Entrevista con DIALOP
Entrevista de Juan Pedro Frere Affani
Entrevista a integrantes de DIALOP, un proyecto de diálogo entre socialistas, marxistas y cristianos, sobre las posibilidades de acción común frente al avance de las derechas y la crisis ecológica.
En esta entrevista para Jacobin, miembros de DIALOP —un proyecto de diálogo entre socialistas/marxistas y cristianos que involucra a intelectuales, académicos, políticos, activistas y estudiantes de distintos países de Europa, dirigido por la Iglesia Católica y transform!europe, la fundación política del Partido de la Izquierda Europea— hablan de los desafíos a los que se enfrenta hoy el mundo y de las posibilidades que se abren en la construcción de un terreno común para horizontes y acciones radicalmente transformadoras.
Juan Pedro Frere Affani, docente de la Universidad de Buenos Aires y militante socioambiental, dialogó sobre DIALOP (Transversal Dialogue Proyect) con el arquitecto jubilado y miembro del Movimiento de los Focolares actualmente radicado en Austria Franz Kronreif; con el sociólogo y filósofo marxista franco-brasileño Michael Löwy; con la politóloga y facilitadora de transform!europe nacida en Atenas Angelina Giannopoulou; con la filósofa y politóloga de Berlín, copresidenta de transform!europe, Cornelia Hildebrandt; con la teóloga y profesora de Ética Social Cristiana en la Escuela Universitaria KPH Edith Stein (Innsbruck) Petra Steinmair-Pösel y con el profesor de derecho internacional y relaciones internacionales de la Universidad de Coimbra (Portugal) e investigador del CES José Manuel Pureza.
JPFA
¿Cómo definirían o describirían a DIALOP y cómo nació este espacio?
Franz Kronreif
DIALOP es una plataforma de diálogo entre cristianos y la izquierda, en concreto entre el Dicasterio para la Cultura y la Educación del Vaticano y transform!europe , una fundación de la izquierda europea. El Movimiento de los Focolares[1] actúa como mediador y es el interlocutor «cotidiano».
Participé en el inicio de este diálogo, en la primera audiencia con el Papa Francisco, junto al griego Alexis Tsipras (Syriza) y al austriaco Walter Baier (Partido Comunista). En ese momento, el Papa Francisco sugirió que se iniciara un «diálogo transversal». Esto es necesario, dijo, porque ninguna institución, incluida la Iglesia, puede afrontar por sí sola los enormes problemas y peligros que enfrenta el mundo. Esto sólo podría tener éxito si unen fuerzas aquellos de buena voluntad. Para eso es necesario este diálogo transversal. Así comenzamos esta aventura.
Poco después, en una discusión entre Transform y el entonces Secretario de la Congregación para la Educación, decidimos desarrollar una ética social transversal en la que pudiéramos encontrarnos izquierdistas y cristianos.
Nuestro método es el del disenso calificado y el consenso diferenciado. Disenso calificado significa que las diferencias entre las dos partes se plantean abiertamente y que la otra parte las acepta con respeto. «Calificado» significa que no se trata de meras opiniones, sino de hechos y principios comprobables. Algunas de estas diferencias quedan abiertas y no se consideran un obstáculo en el camino común. Otras pueden aclararse hasta cierto punto y desembocar en un consenso diferenciado, que es siempre el objetivo. Entendemos por ello que llegamos a una afirmación principal común y clara y enumeramos las diferencias menores en el «subtítulo», por así decirlo, pero que éstas no deben contradecir la afirmación principal.
Mientras tanto, elaboramos un documento de posición común y celebramos en enero de 2024 una conferencia de ecología de alto nivel en el Instituto Universitario Sophia, con la participación de nuestro nuevo interlocutor en el Vaticano, el cardenal Tolentino de Mendonça. El 10 de enero de 2024, el Papa Francisco se reunió con marxistas y cristianos de nuestro grupo, instancia en la que pudimos presentarle el estado de nuestro proyecto y él compartió con nosotros su interés en nuestro trabajo futuro.
