Por: Thierry Meyssan
En el islam, el papel que desempeñan los Papas cristianos no va a manos de un teólogo sino al jefe de Estado más poderoso, como en el cristianismo de la época romana. La función de califa se convirtió así una cuestión más política que espiritual. Después de haber creído que el califato de Daesh ofrecía a Turquía la posibilidad de recuperar su grandeza otomana, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan logró más bien lo contrario… empujar su país a la barbarie. RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 13 DE AGOSTO DE 2019
Imagen tomada del mensaje del presidente turco Erdogan en ocasión del Aid al-Adha, la fiesta musulmana del cordero o Fiesta del Sacrificio.
En el siglo XVIII, durante la guerra de Crimea, el zar ruso fue el primer jefe de Estado en reconocer el doble papel político y espiritual del califa. Constantinopla había sido derrotada militarmente, pero su sultán seguía conservando un poder sobre las almas de los tártaros.
Los sultanes se habían autoproclamado sucesores de Mahoma, en nombre del lugar que habían conquistado, a punta de sable, en la historia del mundo musulmán. En ausencia de rivales, los sultanes asumían la dirección espiritual de los musulmanes, incluso fuera de su imperio.
Al término de la Primera Guerra Mundial, cuando ese imperio se vio definitivamente vencido y disuelto, Mustafá Kemal Ataturk se sintió muy incómodo con aquel legado y trató de separar el poder temporal, cuyo control él mismo había asumido, del poder espiritual, poder que trató de transferir –primero a una autoridad árabe y después a una autoridad india. En definitiva, Mustafá Kemal no encontró más solución que abolir el califato –el 5 de marzo de 1924– para emprender la modernización de Turquía [1]
Para George V, rey de Inglaterra y jefe de la Iglesia anglicana, era imposible recuperar el califato en una de sus colonias, y por ende apropiarse del poder espiritual sobre todos los musulmanes. Eso fue lo que el rey Fuad I trató de hacer –sin éxito– en el Egipto colonizadp.
En 1928, Hassan al-Banna creó la Hermandad Musulmana, para regenerar la sociedad egipcia. Su actividad era exclusivamente moralizadora. Pero la Hermandad Musulmana planteó desde el primer momento que, después de “islamizar” el modo de vida del pueblo, habría que restablecer la unidad de los musulmanes alrededor del Califato y extender este último al resto del mundo. El rey Fuad I vio en la Hermandad Musulmana un poderoso respaldo para su régimen, sometido al Imperio británico. Así que la Hermandad Musulmana presentó candidatos a las elecciones legislativas egipcias de 1942 y asesinó al primer ministro egipcio laico, en 1948, limitándose a hacer lo que quería el rey Faruk.
Por su parte, el filósofo de la Hermandad Musulmana, Sayyed Qutb, describió el Califato no como un ideal que debía realizarse en un futuro lejano sino como el fruto maduro de la regeneración social. Anwar el-Sadat, quien había sido agente de enlace entre la Hermandad Musulmana y el movimiento de los Oficiales Libres, logró convertirse en presidente de Egipto con el respaldo de la CIA. Sadat islamizó la sociedad egipcia y preparó las cosas para el parlamente egipcio lo proclamara califa. Pero la Hermandad Musulmana no veía las cosas de la misma manera y orquestó el asesinato de Sadat, perpetrado por el grupo terrorista Yihad Islámica, bajo la dirección de Ayman al-Zawahiri [2].
Exactamente de la misma manera, el Emirato Islámico (Daesh) [3] pudo considerar –en contra de la opinión de Ayman al-Zahawiri, ahora convertido en el emir de al-Qaeda– que había logrado imponer el orden «islámico» e instaurado la sociedad perfecta en la ciudad siria de Raqqa, lo cual le daba derecho a proclamar el Califato, el 14 de junio de 2014.
Según el acta de la participación de los servicios secretos en la reunión donde se preparó la ofensiva de Daesh contra Irak –reunión realizada en Amman, capital de Jordania, del 27 de mayo al 1º de junio de 2014–, acta revelada más tarde por el diario turco Ozgur Gundem, la proclamación del Califato no fue mencionada por los participantes que representaron al Reino Unido, Israel y Estados Unidos en aquella reunión [4]. Es por tanto posible que la proclamación del Califato haya sido una iniciativa de los mercenarios de Daesh y que tal iniciativa fuese más allá de la misión que se les habia encomendado. En todo caso, para el gobierno turco el Califato era la oportunidad de volver a conquistar el poder espiritual perdido sobre todo el mundo musulmán.
