Por: Daniel Galvalizi
El arqueólogo Alfredo González-Ruibal publica ‘Tierra Arrasada’, radiografía de la historia de la violencia humana desde el Paleolítico hasta el siglo XXI. Explica sus orígenes, los genocidios en la expansión colonial, la triste herencia de la Inquisición y por qué Europa es la región más violenta.
En su origen etimológico, la palabra «violencia» deriva del latín vis (fuerza) y latus (participio pasado del verbo ferus, que significaba llevar o transportar). Por tanto, su significado literal es llevar la fuerza a algo o alguien.
En su décimo libro publicado, que tiene nada ni más ni menos que 500 páginas, el doctor en Arqueología e investigador del CSIC Alfredo González-Ruibal hace un pormenorizado estudio sobre la historia de la violencia humana, aquella que comenzó, en clave de un grupo contra otro, hace más de 6.000 años, como mínimo.
Ruibal dedica buena parte de su tiempo profesional a indagar en yacimientos arqueológicos ubicados en los sitios más dispares. Brasil, Italia, Polonia, Sudán, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Yibuti, Somalilandia, y el Estado español claro.
En Tierra arrasada (Ed Crítica, 2023) narra cómo la violencia no ha sido habitual en misma intensidad en todas las regiones. Cuenta cómo la África subsahariana, por ejemplo, «está asociada a lo peor cuando fue relativamente pacífica, con dosis mucho más intensas de violencia en Europa». Y en esta entrevista repasa algunos hitos de la historia, como el Holocausto, y la «primera guerra europea» ocurrida en el siglo XIII antes de Cristo.
¿Este libro es una historia sobre la violencia humana? ¿Le ha influido algo escribirlo en un contexto de guerra en Europa?
Quizás deberíamos hablar de zonas donde la violencia ha sido menos habitual porque es verdad que pensamos que la violencia es habitual a lo largo del tiempo y espacio y hay zonas donde lo ha sido menos. Y una de las zonas es África subsahariana, es importante subrayarlo, porque ahora lo asociamos a lo peor y es algo relativamente reciente. África fue un continente relativamente pacífico, en dosis muchas menos intensas desde luego que en Europa.
Conocemos menos los territorios como el Sudeste asiático o la India pero una constante es la guerra entre formaciones políticas. Si comparamos la historia de India con la de Europa, India sigue siendo en términos generales más pacífica hasta el siglo XVI por lo menos. Tuvo momentos de violencia previa, cuando invadieron los mongoles, la propia China, aunque hay menos evidencia de conflicto.
En Europa es cierto que tenemos mucha evidencia de violencia desde momentos muy antiguos pero hay un sesgo de información, tenemos tantísima información que es difícil de comparar con otros lugares. Lo vemos en dos elementos claves. Uno de ellos es que en Europa es donde primero se aplica a la guerra la innovación tecnológica, eso no sucede en otro lado. Y luego está el hecho de la fortificación; en Europa hay tradición de asentamientos fortificados que van desde el IV milenio antes de Cristo hasta finales del siglo XIX. En África subsahariana, por ejemplo, los poblados fortificados son bastante poco habituales.
Entonces, las innovaciones aplicadas a la guerra y las ciudades como máquinas de batalla indican que Europa ha tenido una tradición intensa duradera y fuerte de conflicto armado. A partir de finales del siglo XV ese modo europeo de hacer la guerra se globaliza, se proyecta.
¿Cuál fue la primera gran batalla bélica europea?