El origen de este tipo de diálogo se remonta a un encuentro casual en Viena en 1998 entre el ya retirado líder del Partido Comunista Austríaco Franz Muhri, y una mujer del Movimiento de los Focolares. Cuando él le preguntó qué eran los Focolares, ella respondió: «Es un movimiento de renovación católica», y Muhri respondió: «Nosotros también tratamos de renovar el Partido Comunista. Tal vez tengamos algo en común». Desde entonces, propuso reuniones periódicas de diálogo entre miembros de su partido y del Movimiento de los Focolares en Austria para tratar temas específicos. Pero también hubo acciones conjuntas, como una manifestación contra la segunda guerra de Irak o la participación conjunta en los Foros Sociales Mundiales de Nairobi y Dakar y el Foro Social Europeo de Florencia. Después de este último, los camaradas también conocieron a Loppiano[2].
JPFA
Desde hace mucho tiempo, la Iglesia y la izquierda se enfrentan fuerte e incluso violentamente. ¿Cómo se logró un diálogo entre estas visiones?
Michael Löwy
Hay una larga historia de enfrentamientos violentos entre la Iglesia y la izquierda. Mencionaré sólo un caso extremo: la Guerra Civil Española, donde la Iglesia en su gran mayoría apoyó a Franco, mientras que la izquierda estaba del lado de la República y, por supuesto, como sabes, los anarquistas quemaron iglesias. Así que fue realmente un enfrentamiento violento.
Pero al mismo tiempo, siempre ha habido gente, de ambos lados, de la izquierda y de los cristianos, que estaban interesados no sólo en el diálogo, sino en la acción común. Doy sólo dos ejemplos muy importantes. En Francia, durante la guerra, los cristianos (y principalmente los católicos, pero también protestantes) y marxistas, comunistas u otros izquierdistas, se unieron contra la ocupación nazi de Francia. Lucharon juntos. Tuvieron discusiones tal vez, pero sobre todo discutieron sobre cómo luchar mejor contra los nazis. En Alemania hubo un grupo de personas muy heroicas que intentaron organizar la resistencia contra el nazismo dentro del Tercer Reich, la Rosa Blanca, en la que había cristianos y marxistas que trabajaban juntos.
Si nos fijamos en América Latina, vemos de nuevo a ambos bandos en conflicto y con acercamientos. Si tomamos el período reciente de las dictaduras militares en América Latina, en algunos países la Iglesia se puso del lado de las dictaduras, no en su totalidad pero en gran medida, mientras que la izquierda se opuso a ellas. Argentina es un claro ejemplo. En Brasil, la Iglesia al principio apoyó a los militares, pero cambió alrededor de 1970. La Iglesia pasó a la oposición y luego se convirtió en un aliado de la izquierda en la lucha contra la dictadura militar, jugando un papel muy importante.
Ahora bien, en relación con esta larga historia de confrontación y diálogo, DIALOP es algo muy nuevo. Creo que debemos entender que entramos en el siglo XXI en un nuevo período histórico en las relaciones entre la izquierda y la Iglesia en Europa.
En primer lugar, por el fin del llamado socialismo real de estilo soviético, que a menudo fue represivo hacia la Iglesia. Y por lo tanto había una actitud negativa de la Iglesia hacia el socialismo real existente y viceversa. El Papa Juan Pablo II es la expresión clara de este enfrentamiento directo entre la Iglesia y el socialismo real existente. Ahora, con la desaparición de estas formas autoritarias de socialismo, se abrió un nuevo período en el que la relación podría ser diferente.
Y con la elección del Papa Francisco se abrió un nuevo período también dentro de la Iglesia. Por primera vez a la cabeza de la Iglesia llegó un latinoamericano, que obviamente no era marxista, pero que tenía interés en dialogar con los marxistas, que no pensaba que ellos fueran el diablo o el enemigo, sino personas que podían estar en desacuerdo, pero que también podían tener algunos intereses comunes.
El cambio en el campo marxista y en la Iglesia ha permitido este diálogo, que por primera vez no es un diálogo local, sino de la Iglesia como institución, con la bendición del Papa y de la izquierda marxista en Europa, en gran medida si no toda, representada por Transform! Es algo de escala mucho más amplia.
