Por: MARILYN BOBES
Considerada por buena parte de la crítica como la obra inaugural del fenómeno editorial conocido como “boom latinoamericano”, la novelaRayuela, del argentino Julio Cortázar, cumple cincuenta años sin que el paso del tiempo haya borrado esa lozanía que la convierte en una de las narraciones más revolucionarias de la modernidad continental.
Según el Premio Nobel Gabriel García Márquez estamos hablando de una novela “tan bella e indestructible como su recuerdo”. Y es que todo el que ha tenido la oportunidad de leer y releer este documento extraordinario lleva en su memoria a Horacio Oliveira y a la Maga así como a Talita y Traveler junto a una inmensa gama de personajes inolvidables que, en su momento, testificaron una manera de mirar la vida y el arte sin relaciones causales y de acuerdo con leyes que refutan el predominio de lo establecido.
La primera edición de Rayuelavio la luz el 28 de junio de 1963 en un Buenos Aires que se sintió conmocionado por lo que el propio Cortázar denominó “una bomba atómica”.
“En Rayuela he roto tal cantidad de diques, de puertas, me he hecho pedazos a mí mismo de tantas y tan variadas maneras que por lo que a mi persona se refiere ya no me importaría morirme ahora mismo”, confesaba entonces su autor.
Cuatro años de elaboración y uno de revisión, escrita sin plan preciso y planteada como una polémica entre el autor y el lector, la novela es una especie de “modelo para armar” donde la linealidad de la historia es transgresoramente violada en virtud de una participación activa por parte del receptor.
Cuando se publicó Rayuela, Cortázar rondaba los cincuenta años y hasta ese momento había preferido el cuento como modo de expresión pero fue en la novela donde encontró la manera más revolucionaria de experimentación tanto con el lenguaje como con la estructura.
Según Carlos Fuentes, Rayuela no se opone al realismo sino que lo potencia. “Es un intento de conducir con una sola mano dos caballos: el estético y el político”.
Para el crítico peruano Julio Ortega “es una novela que rompe con los límites de la realidad en el lenguaje y proyecta un espacio de invención que nos descubre más humanos por más libres. Tendría que ser hoy más actual para confrontar la estúpida realidad que nos ha tocado”.
Para Cortázar “de alguna manera es la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura”.
Estructurada en 155 capítulos, la obra puede leerse de tres maneras diferentes y para ello se vale de un tablero de dirección que anula la lectura lineal aun cuando también el lector tenga la posibilidad de un abordaje convencional.
De esta manera la obra reivindica la importancia del lector que se ve obligado constantemente a un esfuerzo en el que se incluyen también abundantes citas de otros autores, recortes de periódicos y todo uncollage que enriquece de manera notable la huidiza trama.
Quizás pudiera decirse que la novela es una historia de amor, pero ello sería reducirla en su diversidad de lecturas.
La mayoría de los estudiosos coincide en que dos de sus momentos más altos son el pasaje de la muerte de Rocamadour y el concierto de Berthe Trepap.
Nada mejor que incitar a las nuevas generaciones a la lectura de esta pieza magistral por la que, dicho sea de paso, Julio Cortázar solo recibía 500 dólares al año por concepto de regalías.
Cortázar, cuyo centenario de nacimiento se conmemorará el 26 de agosto del 2014, trabajó como traductor para ganarse la vida y nunca recibió un premio literario. Sin embargo, la intemporalidad deRayuela lo convierte en uno de los escritores inmortales de las letras latinoamericanas.
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