Por: Salvador López Arnal, Joaquín Miras Albarrán
Rafael Aragüés (Madrid, 1986) se licenció en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Posteriormente completó sus estudios de Master en Heidelberg, donde profundizó en el estudio del idealismo alemán en las obras de Kant, Fichte, Schelling y Hegel. Bajo la tutela de Hans Friedrich Fulda se doctoró con una tesis en torno al problema de lo absoluto en la filosofía de Hegel: Das Problem des Absoluten in der Philosophie Hegels (Wilhelm Fink, 2018). Es, además, autor de varios artículos acerca del pensamiento de Hegel en revistas especializadas.
El profesor Aragüés acaba de publicar en editorial Herder un estudio sobre la Ciencia de la Lógica de Hegel. En su ensayo centramos una buena parte de nuestra conversación.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- En estos últimos años, la obra de Hegel vuelve a ser tenida muy en cuenta tanto en el mundo de la filosofía continental como en el mundo anglosajón, también en el mundo hispanohablante. Cada vez se encuentran más estudios nuevos sobre su obra en los anaqueles de las librerías. ¿De dónde ese nuevo interés? ¿Qué respuestas puede proporcionar la lectura de Hegel al lector/a de hoy? ¿Qué insatisfacciones filosóficas actuales, si es el caso, pueden inspirar esa vuelta a Hegel?
Rafael Aragüés.- Creo que Hegel es interesante actualmente debido a la enorme influencia de su pensamiento en la filosofía del s. XX y principios del s. XXI. Tanto para pensar con él como contra él, muchas corrientes filosóficas toman a Hegel como referente. Este debate con Hegel es en la mayoría de los casos parcial, en el sentido de que se centra en un aspecto determinado de su pensamiento. El ejemplo paradigmático es la dialéctica entre amo y siervo de la Fenomenología del espíritu y el concepto consiguiente de reconocimiento, que ha tenido una influencia enorme en los estudios críticos y particularmente en el feminismo. También la Filosofía del derecho ha tenido una influencia enorme, aunque le ha traído a Hegel una fama injustificada de apologeta de la Restauración que no tiene que ver con su pensamiento.
Pero más allá de estas lecturas parciales, que toman este o aquel aspecto particular de la obra de Hegel, el interés de su obra viene motivado por su pretensión: elaborar un sistema de la filosofía, un filosofía sistemática que englobe el saber humano en su interconexión y reflexione sobre él. Dada la enorme compartimentación de las ciencias hoy en día, ese proyecto es tremendamente sugerente, y lo es porque la razón es una, y todo ser pensante busca en el fondo la unidad. Esa insatisfacción en torno a la fragmentariedad del saber, donde no se recalca la conexión entre las disciplinas y donde la filosofía se ha relegado a sí misma a ser filosofía de (filosofía del lenguaje, de la biología, de la física, de la acción, etc.), olvidando su carácter holístico, es lo que creo está a la base de este renacimiento de la obra de Hegel.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- Has escrito un nuevo libro sobre la Ciencia de la lógica de Hegel. ¿Por qué? ¿Qué vacío o vacíos intenta cubrir?
Rafael Aragüés.- El libro pretende, por un lado, presentar una interpretación general de la Ciencia de la lógica, y por otro lado, servir como introducción a la obra, ayudando al lector a adentrarse en uno de los textos más complejos de la Historia de la filosofía. Creo que hacía falta un libro en castellano que sirva de introducción a esa obra en particular y a Hegel en general desde la perspectiva de la Ciencia de la lógica, y esto último es importante porque la Ciencia de la lógica es la metafísica dentro del sistema hegeliano.
Si entendemos la metafísica sencillamente como la filosofía primera, es decir, la reflexión sobre las cuestiones más elementales de la razón, que fundamenta toda una reflexión posterior acerca de la naturaleza y del espíritu, entonces para Hegel esa disciplina es la lógica especulativa. Esto quiere decir que filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu adquieren su sentido y su fundamento gracias a la Ciencia de la lógica, además de que nociones elementales de la filosofía hegeliana como el concepto especulativo, objetividad o la Idea absoluta encuentran su explicación en esta obra. Por eso es necesaria su lectura, pues es imprescindible para entender la filosofía sistemática de Hegel –la Fenomenología del espíritu es en este sentido independiente, pues es una introducción al Sistema.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- Y más allá de ese interés particular…
Rafael Aragüés.- Más allá del interés particular que tiene la Lógica a la hora de entender a Hegel en general, la obra tiene de por sí también interés en tanto que desarrollo y reflexión acerca de conceptos metafísicos tradicionales que están presentes en todas las disciplinas y que utilizamos corrientemente: algo, otro, uno, múltiple, fundamento, consecuencia, causa, efecto, interacción…todos esos conceptos los utilizamos, como diría Kant, acríticamente, sin pararnos a pensar qué son. Las ciencias y saberes particulares tampoco pueden hacerlo, sino que los presuponen. La explicación y desarrollo de esos conceptos, al menos una muy rigurosa, se encuentran en la Lógica.