JPFA
¿Qué puntos comunes encuentran entre sus diferentes visiones de la realidad?
Angelina Giannopoulou
Hay tres puntos importantes que me parecen importantes. El primero es el concepto del camino de la humanidad hacia la emancipación. La idea de una utopía, un reino —así reúno las palabras de ambas tradiciones— que sería la materialización de la verdadera vida. De modo que el comienzo de la historia humana, como dice San Agustín, sería el séptimo día, cuando seamos nosotros mismos. Éste es también el concepto del marxismo según el cual, después de la emancipación social y la libertad, comenzará realmente la historia humana.
Este es un punto que, a mi juicio, reúne dos pilares de la cosmovisión marxista y cristiana. Uno es el pilar de otro mundo, de otra vida, de la emancipación humana o social. El otro es el pilar de cómo progresa la historia, una filosofía de la historia que, en mi opinión, el marxismo ha heredado completamente de la tradición judeo-cristiana.
El segundo punto en común sería el concepto de un mundo en el que la humanidad, pero también el medio ambiente natural y los animales no humanos, coexistan y sean todos parte integrante de la existencia natural. Que la Creación en su conjunto sea percibida de esta manera y que los humanos no sean los dueños del ambiente natural, sino solo una de sus partes. Esto tiene que ver con los puntos en común que tenemos hoy en día con el desafío de la crisis climática.
Finalmente, el tercer punto es el fundamento de la libertad, la igualdad y la fraternidad. En el lenguaje de la izquierda se conoce como solidaridad. Y aquí quisiera hacer una distinción entre solidaridad y fraternidad porque tendemos a pensar que es lo mismo. Pero en mi lectura la fraternidad es una reivindicación política de la calidad de la utopía porque socializa y politiza el amor y la amistad, y el hecho de nombrar y sentir al otro como hermano y hermana crea vínculos psíquicos donde, hasta ese momento, sólo había vínculos sociales. Así que la fraternidad, en mi opinión, tiene un potencial transformador para la humanidad y la forma en que se constituyen las sociedades.
La solidaridad es una estrategia contemporánea para crear grietas en la carne de la ética capitalista del individualismo y la competencia, y abrir ventanas de coexistencia social. Pero la falta de fraternidad, muy a menudo presente en el proyecto político de la izquierda, es fuerte. Y más allá de la izquierda, esta falta es uno de los pecados estructurales de la humanidad moderna. Quería dedicar un espacio a este tema precisamente porque la fraternidad es un elemento esencial de un proceso dialógico genuino y auténtico.
JPFA
Cuando empezaron a construir Dialop, ¿encontraron dificultades para presentarlo o resistencias en sus respectivos espacios de pertenencia (movimientos, iglesia, partidos)?
Cornelia Hildebrandt
No es tan fácil explicar si es así o no. Soy responsable del diálogo marxista-religioso también en mi organización matriz en Alemania, la Fundación Rosa Luxemburgo, donde he trabajado durante más de veinte años sobre ese tema y creo que mi trabajo allí ha tenido cierto éxito. También estamos organizando conferencias, seminarios con grandes auditorios. En este sentido, yo diría que sí, no es tan difícil organizar el diálogo marxista-cristiano en la tradición de la historia de izquierda.
Pero, al mismo tiempo, no resulta fácil porque la mayoría de la izquierda, especialmente los miembros de partidos, no están realmente interesados en la religión. Esto se debe a que, como dijo Michael Löwy, hemos tenido muchas experiencias con la religión y el papel de la Iglesia en el pasado: la alianza entre el trono y el altar, la desatención a los intereses de la clase obrera. Esa experiencia es la razón por la que muchos no estaban dispuestos a entender cuál es el contenido, qué puede ser correcto en la religión. Y también debido a las palabras de Karl Marx y su interpretación de la religión como el opio del pueblo. Esta frase llevó a una interpretación según la cual se podría abolir la religión y entonces no habría problema, pero eso es imposible.
