En los últimos años también ha sufrido una tergiversación al ser presentada como una danza folklórica, que rápidamente se hizo muy popular, especialmente en las ciudades y que cada vez se aleja más del origen y significado propio. Este ritual es todavía practicado en las comunidades de la región denominada Norte Potosí, siendo conservado y transmitido de una generación a otra para promover parte de la costumbre ancestral y del patrimonio cultural. El t’inku es originario de la región en que habitan los Laimes y Jucumanis (comunidades quechuas), situada al norte del departamento de Potosí. En este encuentro ritual que se realiza anualmente denominado T’inku se efectúan peleas entre los varones (pero también entre mujeres y niños) de ambas comunidades. Generalmente las peleas deben ser uno contra uno, pero muchas veces el excesivo consumo de chicha lleva a peleas en conjunto, las que pueden causar graves heridas y hasta muerte.
Es practicado como un rito ceremonial mezclándose con la costumbre, filosofía y religión de los indigenas para su devoción mística. Dentro del T’inku obviamente también hay música y danza (las comunidades suelen entrar en marcha tocando los ritmos de Jula-Jula, pero no lo tocan en las ciudades como se comercializa el tinku). Los combatientes entre los que se destacan los “Warakkaku” y “Makhanaku”, quienes se enfrentan cuerpo a cuerpo desarrollando sus diferentes técnicas de pelea varonil en un ambiente guerrero. Según cuenta una leyenda, uno de los combatientes que ha sido vencido debe derramar su sangre con abundancia como un sacrificio u ofrenda, esto, para la Madre Tierra, conocida comúnmente por estas comunidades como la Pachamama, para que en ese año la cosecha sea abundante.
Actualmente la danza del “tinku” se baila en diferentes acontecimientos y festividades de Bolivia y dentro de si misma las peleas sólo se representan como una expresión artística, como son los enfrentamientos y las aglutinaciones en los diversos sistemas de combate (luchasimilar al judo y boxeo, como también a los ejercicios de entrenamiento militar que se practican en los Estados Unidos). Esta representación que se ve en dicha danza, sucede verídicamente en esta región del departamento de Potosí y en algunas localidades andinasprincipalmente dentro del territorio nacional. Durante el combate, dichas comunidades indígenas utilizán también armas típicas tradicionales de los incas como los boleadores, azotes, lazos etc.
Algunos antropólogos creen que la tradición del Tinku equivale a la cultura Moche, donde las tribus vecinas lucharían anualmente. Finalmente el término tinku quiere decir lucha y pelea, como también cita amorosa.
Últimamente las peleas están siendo controladas y vigiladas por un árbitro, algo parecido como sucede en torneos de un Knock Out, dichos arbitros son las autoridades máximas de estas comunidades; el Cacique y el Alcalde Mayor. Quienes por demostración de su don de autoridad y como medio de coerción y obediencia, blanden un látigo contra quienes no observan las reglas previamente acordadas.
El tinku en Macha
Los macha fueron la etnia dominante dentro de la federación de los Qaraqara, este grupo étnico estaba dividido en dos grandes mitades llamadas Alasaya y Majasaya, denominaciones aymaras que significan respectivamente “los de Arriba” y “los de Abajo”. (Tristan Platt, 1988)
Actualmente su territorio se halla circunscrito a la primera sección municipal de la provincia Chayanta del departamento de Potosí. La localidad de Macha (en la época colonial pueblo de indios según las ordenanzas toledanas) esta sobre el camino entre las ciudades deLlallagua, Sucre y Potosí, es cabecera de valle y los idiomas que se habla son el quechua, el castellano y el aimara.
El Tinku se realiza en Macha, los días 3 y 4 de mayo de cada año, aunque también se lleva a efecto en estas fechas en las poblaciones de Ocurí, Pocoata, Chayanta del norte de Potosí
Mientras iba recorriendo el camión —el último tramo— antes de llegar a Macha destacaba nítidamente la torre de la iglesia en el conjunto del pueblo, construida esta en las faldas de los cerros y a orillas de dos ríos, los cuales confluyen para formar el río grande.
Llegamos a Macha con una serie de inquietudes e interrogantes sobre el Tinku, recogidas de las expresiones tanto de vecinos de Llallagua, de los comerciantes que viajaban a Macha, como de los jóvenes que llevaban sus adornos y atuendos para participar en la fiesta.