Pero ante todo, la Lógica como estudio de la Idea en el elemento del pensar tiene un objeto de estudio por excelencia: la razón, que es a la vez y al mismo tiempo, la libertad. De razón y libertad trata la Ciencia de la lógica en último término, y ello tiene también un interés político y práctico: al fin y al cabo, queremos desde la Revolución francesa vivir en un mundo racional y libre. De lo racional y lo libre y su realización en el mundo trata la Lógica. Mi libro intenta solamente ayudar un poco a comprenderla.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- ¿Te has apoyado en algunas lecturas previas? Si es el caso, ¿cuáles serían las más importantes en tu opinión?
Rafael Aragüés.- Estudié y me doctoré en Alemania, en la Universidad de Heidelberg, y soy deudor, qué duda cabe, de las clases y los escritos de Hans Friedrich Fulda, mi director de tesis, pero también de Anton Friedrich Koch, Friederike Schick, Klaus Vieweg y otros expertos. De todos he aprendido mucho, pero de quien más he aprendido, por supuesto, es de Fulda. Él me dio muchas claves para entender a Hegel, me enseñó a ver los debates que están implícitos en su obra con Kant, Fichte, Schelling, Jacobi y otros pensadores de su época, debates que en el texto de Hegel no siempre aparecen explícitamente; me liberó de una lectura dogmática de Hegel como aquel supuesto gran logicista y onto-teólogo que pretendía deducirlo todo a partir del concepto. Fulda me abrió nuevas perspectivas desde las que abordar a Hegel. Me ayudó a descubrir en él una filosofía de la razón y la libertad.
Por supuesto, él no es el único en este sentido. Los trabajos de Robert Pippin a este respecto también son importantes, o el mismo Klaus Vieweg también ha resaltado ese punto central de la filosofía de Hegel recientemente en su biografía, que estoy traduciendo junto con otros colegas.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- ¿Quiénes son los destinatarios del libro? ¿Los filósofos hegelianos? ¿Los filósofos en general? ¿Los ciudadanos/as interesadas en el filosofar? ¿Hay que saber mucho Hegel para adentrarse en su ensayo?
Rafael Aragüés.- Para adentrarse en mi ensayo no hay que saber mucho de Hegel, pero sí es verdad que es necesario un interés más o menos firme por la filosofía y algo de paciencia, porque aunque es un libro que intenta ser muy claro, el nivel de abstracción al que se llega es alto, precisamente porque es un texto en torno a la Lógica de Hegel. En este sentido, los destinatarios de mi libro son tanto los filósofos hegelianos, pues a ellos no les va a dejar indiferentes, como los filósofos en general, pues estamos hablando de la Ciencia de la lógica, un hito en la Historia de la filosofía, como los ciudadanos y ciudadanas interesadas en el filosofar. Para estos últimos sí es recomendable un conocimiento general de la Historia de la filosofía, como lo pueda dar por ejemplo un curso de 2° de Bachillerato, y como digo, algo de paciencia. Pero creo que para todos puede ser un ensayo interesante.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- Has hecho referencia a ello. La Ciencia de la Lógica suele ser considerada un auténtico hito de la historia del pensamiento occidental. ¿Por qué?
Rafael Aragüés.- Porque es una empresa sin parangón en la Historia de la filosofía. Se trata de un estudio de la razón pura, del pensar y sus determinaciones. Pero no como hace Kant en su Crítica de la razón pura, investigando la razón acerca de la posibilidad del conocimiento de objetos en general, sino, en la lógica especulativa hegeliana, investigando a la razón en sí misma, en tanto que totalidad de determinaciones del pensar que se van generando unas a partir de otras, e independientemente tanto de un sujeto trascendental que las piense como de un objeto al que se apliquen, sino en sí mismas. Es la exposición del pensamiento que se piensa a sí mismo, más allá de todo objeto y todo sujeto, y por eso es considerada un hito en la historia del pensamiento.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- Cuando Hegel habla de lógica, ¿de qué está hablando exactamente? ¿Alguna relación con lo que llamamos actualmente lógica formal?