Por eso, hasta hoy, a la gente le ha resultado muy difícil comprender la riqueza de la religión y los desafíos y el potencial del diálogo marxista-cristiano. Sin embargo, cuando tenemos éxito en el diálogo, veo que la gente interesada o abierta a él empieza a repensar su propio pensamiento. Y eso es también el punto de partida para repensar lo que uno hace y de qué manera interviene en la sociedad.
FK
Al principio sólo hubo dificultades con Monseñor Gänswein, que intentó por todos los medios excluirnos, pero después no hubo problemas dentro de la Iglesia. Había una muy buena relación con Monseñor Vincenzo Zanni, secretario de la ex Congregación para la Educación, y también ahora con el cardenal Tolentino de Mendonça.
JPFA
¿Qué importancia creen que tiene hoy en día este tipo de diálogo entre diversas visiones del mundo?
CH
Creo que la importancia del diálogo en general es cada vez mayor en estos momentos, porque lo que estamos viendo son grandes desafíos. Veo la polarización política, la nueva naturaleza de la guerra y la construcción de nuevos bloques globales, la disminución del sentimiento de fraternidad y solidaridad, el cambio climático y la cuestión de la destrucción social en nuestras sociedades, el gran giro hacia la extrema derecha que hemos visto a nivel europeo con la nueva ley de inmigración y política de asilo del año pasado. Y esto no es sólo un ataque a la política de asilo y migración, es un ataque a los derechos fundamentales de la humanidad.
Creo que en este momento es muy importante explicar y analizar primero lo que está pasando en el campo político y social. Aquí es posible encontrar una especie de diálogo, sabiendo que no se estará de acuerdo en todas las posiciones. No es necesariamente un diálogo entre amigos. Esto es fácil porque más o menos uno se conoce desde hace mucho tiempo. Pero entablar un diálogo con gente con la que sabes que hay posiciones diferentes, quizá incluso en cuestiones fundamentales, pero manteniéndose en diálogo, independientemente de esas diferencias, eso es muy importante en estos tiempos. Creo que la cultura del diálogo es un instrumento único contra la guerra, contra la polarización, y es posible encontrar soluciones para los grandes desafíos.
No sólo las que ya mencioné. Nadie sabe, por ejemplo, cuáles serán las consecuencias de la inteligencia artificial, qué tipo de humanidad y qué disminución de la humanidad vendrá con ella. En este momento, es muy importante que nosotros, como seres humanos de diferentes puntos de vista, con una cultura diferente, con un conocimiento diferente, con diferentes potenciales, encontremos cada vez un nuevo camino para llegar a los demás. Tenemos que aportar calidad al diálogo, especialmente en la esfera política.
JPFA
¿Creen que aprendieron algo de la visión del otro?
Petra Steinmair-Pösel
Creo que en DIALOP he aprendido sobre la visión de los demás y aprendí de esas visiones.
Aprendí sobre ellas que, como en la tradición católica, las posiciones de nuestros interlocutores de izquierda no son uniformes, sino heterogéneas y diversas. Por eso es importante tener en cuenta estos diferentes puntos de vista y su evolución a lo largo del tiempo para el tipo de diálogo que estamos practicando, especialmente cuando buscamos consensos diferenciados y disensos cualificados.
Además, diría que he aprendido que existe una autoevaluación crítica de cómo se han implementado las visiones de izquierda en el pasado. Por ejemplo, cómo se han organizado el marxismo, el socialismo y el comunismo en Europa del Este o en la Unión Soviética. Aprendí que existe una voluntad de aprender de los errores pasados sin renunciar a la visión original y al impulso para crear una sociedad más igualitaria y justa.
En consecuencia, de esas visiones aprendí la importancia de una autoevaluación crítica y honesta. Esta disposición a admitir los errores pasados también la tenemos en la tradición católica. Pero creo que es importante cultivar una cultura en la que sea normal y parte de la honestidad intelectual tener siempre presentes los propios errores y defectos.
