Por: Gustavo Sarmiento
El conglomerado de megaempresas tecnológicas conformado por Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft ejerce un poder inédito en el marco de una guerra global por la información. El avance de China y lo que vendrá.
Primer acto: nos mandamos mensajes sobre zapatillas con algún amigo o familiar. Segundo acto: nos aparecen publicidades de todos los modelos de calzado imaginables. El ejemplo muestra cuánto nos atraviesan las plataformas digitales en la cotidianidad, un fenómeno que se hace todavía más agudo durante la pandemia. Hoy más que nunca utilizamos internet para comprar, sacar turnos médicos, vincularnos socialmente y mucho más. Y la información es poder. Del otro lado de tu dispositivo saben qué te interesa y mediante algoritmos nunca revelados y constantemente modificados encontrarán la forma de vincularte con tus intereses. Esa inconmensurable cantidad de datos se transforma en dinero para las grandes corporaciones tecnológicas Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft (Gafam), cuyas prácticas monopólicas recién ahora empezaron a discutirse en Estados Unidos. Y será esa potestad de los datos la que genere (o ya esté generando) la próxima guerra entre las potencias mundiales.
Ya no es el petróleo. Las dueñas del mundo son las plataformas que, a fuerza de innovación, recolección de datos, geolocalización, audiencias segmentadas y la tributación en paraísos fiscales, transformaron el modo de hacer negocios en las últimas tres décadas. Entre 2014 y 2018 cuadruplicaron sus ingresos, y sólo los servicios de Google y Facebook (que posee WhatsApp e Instagram) alcanzan a casi la mitad de la población mundial.
Su identificación con “la innovación, el futuro y el progreso” les permitió crecer al amparo de un mercado global desregulado. La mayoría narra orígenes similares, para regocijo de Hollywood y las charlas TED. Talentosos, innovadores, antisociales, surgidos de las universidades más prestigiosas que se reunieron en humildes cocheras. Creativos en el arte de saber copiar. Y en aprovechar sus grandes ganancias para comprar competidores (ya lo hicieron con más de 400 empresas) o “robarles” herramientas, como hizo Facebook con Snapchat. Mientras tanto, exacerban un discurso que encuentra adeptos en el sistema neoliberal: el del emprendedor creativo “apolítico” que sólo usa la tecnología para el progreso, como algo “neutral”.
“Las webs no son neutrales y cada vez lo son menos dado que las principales que consumimos son Facebook, Google, Netflix y sus ‘familias’, que utilizan una lógica de personalización algorítmica que prioriza ciertos contenidos por sobre otros”, enfatiza Martín Ariel Gendler, investigador del Conicet, licenciado y docente en Sociología en la UBA y en la Unpaz.
PANDEMIA Y ACELERACIÓN
Si la oligopolización de los flujos de datos y atención de los usuarios venía en ascenso, la pandemia lo aceleró: el uso de internet aumentó un 35 por ciento en Latinoamérica. Pasó a ser algo esencial. “El principal factor de ganancia de estas plataformas se vincula con el tratamiento de los datos, tanto de los directos (aquellos que cedemos intencionalmente) como de los indirectos, fruto de nuestra actividad e interacciones –continúa Gendler–. Realizan procesos de detección, recolección, almacenamiento y procesamiento de distintos datos nuestros y los ponen en relación con los de otras personas similares a nosotros. Ojo, no implica que esto represente una lógica totalitaria donde somos dominados por el algoritmo, como muestra el documental de Netflix, sino que se nos induce, se nos seduce hacia cierto tipo de contenidos e interacciones y no otras. Nadie nos obliga a quedarnos con los primeros resultados de Google o con las películas que nos recomienda Netflix”.
Pero a las Gafam les llegó una competencia mundial. Por primera vez una plataforma china rompió las compuertas y desembarcó con fuerza en Occidente: TikTok se convirtió en la app más descargada durante la pandemia. Estados Unidos es el tercer país con más usuarios, y Brasil, el quinto. Su valor superó los 75 mil millones de dólares. Esa fuerte presencia en Estados Unidos generó que, después del enfrentamiento con Huawei por el 5G, la administración Trump decidiera utilizar un argumento similar contra TikTok, como entretelón que esconde una feroz guerra comercial: prohibirla por supuesto espionaje de datos de ciudadanos estadounidenses hacia los servidores chinos. Aunque son privadas, el gobierno de Trump sostiene que responden al Partido Comunista del gigante oriental que posee un ecosistema de internet propio y que lanzó el plan Made in China 2025 para potenciar el desarrollo tecnológico de empresas locales en sectores estratégicos.
En su newsletter del sitio Cenital, la especialista Jimena Valdez asegura que “Facebook está en un problema similar porque guarda los datos de ciudadanos europeos en sus servidores en Estados Unidos”, y sostiene que los datos son el nuevo petróleo: “Lo que estamos viendo es una nueva etapa de potencias mundiales peleando por los recursos existentes. Esta vez, se trata de los datos generados por nosotros mismos”.
ALGORITMOS Y FALTA DE CONTROL
La falta de control es una norma en el mundo de la tecnología. Cambridge Analytica, manejando información de 87 millones de usuarios e interviniendo desde las elecciones de Macri hasta las de Trump, es un síntoma. “Por primera vez –grafica Gendler– se caía en la cuenta de que los mismos mecanismos algorítmicos empleados para venderte un yogur o sugerirte ciertos amigos para charlar también podían tener algún grado de influencia en la opinión pública y en la intención de voto.”