Rafael Aragüés.- Está hablando del estudio del pensar y sus determinaciones. La lógica formal es igualmente el estudio del pensar, en el sentido del razonamiento correcto. La llamamos formal porque abstrae de todo contenido de los razonamientos y se queda solamente con su forma, estudiándola y comprobando si es correcta o no. Para ello, la lógica formal nos presenta una serie de conceptos y reglas del razonamiento correcto como dados, por ejemplo el modus ponens o el silogismo disyuntivo. La lógica especulativa de Hegel incluye esas reglas (véase los capítulos dedicados a concepto, juicio y silogismo), pero con dos diferencias clave: primero, incluye muchas más ideas, por ejemplo finito o infinito y muchas otras, que también son determinaciones propias del pensar, y segundo, va generando unas a partir de otras partiendo de la idea más pobre, la de “ser”.
Podemos decir que la lógica tradicional y en parte la lógica formal actual –si dejamos la formalización a un lado– están incluidas en la lógica especulativa de Hegel, al menos en buena parte, pero la lógica especulativa de Hegel no se limita a ellas. Además, en la Lógica de Hegel conceptos como concepto, juicio o silogismo adquieren un significado especulativo más profundo que en la lógica formal. Y por descontado, Hegel no cree que su lógica sea meramente formal, pues las formas del pensamiento son su verdadero contenido, y en verdad no se puede separar forma y contenido.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- En cuanto a ciencia, ¿a qué tipo de ciencia se refiere Hegel en su Ciencia de la lógica?
Rafael Aragüés.- Ésta es una buena pregunta, porque yo al menos no tengo claro todavía del todo si hay en Hegel un concepto unívoco de ciencia o no. Me explico. Es obvio, él mismo lo afirma en varias ocasiones, que Hegel pretende elevar la filosofía al rango de ciencia. El concepto de ciencia que Hegel maneja es producto del largo camino de la conciencia a través de la Fenomenología del espíritu. Sólo esto ya daría de por sí para otro libro entero, pero podemos decir muy resumidamente que la ciencia reside para Hegel en el saber absoluto, incluso lo llama a veces, saber puro, un saber que no es de ningún objeto, sino de sí mismo, un saber del saber, o más bien, un saber especulativo. Es la razón universal conociéndose a sí misma. Esta tesis habría que desarrollarla más, pero valga ahora mismo de esta manera sucinta.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- De acuerdo, de acuerdo, valga así.
Rafael Aragüés.- Esta razón universal conociéndose a sí misma se desarrolla primeramente en la Ciencia de la lógica, pero después sale de sí, se expone en la forma de su ser otro, a saber, la naturaleza, y vuelve a sí misma como espíritu. Este movimiento especulativo de la razón – o en terminología estrictamente hegeliana, de la Idea absoluta– es lo que Hegel llama ciencia.
Ahora bien, es evidente que Hegel reconoce el estatus de ciencia a las ciencias naturales de su época, incluso a otras disciplinas. Su filosofía de la naturaleza nos da muestras de ello. Pero las ciencias particulares, por ejemplo, la Física, no estudian el autoconocimiento de la razón, sino un objeto de estudio determinado, a saber, la materia, y según el esquema de la Idea del conocer. En qué medida hay aquí un único concepto de ciencia, que pueda abarcar también a las ciencias particulares y cómo, o hay varios conceptos de ciencia presentes, es una cuestión que me ocupa ahora mismo en torno a Hegel.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- ¿Existe alguna relación en Hegel entre la Lógica y la Ontología?
Rafael Aragüés.- Tanto en este nuevo libro, Introducción a la Lógica de Hegel, como en mi anterior libro, Das Problem des Absoluten in der Philosophie Hegels [El problema de lo absoluto en la filosofía de Hegel], he dado varios argumentos por los que creo que la Ciencia de la lógica de Hegel no es una ontología.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- No hay edición española del segundo libro.
Rafael Aragüés.- No la hay por el momento.