También he aprendido de algunos de nuestros colegas de izquierda que, aunque se llamen ateos, no son espiritualmente «amusicales», como diríamos en alemán religiös unmusikalisch, o sordos a esto. Habiendo sido criados en una cosmovisión y mentalidad diferentes, usan términos y conceptos diferentes y son muy críticos cuando las religiones y la noción de Dios son mal utilizadas, abusadas. Como cristianos, podemos aprender de ellos a ser muy cuidadosos en cuanto a cómo hablamos de Dios y la religión. También he aprendido que ser izquierdista no significa necesariamente ser ateo, porque tenemos algunos colegas entre nosotros que son tanto pensadores de izquierda como personas religiosas, y me parece especialmente interesante cuando hablan de cómo hacen la conexión entre estas dos tradiciones dentro de ellos mismos.
Y creo que de esa manera también pueden ayudarnos a ser más conscientes de las deficiencias dentro de nuestras propias tradiciones.
Y por último, pero no menos importante, creo que he aprendido con nuestros colegas que es posible trabajar juntos en amistad, aprecio y respeto, a pesar de las diferencias que persisten.
JPFA
Estamos en un mundo en el que las democracias se están deteriorando frente al avance del autoritarismo y la concentración de la riqueza, las guerras y las matanzas masivas entre potencias se multiplican y, además, el grito ante la crisis climática parece caer en oídos sordos. ¿Qué podemos hacer cristianos y socialistas para afrontar estos desafíos?
ML
Bueno, Cornelia en cierta medida ya respondió a tu pregunta. Creo que no hay una fórmula mágica para estos problemas. Pero ahora, por primera vez, cristianos y marxistas estamos de acuerdo en la necesidad de luchar contra el racismo y la xenofobia de la extrema derecha, por la paz y por una transición ecológica. Creo que la encíclica Laudato si’ es una base común muy importante para estas luchas. Y, más modestamente, nuestra declaración de posición común en DIALOP también documenta que hay un amplio acuerdo sobre estas cuestiones.
Ahora bien, lamentablemente, no toda la Iglesia sigue las encíclicas del Papa y no todos los partidos de izquierda creen que el diálogo con los cristianos sea importante. Además, en ambos lados, en la Iglesia y en la izquierda, el nivel de conciencia ecológica está aún lejos de ser suficiente. Por lo tanto, hay mucho trabajo por hacer. Pero creo que la unión de cristianos y marxistas es un paso muy importante, aunque no suficiente, para afrontar todos estos desafíos.
Y creo que sería importante no sólo para algunos grupos de cristianos socialmente comprometidos, sino para la Iglesia como tal, en países como Francia y Argentina, tomar una posición clara contra la ideología de la extrema derecha, la ideología xenófoba, racista de la extrema derecha.
Ahora me gustaría responder a una pregunta que no hiciste, si me lo permites, que es: ¿Qué deben pensar los marxistas sobre la religión? ¿Es la religión el opio del pueblo? Cornelia mencionó esto. Yo diría primero que la idea de que la religión es el opio del pueblo no es específica de Marx. Fue utilizada por mucha gente en su tiempo, Heinrich Heine, Feuerbach, etc. Y no es realmente un análisis marxista de la religión, porque Marx en ese momento era un joven hegeliano. El análisis marxista de la religión viene después y su mejor ejemplo es el libro de Friedrich Engels sobre la guerra campesina en Alemania en el siglo XVI. Engels analizó la religión no como una entidad abstracta ahistórica, que es buena o mala, o lo que sea. Analizó la religión en el campo de la lucha de clases, cómo las diversas corrientes religiosas y figuras religiosas se relacionan con las luchas sociales en curso. Y en la Alemania del siglo XVI, muestra cómo ciertos grupos religiosos, como por ejemplo los anabaptistas y Thomas Müntzer, se pusieron del lado de los campesinos revolucionarios. Otros grupos, tal vez las cabezas de la Iglesia Católica, se pusieron del lado del rey, y los luteranos se pusieron del lado de la burguesía.