Con los datos que tenemos en la mano, la del año 1250 a.C. en el valle del río Tolense (nordeste de Alemania) es el primer gran conflicto europeo. Implicó a comunidades que vivían muy distantes. Quizás hubo otras antes pero esta la pudimos documentar arqueólogicamente. Es la guerra de Troya europea, podría decirse. Involucró a gente que venía de Bohemia, de Escandinavia… A partir de los análisis químicos de isótopos sabemos que vino gente de zonas muy distantes. Coincide con el mapa de la Guerra de los 30 años. Es un enigma por qué se desencadenó ese conflicto, con 4.000 o más personas, y eso lo hace más interesante todavía, porque solo podemos especular
Creo que para esa época en toda la Europa central habían surgido jefaturas, pequeños estados dirigidos por lideres guerreros, carismáticos seguramente, toda la zona estaría fragmentada en pequeños reinos que competían entre sí. Fue un modelo semejante al de la Europa bárbara de después del siglo V, y eso luego abarcaría grandes confederaciones.
Hay cosas que uno asocia a la modernidad, o al menos al último siglo, como las fosas comunes. ¿Cuáles son las más antiguas? ¿Es costumbre ancestral entre enemigos?
Las fosas comunes existen desde hace mucho tiempo. Realmente las que más se parecen a las actuales son las del Neolítico. Hay 10 ó 20 cadáveres, y a partir del Neolítico los tenemos en todos los periodos históricos y en todos los sitios del mundo. Con la modernidad aumentan exponencialmente, están relacionadas con las grandes masacres, con la violencia ideológica que hace que no se respete la vida de los no combatientes y la deshumanización a partir de finales del siglo XIX, que es un riesgo de la violencia.
Antes se le concedía la humanidad al otro, sobre todo antes de la expansión colonial. A finales del XVIII es cuando cuajan las ideologías que todavía tenemos ahora y aparece esa violencia ideológica revolucionaria tanto de izquierdas como de derechas. Y por otro lado tenemos la segunda oleada de expansión colonial a lo largo del siglo XIX, en la que se produce una violencia excesiva, se deshumaniza porque no se considera al otro que sea humano.
¿Es allí, en el pasado más próximo paradójicamente, cuando empieza un estadio más salvaje de violencia?
Violencia salvaje hay desde que hay seres humanos anatómicamente modernos. Huellas de violencia hay desde hace 12.000 años. Pero una cosa es practicarla con el enemigo y otra que le niegues su humanidad. Esto es algo que no sucede hasta tiempos más contemporáneos, no existe en momentos anteriores. Hay pogromos antisemitas en la Edad Media pero incluso en esos momentos se les concedía humanidad.
La realidad es que los genocidios, el exterminio planificado de un ser humano para que no quede ninguno, los primeros en practicarlos son los europeos con los no europeos. Una vez que sucede lo tenemos en otros contextos, como Ruanda, donde probablemente no hubiera existido eso si no hubiera habido colonización. En el sentido más extremo se puede decir que es patente europea esto, lo de no garantizar al otro su humanidad y hacerlo exterminable.
En la historia española se puede considerar que la Inquisición es algo similar…
Sí, en la Inquisición católica está la semilla. Antes de eso está la idea de la limpieza étnica. La idea de que España era para los españoles y que los españoles eran los cristianos viejos. Esas ideas de pureza de sangre y homogeneidad étnica son el germen del genocidio, aunque eso no significa que acabe en genocidio. Más que la Inquisición, se puede decir en el impulso de limpiar étnicamente y religiosamente un país. Como lo que buscaban los nazis, la monarquía hispánica expulsó a los judíos, luego a los musulmanes y sus descendientes, y España se queda teóricamente como país homogéneo.
Y pensar que en el hemiciclo del Congreso de los Diputados hay dos enormes estatuas de los Reyes Católicos…
Teniendo en cuenta cómo se ha educado a la gente en España, el imaginario de los españoles, tiene su lógica porque ahí está el origen de la unificación. Desde la sensibilidad que tenemos otros, asociamos a los Reyes Católicos no solo a la unificación política de las dos coronas sino a la expansión en América, la conquista, el sufrimiento que supuso, y la limpieza étnica y religiosa dentro de España. No serían mis personajes para colocar en el Congreso.
¿La guerra entre colectivos comienza en el IV milenio a.C.?