Era el día 2 de mayo y el arribo de los comunarios al pueblo para la fiesta recién seria el día 3 en la noche. Esto nos permitió tomar contacto con el núcleo de vecinos de Macha, con los comerciantes que llegaban de Llallagua, Oruro, como el caso de las vivanderas provenientes de Colquechaca (centro minero aledaño, en el que se extraía plata y ahora estaño). Ese día se escuchó el sonido de los dinamitazos; un profesor rural nos indico que era la forma en que los comunarios se llamaban para reunirse en sus cabildos, para luego emprender el recorrido hacia el pueblo.
En el ambiente se percibía una tensión disimulada, y las ideas que recibíamos nos iban presentando a los participantes del Tinku como una especie de personajes salvajes que se enfrentaban entre sí, se mataban sin respetar a nadie. Motivo por el cual nuestra primera reacción era de cierta cautela y de evitar acercarnos a ellos, estabamos predispuestos por los juicios valorativos en horas previas que nos hacían temer posibles agresiones.
Cuando empezaron a llegar, la plaza del pueblo se encontraba vacía, los comerciantes apostados en el lado este y norte tenían sus toldos bien cerrados.
Los grupos de comunarios llegaron a la plaza pasada la media noche del día 3 de mayo, primero los Uluchis, luego los Salinas, los Bombori, haciéndose incontables. Cada uno venia en grupos controlados por el Mayura, sus Jilanqus (autoridades tradicionales de los ayllus), Imilla wawas (mujeres solteras, escogidas con anterioridad) y el Alférez o pasante de la fiesta, quienes provistos de chicotes de cuero trenzado les incitaban a bailar gritándoles “tusuychis carajo”.
La música de los jula julas marca el paso de los bailarines que en acompasada danzan formando un círculo en cada esquina y dan vueltas zapateando en el mismo sentido de las manecillas del reloj y viceversa.
Al ingresar a la plaza, pasan por la iglesia y se dirigen a la torre, ahí empezaron a challar y hacer libaciones a la misma gritando “sumaj Tinku” como un augurio de buena suerte. En frente de ellos se habían acomodado cerca de una decena de mujeres que vendían alcohol y singani.
Los primeros enfrentamientos se dan repentinamente y comienza una pelea entre. Al día siguiente nos informamos que en esta primera pelea entre los Uluchi y los Bombori murió un joven de 17 años de Bombori, recién vuelto del cuartel, cuyo padre había muerto en el anterior Tinku en carnavales. El “arreglo” en esta caso consiste en la “paga” de ganado vacuno a los familiares del occiso.
A la mañana siguiente continuó la entrada en tropel por distintas calles con destino a la plaza, el ingreso nunca era individual, sino siempre en grupo y para ello en las inmediaciones del pueblo, en las faldas de los cerros o en el río se reunían los comunarios para prepararse y cambiarse de ropa. En la observación realizada en mayo de 1996, se pudo constatar que ya no solo venían a pie sino que llegaban en camiones de los lugares más alejados, y estos se encontraban estacionados en la afueras del pueblo.
Cada grupo tenía su cruz —se supone que el 3 de mayo se recuerda al señor de la cruz. El que la traía en sus hombros era el pasante de la fiesta.
Es interesante observar la “humanización” de las cruces hechas de madera; en la parte superior llevan una figura del rostro de Cristo vestido con poncho, bufanda y ch’uspa asemejándose a una persona, en algunos casos adornado con chumpis, con banderas blancas, otras cruces llevan sobre la cabeza una pequeña montera de cuero, como si Cristo también vinieran a pelear en el Tinku. Colgaban en la cruz papas, maíz, etc. que representan semillas para la producción agrícola, solo los pasantes que llevan la cruz debían ingresar a la iglesia a escuchar la misa.
En cuanto al Tinku mismo, en las tres esquinas de la plaza había enfrentamientos entre los ayllus de arriba o abajo o entre parcialidades de ayllu.
La pelea —contrariamente a lo que se puede creer— no es una batalla campal de todos contra todos, sino que los enfrentamientos corresponden a un ordenamiento social establecido, los conflictos de dan a nivel de la parcialidad de Alasaya y Majasaya, por ejemplo entre los ayllus de Bombori y Uluchi, y entre parcialidades de “churi” ayllus, por ejemplo Salinas alta con Salinas baja.
El ordenamiento dentro del conflicto no solo se da a nivel macro social, sino a nivel de género y edad, nos solo pelean los varones, sino también las “Imilla wawas” (mujeres solteras), los adolescentes y los niños.