Hans Friedrich Fulda, de quien he hablado antes, escribió hace años un par de artículos reveladores acerca de este asunto titulados “Die Ontologie und ihr Schicksal in der Philosophie Hegels” [La ontología y su destino en la filosofía de Hegel] y “Ontologie bei Kant und Hegel” [La ontología en Kant y Hegel]. Todavía hoy se lee la Ciencia de la lógica como un tratado de ontología; se trata de una lectura aun mayoritaria, diría yo. Ésta me parece una cuestión central, porque en torno a ella se juega la comprensión de todo el proyecto filosófico de Hegel. Para mí, su lógica especulativa, que según Hegel es la metafísica propiamente dicha, aquella metafísica que surge tras la depuración de la crítica kantiana, no es una exposición a priori sobre la estructura de la realidad y la construcción lógica de todos los entes. Al contrario, la lógica especulativa presupone la superación del punto de vista de la ontología, del punto de vista centrado en los entes, un punto de vista que es superado definitivamente con el camino escéptico de la Fenomenología del espíritu.
Sólo librándonos de una lectura ontologizante de la Lógica de Hegel podemos entender con profundidad que su metafísica es una genuina metafísica de la razón y la libertad.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- ¿Puedes ayudarnos un poco más a entender el esquema de la obra, la evolución de la misma en sus tres partes: doctrina del ser, doctrina de la esencia, doctrina del concepto? ¿Qué sentido tienen?
Rafael Aragüés.- El tema de la obra, como digo, es el estudio del pensar y sus determinaciones. Pero al comienzo no hay objeto ni tema definido. No hay nada más que una exhortación a pensar, casi sin horizonte ni destino alguno. ¡Piensa! -podríamos decir. Ese “piensa”, sin más, sin mayor determinación, adentrado en el pensamiento, de manera que uno no se distingue de lo que piensa, ese pensar es, de entrada y de manera inmediata, “ser” – como dice Hegel: puro ser, sin mayor determinación. El “ser es la primera determinación del pensar, lo más inmediato e indeterminado que hay. Así se abre la doctrina del ser, que podemos caracterizar como la esfera de la inmediatez, de un pensar directo, un pensar sobre algo dado. Ser, nada, devenir, algo, otro, uno, múltiple, medida… todo ello son ideas que se presentan completas en sí mismas, por así decir, aunque en verdad están en constante fluir en su otro.
La esfera de la esencia es la verdad de la doctrina del ser. En ella se piensan determinaciones relativas, que, dice Hegel, aparecen la una en la otra, que son impensables la una sin la otra, como en el fondo se vio anteriormente que era impensable el “algo” sin el “otro”.
Por último, la obra culmina con la doctrina del concepto, con un pensar que se piensa explícitamente a sí mismo en forma de concepto, juicio, silogismo y en última instancia Idea. Es cierto que desde el comienzo de la Lógica, el pensar se está pensando a sí mismo, pero es a partir de la doctrina del concepto cuando esto se hace explícito.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- ¿Conviene leer y estudiar a Hegel para aproximarse y adentrarse en la obra de Marx? ¿Hubo mucha confusión cuando se habló en los sesenta y setenta de una línea de demarcación, de una ruptura epistemológica, entre el joven Marx (filósofo y hegeliano) y el Marx maduro (científico y antihegeliano)?»
Rafael Aragüés.- No me considero un experto en Marx ni mucho menos. He trabajado los tres tomos de El Capital, la Contribución a la crítica de la economía política, El 18 Brumario, la Crítica al programa de Gotha, el Manifiesto y, parcialmente, los Grundrisse, La Ideología alemana y los Manuscritos del 44. Me dejo algún texto seguro, pero eso es básicamente lo que más conozco. Y en todos esos textos no creo que Hegel sea esencial para entender a Marx, más allá de lo que el mismo Engels sintetiza en el Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
Por supuesto, conocer a Hegel y a otros grandes filósofos siempre es importante para leer a pensadores contemporáneos, pero no creo que un estudio de Hegel sea tan importante para comprender bien a Marx como sí lo es, por ejemplo, un estudio de David Ricardo o Adam Smith. Entre Hegel y Marx veo más rupturas que continuidades, más crítica del segundo al primero que elementos comunes.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- En cuanto al asunto de la ruptura epistemológica…
Rafael Aragüés.- No me siento cualificado para aceptar o rechazar esa ruptura epistemológica de la que hablaba Althusser. Lo que sí he observado es que Marx le da más importancia en sus primeros escritos a conceptos hegelianos, por ejemplo los conceptos de Entäußerung (enajenación) y Entfremdung (alienación), frente a los escritos tardíos. En los Grundrisse, uno se topa muchas veces con un lenguaje hegeliano, pero muchas veces da la impresión de ser eso, una forma de expresarse, que ha dejado atrás los conceptos de Hegel y se está planteando otras cosas, aunque las palabras permanecen. En El Capital ese lenguaje hegeliano es ya anecdótico, y el contenido principal de la obra creo que puede entenderse sin Hegel.