Lógicamente, la Turquía islamista apoyó sin reservas a Daesh. Sólo Rusia denunció tal estado de cosas, primeramente en la reunión del G20 realizada en Antalya (Turquía) –en noviembre de 2015– y más tarde a través de 5 informes de la inteligencia rusa entregados al Consejo de Seguridad de la ONU entre el 29 de enero y el 17 de mayo de 2016 [5].
El fracaso militar del Califato ante los ejércitos de Siria e Irak puso a Turquía ante la peor imagen de sí misma que podía tener. No hay ninguna diferencia entre las hordas de jinetes de Tamerlán invadiendo Bagdad y los yihadistas de Daesh invadiendo Mosul en columnas de Toyota [6]. Tampoco hay diferencia alguna entre el genocidio desatado contra los no musulmanes –como los cristianos armenios– primeramente por el sultán Habdul Hamid-II y más tarde por los Jóvenes Turcos y la masacre de kurdos yazidíes y decapitaciones masivas de laicos. Todo el trabajo que Mustafá Kemal había realizado para sacar de la barbarie a los «hijos del lobo de las estepas» y construir una Turquía moderna se vio así reducido a polvo en cuestión de meses.
Es por tanto muy importante tomar en serio el cambio orquestado en Ankara en ocasión del tercer aniversario del intento de asesinato contra el presidente Recep Tayyip Erdogan y la intentona golpista que tuvieron lugar el 15 de julio de 2016. La vía de la Hermandad Musulmana arrastró a Turquía a una fase de horror y violencia. Luego de haberse visto a sí mismo convertido en «Protector» de esa cofradía, el AKP [7] tiene que volver a separar la política de la religión, como hizo Ataturk. No es sólo una opción sino una necesidad vital [8].
La propaganda que afirma que en la porción de suelo sirio que la prensa occidental se empeña ahora en designar como «Rojava» no hay elementos de Daesh y el nebuloso acuerdo concluido con Estados Unidos sobre el norte de Siria no modificarán el hecho que la situación ha cambiado. Son factores que sólo posponen la necesaria clarificación. Ankara está obligada a proseguir el proceso de Astaná.
Es por eso que, en su mensaje por el Aid al-Adha, la fiesta musulmana del cordero o Fiesta del Sacrificio, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan recuerda el carácter unitario de ese ritual en memoria de la revelación judeocristiano-musulmana de Abraham, recuerda también las victorias militares turcas y termina con un extraño llamado a la prudencia en la circulación vial. Ankara se vuelve hoy, prudentemente, hacia una redefinición de la identidad turca, no religiosa sino nacionalista, no exclusiva sino inclusiva.
[1] The Inevitable Caliphate? A History of the Struggle for Global Islamic Union, 1924 to the Present, Reza Pankhurst, Oxford University press, 2013.
[2] «La Hermandad Musulmana, como cofradía de asesinos» por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 29 de junio de 2019.
[3] También llamado Estado Islámico y designado a veces con las siglas EIIL, ISIL o ISIS. Nota de la Red Voltaire.
[4] «Daesh hace realidad el Califato, sueño de la Hermandad Musulmana», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 9 de agosto de 2019.
[5]
1. «Informe sobre el comercio ilegal de hidrocarburos por el Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL)», Red Voltaire, 29 de enero de 2016.
2. «Informe de la inteligencia rusa sobre actual apoyo de Turquía al Emirato Islámico», Red Voltaire, 10 de febrero de 2016.
3. «Informe de la inteligencia de Rusia sobre el tráfico de antigüedades de Daesh», Red Voltaire, 8 de marzo de 2016.
4. «Informe de la inteligencia rusa sobre actual apoyo de Turquía al Emirato Islámico», Red Voltaire, 18 de marzo de 2016.
5 «Nuevo informe de la inteligencia rusa sobre actual apoyo de Turquía al Emirato Islámico», Red Voltaire, 17 de mayo de 2016.
[6] Los mongoles conquistaron Asia en el siglo XIV. Sus descendientes fundaron el Imperio Otomano.
[7] El AKP es el partido de gobierno del actual presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Nota de la Red Voltaire.
[8] «Turquía no se alineará con la OTAN ni con la OTSC», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 6 de agosto de 2019.
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