Ése es el criterio. No se trata de una cuestión metafísica abstracta sobre la religión y el ateísmo, sino de cuestiones concretas de lucha social, de la cuestión de quién está del lado de los oprimidos y quién del lado de los opresores. Y creo que ésta es la actitud marxista hacia la religión.
JPFA
Gracias, Michael, por mencionar este punto. También añadiría la Teología de la Liberación a este análisis de cómo la religión se relaciona con las luchas sociales, teniendo en cuenta lo que vos mismo escribiste sobre este tema.
Ahora me gustaría preguntar qué tipo de alternativas creen que se deberían construir hoy en día y cómo podemos hacerlo.
AG
Es una pregunta muy difícil, sobre todo porque estas preguntas sólo pueden responderse colectivamente. Pero creo que para todos nosotros, al menos dentro de DIALOP, está muy claro que debemos priorizar tres estrategias que, en conjunto, construyen una visión social común que pueda unir a izquierdistas y cristianos en una misma lucha.
La primera es la preservación del medio ambiente contra un sistema económico que mata tanto a la naturaleza como a las personas. La segunda es la lucha por la justicia social. Esto incluye la lucha contra todo tipo de divisiones sociales: clase, género, raza, nación, todo. Denunciar la cadena de explotación en todos los niveles: producción, roles y relaciones de género, el estatus global de poder entre naciones y regiones, la división entre el sur global y el norte global, el estatus de las minorías étnicas y religiosas en los diversos estados nacionales, el estatus de los migrantes y refugiados. La tercera estrategia es la búsqueda de la paz, obviamente, para ser valientes contra la guerra y todos los conflictos y buscar siempre el camino de la construcción de la paz.
¿Cómo lo hacemos? Todas estas estrategias pueden unirse para crear una visión y una propuesta social cohesionadas, pueden articularse y promoverse a través de una política de unidad, un término que también trae Chiara Lubich. La política no es sólo contradicción, también integra unidad y diálogo; la política democrática no es sólo antagónica, puede ser unitaria y ecuménica.
Necesitamos tender puentes entre los diferentes marcos cristianos y marxistas. Eso significa dividir en fragmentos más pequeños y más concretos estas dos visiones del mundo e ideologías. Ver cómo su tradición enmarca un problema, una solución o un concepto en particular y tratar de tender puentes entre estos marcos concretos para construir nuevas alianzas. Este proceso de encuadre y de tender puentes que conduce a alianzas es una estrategia que ya se ha probado en el campo de los movimientos sociales a lo largo de la historia con diferentes actores que se unen y luchan por la misma causa, a pesar de los puntos de partida y caminos analíticos muy diferentes.
JPFA
¿Cuál debe ser nuestro papel como cristianos en la política?
PSP
Creo que deberíamos asumir la responsabilidad de dar forma y promover activamente la democracia. Especialmente en nuestra época, cuando a menudo se ve debilitada por la falta de interés, un proceso que el sociólogo y politólogo británico Colin Crouch llamó posdemocracia. Crouch describe esto como un fenómeno en el que la democracia todavía existe, se realizan elecciones y se puede destituir a los gobiernos, pero los ciudadanos solo utilizan su derecho negativo a criticar y castigar a los gobiernos y políticos que no han hecho lo que ellos quieren, pero no utilizan su derecho positivo a dar forma a la política activamente, a organizarse en la sociedad civil.
Creo que todavía no vivimos en una posdemocracia, como dice también el análisis de Crouch, pero siempre existe el peligro de que la democracia se deteriore de la manera que él describe. Creo que deberíamos ser muy conscientes de este peligro y entendernos, en tanto cristianos, también como ciudadanos responsables que tienen que participar en los procesos políticos.
También creo que deberíamos posicionarnos fuertemente contra cualquier debilitamiento de los derechos humanos, contra cualquier cuestionamiento de la dignidad personal de individuos o grupos, contra la degradación de quienes piensan diferente, vienen de un lugar diferente, tienen una etnia diferente, se identifican sexualmente de una manera diferente.