Es cierto que la línea argumental de Marx, su modo de exposición, va de lo más simple y abstracto (la producción de mercancías) a lo más complejo (la sociedad capitalista, los precios de producción, las crisis…). Eso recuerda indudablemente a la Lógica. También la unidad de exposición y crítica: Marx, en la medida en que expone, va criticando los conceptos de la economía burguesa, y va adentrándose desde su presentación superficial como economía de mercado, de seres libres e iguales, hasta sus entrañas.
Todo eso tiene reminiscencias hegelianas, en concreto de la Lógica. Pero no he profundizado mucho más en el tema y, en cualquier caso, no creo que sea imprescindible conocer al detalle la relación entre ambos autores a este respecto para comprender a Marx. Me parece más interesante e importante, por ejemplo, entender la teoría del precio de producción o las causas de las crisis económicas que identifica Marx a lo largo de su obra.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- Eres un gran conocedor del idealismo alemán. ¿A qué llamamos idealismo alemán? ¿Cuáles son sus tesis esenciales? ¿Qué aire de familia comparten los pensadores que agrupamos con ese ismo?
Rafael Aragüés.- Como en preguntas anteriores, voy a intentar contestar de manera sucinta, pues el tema da para mucho.
Ya de entrada hay que decir que hay que depurar la denominación de idealismo alemán de cualquier connotación nacionalista, o si quiera de una suerte de pertenencia a Alemania que es bastante discutible en los filósofos de los que tratamos. Tanto Fichte como Schelling y Hegel se concibieron a sí mismos como filósofos cosmopolitas, herederos de la Revolución francesa, si bien es verdad que esto último es el caso del último Schelling algo más discutible. De los tres, incluso el que pudiera ser más nacionalista alemán, Fichte, opera con un concepto de nación que en aquella época, no lo olvidemos, surge como idea subversiva respecto al orden del Antiguo Régimen. Ese nacionalismo, que inicialmente surge de la rebeldía contra el despotismo feudal y el absolutismo, deriva posteriormente en una ideología etnicista, culturalista y excluyente que a mi parecer casa mal con la visión de estos autores. En las últimas décadas se prefiere incluso la denominación de filosofía clásica alemana, que parece sugerir menos connotaciones nacionalistas.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- De acuerdo, mejor filosofía clásica alemana.
Rafael Aragüés.- Más allá de esta cuestión terminológica, podríamos decir que llamamos idealismo alemán a una corriente de pensamiento que se propuso llevar a conclusión el proyecto de la filosofía kantiana, a saber, elaborar un sistema de la razón, cuya piedra angular sea la libertad. Esto es lo que trato en el primer capítulo del libro. Tanto Fichte como Schelling y Hegel parten de la base de que tras la filosofía de Kant no es posible volver a los planteamientos anteriores, sino que la filosofía debe reflexionar sobre la razón y la libertad como sus elementos centrales. Las cuestiones en torno al sistema de la filosofía, la unidad entre filosofía teórica y filosofía práctica, el comienzo del sistema, el método, etc., enmarcan buena parte del debate.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- ¿Y qué singulariza al idealismo hegeliano?
Rafael Aragüés.- El mismo Hegel nos da una definición de idealismo en la segunda edición de la lógica del ser: el idealismo no consiste en otra cosa más que en reconocer que los entes finitos no son lo verdadero. El idealismo de la filosofía es liberarse de lo finito, entender que lo lo ente, lo finito, las cosas que nos rodean, no tienen ser en sí mismas, que toda su consistencia y objetividad reside en el pensar, y que es en el pensar y la razón donde está la verdad y el conocimiento en sentido estricto.
Esto es lo que singulariza al idealismo hegeliano: apartar nuestra mirada del suelo y pensar la razón y la libertad como lo central.
Salvador López Arnal y Joaquín Miras Albarrán.- No se nos ocurre mejor resumen para finalizar nuestra conversación, mil gracias. No te extrañe que volvamos a preguntarte sobre este gran clásico de la filosofía.
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