Por: Enric Llopis
Tal vez otro ejemplo de la inclinación belicista se produjera el 2 de julio; la agencia Associated Press (AP) se hizo eco del anuncio de ayuda adicional destinada a la “seguridad” de Ucrania, realizado por el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin: 2.300 millones de dólares que incluyen armamento contra tanques o munición para los sistemas de misiles Patriot.
En cuanto al apoyo general de la UE al ejército ucraniano, la página Web del Consejo Europeo calcula un total de 39.000 millones de euros (32.900 millones corresponden a contribuciones bilaterales de los Estados miembros y 6.100 millones al denominado Fondo Europeo de Apoyo a la Paz).
“Una representación global del narcisismo occidental”; es la conclusión del analista y ensayista Emmanuel Todd a partir del Mapa elaborado por el Groupe d’études géopolitiques –en marzo de 2022- sobre los países que condenaron con sanciones a Rusia, tras la invasión de Ucrania; “demuestra lo aislado que está Occidente; sólo Norteamérica, Europa, Australia, Japón, Corea del Sur, Costa Rica, Colombia, Ecuador y Paraguay han condenado a Rusia ‘con represalias’”, apunta.
El historiador y antropólogo Emmanuel Todd ha publicado en junio la segunda edición de La derrota de Occidente, en la colección A Fondo de Akal coordinada por el periodista Pascual Serrano; Akal ha editado otros textos del investigador francés, como Después del Imperio (2012) y Después de la democracia (2010).
El texto de Todd incluye tablas informativas de interés; como la que –fechada en julio de 2023- detalla los nombres de las elites ucranianas; por una parte las elites políticas (el presidente Volidímir Zelenski o el primer ministro, Denís Anatóliyovich Shmihal); pero también miembros del ejército y la policía (el ministro del Interior Igor Klimenko, o el excomandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni), e integrantes de la oligarquía: Rinat Ajmétov (minería); Victor Pinchuk (tuberías de acero y medios de comunicación) o Konstantin Zhevago (finanzas).
Cómo Estados Unidos ha caído en la trampa ucraniana (1990-2022); Emmanuel Todd adopta como punto de partida un malentendido: el hecho de que el colapso soviético fuera el resultado de una victoria de Estados Unidos; de hecho, “los Estados Unidos llevaban 25 años en declive. Si el comunismo implosionó, fue por razones internas”.
Según el Banco Mundial, el gasto militar estadounidense representaba el 3,5% del PIB en 2022, el mismo porcentaje que en 2021 mientras que el 3,7% en 2020; estas cifras contrastan con el 9,4% del PIB en 1967, en el contexto de la llamada Guerra Fría.
“Estados Unidos había renunciado a la expansión y no quería un enfrentamiento Rusia, pero el sueño nihilista de los nacionalistas ucranianos, producto retardado de la descomposición de la URSS, les atrajo”, explica el autor de La derrota de Occidente (la guerra de Ucrania comenzó en febrero de 2022).
Los analistas de la Geopolítica plantean un escenario en el que destacan a Estados Unidos, China (su adversario principal) y otros actores como Rusia (rival secundario de Estados Unidos); pero Emmanuel Todd agrega otro gran protagonista, Alemania (“su peso en Europa no ha dejado de crecer entre 1990 y 2020; la guerra de Ucrania está teniendo lugar a sus puertas).
Desde hace más de tres décadas, la potencia estadounidense tiene -entre sus obsesiones-lograr un distanciamiento entre Alemania y Rusia (los dos grandes ejes europeos); según el analista francés, Estados Unidos “acabará fracasando” –en este propósito- y se producirá una colaboración ruso-germana.
Como muestra del nihilismo estadounidense, Emmanuel Todd señala la prueba de Gaza (más de 40.000 palestinos asesinados por la ocupación sionista desde octubre de 2023, según el Ministerio de Salud de la Franja); así pues, ¿en qué consiste lo que el autor califica de “estado pulsional” y “preferencia de Washington por la violencia”? El 8 de octubre Estados Unidos desplazó un portaviones al Mediterráneo Oriental en apoyo al Estado de Israel, y una semana después el segundo buque de guerra.
“¿Quién podía creer en un ataque iraní?”, se preguntaba Todd; “Israel tiene armas nucleares, Irán no”, responde el ensayista; otra evidencia del respaldo norteamericano a Israel tuvo lugar el 18 de octubre, durante la visita del presidente Joe Biden a Tel Aviv.
Por otra parte, el autor explica –en la introducción- las razones del título del libro: “Occidente se está destruyendo a sí mismo más que por un ataque de Rusia (…); en realidad, Rusia no es el principal problema (…); ninguna crisis Rusa desestabiliza el equilibrio mundial. Es una crisis occidental, y más concretamente una crisis terminal estadounidense, la que pone en peligro el equilibrio del planeta”.
Otra tabla deinterés apunta la dependencia de la importación de trabajadores; en el periodo 2001-2020 se estimaba que recibirían el título de doctores en las universidades norteamericanas 88.512 alumnos procedentes de China (35% en ingeniería) y 36.565 de India (39% de ingeniería); a ello se agrega el aumento de la desigualdad: el Índice de Gini en Estados Unidos escaló del 0,470 en 2006 al 0,494 en 2021 (“como un jinete del apocalipsis, la desigualdad sigue su camino”).
Respecto a la enfermedad incurable del dólar, el historiador francés apunta –entre otras- dos ideas: “Es mucho más fácil producir dinero que bienes” y “producir la moneda mundial a un coste mínimo o nulo hace que todas las actividades que no sean la creación de dinero no resulten rentables y, por tanto, sean poco atractivas”.
En el texto de Akal figuran capítulos sobre la Rusofobia posmoderna en Europa del Este; ¿Qué es Occidente?; El suicidio asistido de Europa; En Gran Bretaña: hacia la nación cero (Croule Britannia); Escandinavia: del feminismo al belicismo; La economía estadounidense se desinfla o Por qué el resto del mundo eligió Rusia.
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