aquí. Allá se editaron el pasado año 26 mil nuevos títulos, y de eso muy poco llega a Cuba”.
—En este contexto lo sentimos como una especie de embajador de Cortázar…
“No… , ojalá. Cuando nos pusimos a trabajar en el armado de estos festejos, releyendo obras, encontrándonos con alguna carta, hallamos la dimensión universal de autor pero también la amplitud de temas, o sea, fanático de la música, del cine, de los viajes, del boxeo. Hoy estamos recapitulando y hay más de 40 películas sobre Cortázar, o sobre cuentos suyos, es decir, es una personalidad con tantas facetas que está en cualquier ámbito de la cultura.
“Cortázar imaginó cuando escribió Rayuela, que era un libro para la gente de su generación y se sorprendió mucho cuando vio la repercusión que tuvo en los jóvenes. Lo que estaba demostrándose con esta novela era que el público del continente leyera sus propios autores, un boom latinoamericano que no fue un éxito editorial sino un maravilloso encuentro de autores que buscaban su identidad y un lector que encontró en esa escritura una parte de esa identidad”.
—A usted le escuché decir que ha vivido aquí días “cortacianos”. ¿Cómo sería un día “cortaciano” de haber podido contar con la presencia entre nosotros de Cortázar?
“Cortázar es lo antiformal, lo antirrígido, lo lúdicro, que entiende el mundo como aparecía en esa frase de Rayuela, que para llegar al cielo solo hacía falta una piedrita y la punta de un zapato. Eso es Cortázar, el de la simplicidad, no la simplicidad tonta, sino la del que sabe que la vida es complicada, que es sacrificada, pero que también hay que mirarla con la imagen de niño. Si se mira la cantidad de fotos e imágenes que sacaba de un niño jugando queda claro que en ellos él reconoció una forma de relación con el mundo”.
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