También tenemos que luchar contra el menoscabo del Estado de derecho que se produce en algunos lugares, también en Europa. Tenemos que hacerle frente, por ejemplo, a planteos como los del primer ministro húngaro cuando aboga por una democracia iliberal. Creo que la Iglesia allí tiene que alzar la voz contra eso.
Deberíamos abrir activamente espacios donde miembros de diferentes partidos y diferentes visiones del mundo puedan reunirse y discutir temas urgentes, de manera que se escuche a todos los que respetan el consenso básico de la democracia y los derechos humanos, y que el enfoque esté más en encontrar soluciones a los grandes desafíos que enfrentamos que en asegurar el propio poder y los intereses particulares.
JPFA
¿Es la revolución un ideal que los cristianos pueden abrazar o con el que puedan identificarse?
José Manuel Pureza
Yo no pienso la revolución de la manera simplista en que suele entenderse, como una especie de momento de turbulencia concentrada. Entiendo la revolución como un proceso de transformación intensa y radical, colectiva, tanto de las estructuras sociales y económicas como de las prácticas individuales. Partiendo de esta noción de lo que es la revolución, creo, también como cristiano, que es precisamente este tipo de desafío el que está en el corazón del mensaje cristiano y del Evangelio.
Jesús murió porque desafió radicalmente a la sociedad y a las estructuras de poder de su tiempo con un proyecto que llamó el Reino de Dios, y este proyecto era y es un llamado a una revolución, a un cambio radical. En los conceptos y en la práctica del poder, oponiéndose a las formas tradicionales, sirviendo a los más débiles. «Los últimos serán los primeros». Esto es algo que está en el corazón mismo de las enseñanzas y del testimonio de vida de Jesús.
En los tiempos actuales, estoy profundamente convencido de que todo esto tiene un sentido renovado. Porque, frente a la economía que mata —como llama el Papa Francisco a nuestro orden económico dominante contemporáneo— y frente al olvido del grito de la Tierra —que es la catástrofe climática ya presente—, el proyecto cristiano exige mucho más que reformas del capitalismo para hacerlo más dócil, basándose en una lógica del «business as usual». La respuesta cristiana a las actuales crisis ambiental, económica, de paz, institucional y política, exige mucho más que el enfoque reformista tradicional para cambiar algunas cosas menores, para mantener los elementos principales en el mismo estatus. Si esto no es una revolución, realmente no sé qué es una revolución.
JPFA
¿Qué creen que tiene el Evangelio para decirle a los socialistas?
CH
Quizás no sólo el Evangelio. Siempre me impresiona la espiritualidad colectiva de la comunidad cristiana. En mis reuniones, especialmente las de mi partido, no tengo mucho sentimiento de espiritualidad. Sí tenemos algunos momentos, pero permanecer en el momento emotivo, crear ese tipo de momento emotivo, podría ser muy interesante, muy útil. Sentirnos unos a otros en la misma sala, sentir la dignidad individual de cada uno en ese momento.
Además, el lenguaje concreto y sencillo. El lenguaje del Evangelio es fácil de entender para todo el mundo. Lo que tenemos que aprender desde la izquierda es hablar así, encontrar el lenguaje para que todo el mundo pueda entendernos y llevar un mensaje claro.
Y este mensaje es la trinidad de tres cosas: la cuestión social, la cuestión de la paz y la cuestión de la preservación de la creación. Esta combinación orgánica la veo en el Evangelio y en los discursos y escritos del Papa Francisco. Por ejemplo, Evangelii Gaudium con la idea de que «esta economía mata», está claro que se refiere a una estructura concreta de nuestra sociedad capitalista. Y mencionó la cuestión de los derechos sociales y de qué manera tenemos que cambiar todo el sistema de producción y reproducción. Otro ejemplo, Laudato Si ‘ no trata sólo la cuestión de la ecología, es toda la comprensión de la preservación de la creación, incluida la cuestión de la transformación ecológica social que propiciamos desde la izquierda. Creo que Laudato Si ‘ reúne todo esto porque se trata de la cuestión de la responsabilidad política y social sobre la creación. Así pude aprender con las palabras del Papa y con la comprensión del Evangelio.