Sí, lo que entendemos por guerra solo surge en el caso de Europa y es en ese momento cuando empezamos a ver elementos característicos de la guerra frente a otros tipos de violencia colectiva. Guerreros, por ejemplo, que dedican parte de su vida o todo su tiempo a la función militar, con una serie de normas que rigen la conducción de la guerra, espacios para la guerra, santuarios, rituales, en momentos posteriores pueden ser cuarteles, barracones, armas de guerra… Es el elemento definitorio para mí. En el Próximo Oriente quizás sí tendríamos que irnos más atrás, quizás sexto milenio a.C.
¿En la Península Ibérica hay alguna peculiaridad? ¿Y en la zona de Euskal Herria?
De las cosas más interesantes de la Península Ibérica es la aparición de las primeras fortificaciones que se conocen en Europa occidental, poblados con murallas, en el sur de España, anterior a los íberos, fortalezas realmente espectaculares, con talleres de fabricación de puntas de flecha.
Del País Vasco no hay datos elocuentes hasta la Edad de Hierro, siglo IX a.C.. Es un paisaje fragmentado con muchas fortificaciones, donde tendríamos comunidades que son autónomas independientes unas de otras, pequeños poblados. Hay una frase que me gusta mucho de un historiador que dice que las montañas rechazan la gran historia y es un poco lo que le pasa al País Vasco. Las montañas siempre se les han atragando a los imperios.
En el País Vasco, cerca de Laguardia (Araba), está San Juan Ante Portam Latinam, un sitio interesante, de tres mil años a.C.. Ahí se encontró un sepulcro colectivo, se pensó que había sido una gran masacre, que habían arrasado a una población entera, y no, era un sitio donde habían enterrado a la gente, no era una batalla ni gran masacre, sino una especie de cementerio pero enterrados todos juntos. Teniendo en cuenta dónde estaban, serían protovascos.
La práctica violenta de un grupo contra otro más salvaje que en mi cabeza resuena es tal vez Auschwitz-Birkenau. De su experiencia, ¿cuál es la que más le ha espantado por su sadismo, por la ingeniería del mal?
La verdad es que, al final, de todas las masacres, unas se parecen mucho a las otras. Cualquier masacre donde hayan matado mujeres, ancianos y niños es escalofriante y lo tenemos a lo largo de un periodo muy largo en muchos sitios distintos. Pero nada se acerca nunca al Holocausto. Estuve hace poco en Polonia y luego de haber excavado fosas… eso es indescriptible. Nunca se acaba de entender el horror, es algo que rompe todos los esquemas. El Holocausto rompió con la historia, marcó un antes y un después.
Cuantitativamente se puede decir que la invasión de los mongoles mató a más gente, pero ir a un psiquiátrico y matar a tiros a 1.800 personas, y matar a niños con inyecciones porque eran discapacitados… es difícil encontrar algo parecido a lo de los nazis. Muchas veces se habla del estalinismo, que fue horroroso claro y causó un sufrimiento inimaginable, pero la violencia estalinista encaja en la violencia masiva que hemos visto en otra época, la de los mongoles. Es más comprensible en perspectiva histórica. Lo de los nazis desafía la capacidad de comprensión.
He leído que para usted la arqueología es un ejercicio de compasión. Dígame por qué.
Cuando uno está excavando una fosa común o restos de un poblado destruido, tocas restos de otra vida, es muy difícil no establecer un vinculo con las personas que desaparecieron hace mucho tiempo y que siguen presentes a través de esos objetos. Conectamos con ellas. Nosotros trabajamos directamente con la historia que se puede tocar y es imposible no sentir esa emoción.
Para terminar, ¿cuál es su próximo libro?
El que me gustaría escribir, que no se si será el próximo, es contar el franquismo desde el punto de vista arqueológico. Hay campos de concentración, bases guerrilleras, chabolas, viviendas sociales… pero daré un respiro a los lectores por ahora [sonríe].
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