Esta disposición “natural” en el Tinku ahora se halla controlada, por no decir reprimida por la presencia de la policía y los vecinos que organizan su “policía civil”, haciendo que el conflicto se convierta en un espectáculo de box entre los varones, a ver cual de ellos es el vencedor.
En determinados momentos, los vecinos y la policía no pudieron controlar a los bandos enfrentados y es en esos momentos en que el Tinku adquiría su forma más primigenia. La pelea es una batalla entre colectivos sociales, no individuos; la figura es el rapto de un varón del bando opuesto que es arrastrado hacia sus adversarios, al mismo tiempo le quitan sus prendas y atavíos, montera, fajas y le empiezan a “wayqhear” (golpearle entre todos), recibe patadas, puñetes, en eso intervienen sus coetáneos para defenderlo, incluso sus mujeres echándose encima del caído para protegerlo de los golpes con su propio cuerpo sin importarles en algunos casos que tengan un niño en sus espaldas.
Un elemento mortal de la pelea es el uso de piedras —han sido prohibidas con multas económicas— que se usan con hondas o a mano; cuando uno de los grupos empiezan a retroceder y esta siendo vencido, entonces recurre al uso de las piedras equilibrar el conflicto; pudimos observar como llovían las piedras y de que manera evitaban su impacto haciendo piruetas y saltos especialmente los más jóvenes, pero cuando estas hacían impacto en el cuerpo o la cabeza de los comunarios, estos se desplomaban sangrantes sintiéndose la muerte en el ambiente, los heridos eran arrastrados por sus compañeros o su mujer hacia atrás para luego levantarse nuevamente y querer seguir peleando. Los heridos muy pocas veces acuden al médico para que les curen sus heridas.
La juventud demostrada por la fuerza que ostentan durante las pelea, su resistencia o superioridad es símbolo de prestigio. Esto se manifiesta si describimos el enfrentamiento entre dos varones: El primero más joven que insistía en mostrar su fortaleza; el segundo de unos 25 años que no utiliza ninguna protección, no usa montera, ni ñuqus y en las manos, al entrar a la pelea crean gran expectativa entre los participantes por que no encuentra un rival de su talla, sufre golpes y sale sin sangrar, no muestra cansancio; mientras que su rival se retira totalmente ensangrentando. Este vencedor dice a todos: “Ustedes pelean como mujeres”.
Las mujeres, contrariamente a nuestros conceptos occidentalizados o eurocéntricos, no se ocupan precisamente de evitar o detener a sus maridos sino que los incitan para que vayan a pelear haciendo alusión a su hombría, warmi qanki? (“¿acaso eres mujer?”); o en medio de la lluvia de piedras corren con sus hijos en sus espaldas, poniendo en peligro su vida, la de su compañero e incluso la vida de sus hijos, en un desfile de pasiones y furia exacerbada, en el cual la explicación de la relatividad cultural pareciera quedarse corta ante el hecho de que ver la muerte frente a nosotros retrotrayéndonos temores de los más profundo de nuestro inconsciente.
La otra fase del Tinku es el consumo de bebidas alcohólicas, ya sea en las casas de fiesta como también la venta de chicha en la misma plaza, donde se asientan mujeres que ofrecen esta bebida, a cuyos puestos se acercan los lloqallas y las imillas (hombres y mujeres jóvenes) a beber acompañados de sus charangos y entonando canciones alusivas al galanteo, al amor:
Aquí viene una mula (bis) no tiene montura (bis) pobre jovencito, no tiene fortuna (bis)
Acaso toritos llevan corazones Acaso toritos roban corazones toritos se llaman, los engañadores (bis)
Este comercio conlleva todo un juego de relaciones de parentesco y erotismo; algunas de la muchachas que cantan son parientes de las vendedoras de chicha, o sea se convierten en un atractivo para que se acerquen a sus puestos y garanticen una buena clientela.
El aproximarnos a esta realidad, nos conduce a afirmar que esta manifestación de violencia esta sesgada por el consumo de alcohol, que es un elemento vital para la creación de un espacio de encuentro y enfrentamiento entre la vida y la muerte.
Enlaces externos
Bibliografía recomendada
Flores, Willer. López, Jaime. Plicque, Katherine. Lliqllas chayantaka. Textiles en el Norte de Potosí. En: Anales de la Reunión anual de etnología. Museo nacional de etnografía y folklore. MUSEF, La Paz.
Stobart, Henry. The Llama’s Flute: Musical Misunderstandings in the Andes. In: Early Music, Vol. 24, No. 3, Early Music from Around the World. (Aug., 1996), pp. 470-482.
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