JPFA
¿Cómo podemos construir prácticas políticas que construyan puentes y fomenten el diálogo sin perder nuestra identidad política ni comprometer nuestros valores e ideales?
JMP
No creo que construir puentes y preservar la identidad política sean dos posiciones opuestas. Creo que un sólido sentido de identidad es la única posibilidad de diferenciar entre el núcleo de esa identidad y sus diversas expresiones. Cuanto más sólido sea el conocimiento de mis propias perspectivas o creencias, mejor preparado estoy para hacer una autoevaluación de mi perspectiva y diferenciar lo que es esencial de lo que no lo es. Lo mismo ocurre con la perspectiva del otro.
En nuestro ejercicio de diálogo en DIALOP todos somos conscientes de que si queremos que sea una dinámica seria para ese propósito, es absolutamente indispensable tener un conocimiento consistente de los aspectos nucleares de las posiciones de cada uno y un sentido preciso de lo que es esencial en las culturas o posiciones del otro.
En segundo lugar, volviendo a algo que Petra ya ha subrayado, al hablar de esta tensión entre nuestra propia identidad y nuestra capacidad de construir puentes, un elemento esencial es que las culturas no son homogéneas. Todas tienen dimensiones conservadoras y reguladoras y todas tienen dimensiones progresistas y emancipadoras. Por lo tanto, el diálogo y los puentes a construir tienen que ocurrir entre las dimensiones progresistas y emancipadoras de las perspectivas marxista y cristiana sobre la vida, el orden político y económico, etc. Este es un imperativo de nuestro tiempo, construir puentes entre estas dimensiones progresistas de ambas culturas, porque es la única manera posible de responder de manera seria y práctica a los desafíos de la catástrofe climática y de la catástrofe social y económica, que son la pobreza y la exclusión.
Por último, una observación para decir lo obvio: construir puentes no debe ser un objetivo en sí mismo. Construimos puentes porque queremos encontrar, construir juntos, una acción transformadora común. Por eso, la dimensión teórica de este diálogo debería tener como horizonte la capacidad de llevarnos a todos a formas comunes de acción que respondan a los principales desafíos de la injusticia y la catástrofe climática que enfrentamos hoy.
JPFA
¿Qué lección creen que puede dejar esta experiencia para quienes creemos en la construcción de otra humanidad en un sentido amplio, tanto cristianos como socialistas?
PSP
Para mí, una lección podría ser la de no dejar que las aparentes diferencias, o incluso contradicciones, nos impidan prematuramente buscar puntos en común. Esforzarnos una y otra vez por buscar un consenso diferenciado y un disenso calificado, de modo que la confianza y el aprecio mutuos puedan crecer para crear las bases de un compromiso conjunto, como acaba de decir José Manuel, en favor de un orden mundial justo, pacífico y ecológicamente sostenible.
Por cierto, creo que el proceso sinodal que se ha iniciado dentro de la Iglesia Católica también proporciona un tipo de diálogo y unas experiencias dialógicas que son muy buenas para avanzar en este camino, para entrar realmente en un diálogo respetuoso entre nosotros, aunque haya diferentes posiciones.
ML
Sólo añadiré que una de las lecciones que nos dejó esta experiencia es que en nuestro mundo, enfrentado a amenazas tan terribles y crisis monstruosas —las guerras que estamos viendo, la creciente injusticia social y la catástrofe ecológica—, existe una necesidad absoluta de unidad entre todos aquellos que comprenden estas amenazas y quieren resistirlas. Esta es una lección que podemos aprender y tratar de aplicar en nuestros países, buscando cómo construir unidad en torno a la necesidad de enfrentar de manera activa y valiente estas terribles amenazas.
CH
Veo muchas ideas catastróficas circulando y también la idea de que el progreso ya no es posible. Sin embargo, el proyecto DIALOP significa para mí «no te rindas, no pierdas la esperanza». Y buscar soluciones. Esa es una de las lecciones de este grupo. Cuando veo a mis hermanas y hermanos en este momento, tengo una sensación que me dice «vamos, busquemos soluciones. No será tan fácil, pero vamos».
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