En 2018, el escándalo de Cambridge le generó a Facebook pérdidas por más de 37 mil millones de dólares. Poco le importó a su propietario, Mark Zuckerberg. Las Gafam ganan billones y tributan poco. La Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económicos (OCDE) se propuso debatir la Tasa Google: un impuesto a los gigantes tecnológicos para que paguen impuestos donde realizan su actividad. Facebook tiene 300 millones de usuarios en Europa, pero dentro de la UE tributa en Irlanda. Pronostican redistribuir alrededor de 100 mil millones de dólares a nivel global. Por pedido de EE.UU., la propuesta de ODCE no se tratará este año.
A diferencia de la UE, que ya avanza en regulaciones y sanciones, Estados Unidos decidió llevarlas al Congreso recién este año. A principios de octubre concluyeron que Google, Apple, Facebook y Amazon son “monopolios” que “no rinden cuentas a nadie más que a ellos mismos”, y recomendaron “separaciones estructurales”, aunque no legislaron nada en concreto. Amazon, cuyos ingresos subieron un 20 por ciento este año, publicó en un post: “La presunción de que el éxito sólo puede ser el resultado de un comportamiento anticompetitivo es simplemente errónea”.
“LA DEMOCRATIZACION DE INTERNET ES UN VERSO”
“Lo único que hace más democrática la tecnología es la política. La democratización de internet es un verso”. Las palabras pertenecen a Natalia Zuazo, licenciada en Ciencia Política con especialización en Relaciones Internacionales y un máster en Periodismo, pero con otro rótulo aún mayor: es una de las personas que más sabe de la red en la Argentina. Algo en lo que se centró en sus dos libros, Guerras de internet y Los dueños de internet. Sostiene que la democratización es una idea de los 90, impulsada por el equipo de Bill Clinton que propone una internet como una autopista de la información: “Un concepto liberal del derrame, que indica que a más tecnología, más progreso. Es falaz porque supone que no hay desigualdades. Conectar Igualdad es un igualador de la tecnología, por ejemplo. La escuela pública democratiza, la tecnología no”.
–En su libro de 2015 menciona la batalla entre los que ponen “los caños” para que el servicio funcione y los que elaboran los contenidos. ¿Cómo está eso hoy?
–Hay algo peligroso en términos de lo que Shoshana Zuboff llama el “capitalismo de la vigilancia”, porque los grandes proveedores de contenidos (las Gafam) hoy son mucho menos dependientes de los de tránsito, incluso ya directamente les venden el empaquetado. Son mucho más dueñas y más cerradas con los datos de los usuarios, sobre todo los agregados, y esa big data e inteligencia para desarrollar productos y servicios más personalizados.
–¿La próxima guerra será por los datos?
–Es que eso no es futuro. Ya sucede ahora. Gran parte del problema que tiene Estados Unidos en términos geopolíticos y de posicionamiento en el mundo sucede porque en términos de tecnocracia perdió totalmente el rumbo. El director de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), que es quien define los estándares técnicos de despliegue del 5G en el mundo y qué tecnología se venderá en los próximos 20 años, es chino. Mientras tanto, Estados Unidos lo único que dice es “prohíban TikTok”. Estados Unidos debería recuperar cierto rol histórico que siempre tuvo en la tecnología, que no sea solamente Facebook. SpaceX de Elon Musk tiene que ser más estratégica para EE.UU. que Facebook. Y también se debe proponer una mejor repercusión en términos de marketing positivo. Prohibir una herramienta como TikTok por espionaje, cuando los primeros que hacen espionaje con herramientas tecnológicas son los Estados Unidos, probado desde Assange hasta Snowden, es un chiste absurdo. Lo único que refleja es una falta de política tecnológica. Es tapar el sol con las manos.
–¿Cuánto se aprovechan las aplicaciones de todo el tiempo que les dedicamos trabajando gratis para ellas?
–Más que decir que trabajamos gratis prefiero hablar de intercambios. Ellas hacen algo por nosotros y no somos tontos cuando las usamos y damos “Aceptar” a sus Términos y Condiciones, y realizamos ese intercambio de datos. Pero como toda relación comercial, tenemos derechos a que sean transparentes. En la Argentina, por suerte, tenemos la Ley Nacional de Protección de Datos Personales y una Dirección Nacional si alguna no cumple. Están obligadas a la transparencia, y cuando no lo hacen deben enfrentar la consecuencia de no hacerlo, como sucedió cuando fueron convocadas por el Congreso de Estados Unidos, después de una serie enorme de violaciones a la ley. Y fue porque tocaron a la política. Dieron algunas explicaciones, pero va a quedar ahí, lo que se necesita es prohibir los paraísos fiscales donde tributan y por los que están protegidas. Todas estas plataformas o aplicaciones están diseñadas para consumir más tiempo o dinero del que necesitamos. Con saber que son parte de un sistema que siempre nos pide más y un síntoma de una vida en la que en general estamos insatisfechos y recurrimos a ellas para sentirnos un poquito más satisfechos pero sabiendo que no son la solución, ya es todo un paso.
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