Por: Patrocinio Navarro Valero
Mientras se acumulan los muertos en Ucrania y en otros muchos sitios, como Yemen o Palestina, por motivos supuestamente religiosos como en Arabia saudí o Irán, o por asuntos de dominación política como Marruecos en el Sahara occidental, y las catástrofes climáticas son ya imparables, vemos crecer a la par los fabulosos dividendos de industrias energéticas, fondos de inversión, grandes multinacionales del armamento y otras industrias “sucias” ; se forran los bancos con sus hipotecas asesinas de familias y se mantiene la Edad Media en Oriente Medio, crecen al mismo ritmo los desahucios, las colas del hambre, y las de muertos por hambre, los suicidios, las crisis económicas en cadena, la pobreza y el desamparo social mundial y muchas otras cosas que no menciono por sabidas.
¿Qué hay tras todo esto? ¿Podría existir un denominador común que hiciera posible semejante hecatombe global? La mayor parte de los analistas y supuestos expertos en economía o política, no se plantean siquiera estas cuestiones. Y sin embargo es fácil pensar que debe haber algo que impida progresar en bienestar, en justicia social, en salud y en felicidad, por lo que retrocedemos a pasos acelerados en todos esos aspectos y en otros que de nuevo no menciono por sabidos.
Si uno fuera un observador extraterrestre constataría con asombro cómo es que en un Planeta como este, con tantos recursos naturales, no se ha llegado al grado de conciencia colectiva precisa para que todo eso sea administrado sabiamente tanto en cantidad como en calidad y en justicia para compartirlos. Se preguntaría como una especie que parece inteligente dominada por unas minorías pueden soportar ver arrasar al Planeta que les alimenta, acabando suicidamente con todos los recursos, envenenando todos los ecosistemas y provocando extinciones en masa de especies animales y vegetales sin que les tiemble el pulso para matarse entre ellos mismos, esta especie inteligente, camino de su propia extinción por todas esas causas. Y el observador extraterrestre terminaría por dudar, y con toda razón, acerca de esa supuesta inteligencia humana. Y si falla la inteligencia colectiva, ¿a qué puede deberse?, se pregunta.
“Vayamos a otro aspecto que define a la raza humana”, se dice. Tal vez ahí esté la respuesta. Vayamos, pues a la conciencia social y a la conciencia ética y moral que se supone poseen los terrícolas. Analizando su historia se aprecian dos profundos movimientos mundiales a favor del desarrollo de la conciencia como remedio para evitar los males del mundo. Uno con predominio de los valores espirituales se llama Cristianismo; otro, con predominio de los valores sociales recibe el nombre de Comunismo.
¿Podría ser la solución a esta enorme debacle mundial la cooperación entre el cristianismo originario falsificado, malogrado y desacreditado por la Iglesia falsamente cristiana, y el ideal comunista falsificado, malogrado y desacreditado por los falsos comunistas? ¿Sería posible la unidad entre las dos corrientes históricas que, pese a sus manipuladores, y liquidadores, han marcado el camino de la redención espiritual y de la redención social respetivamente?… Sería posible si existiese una revolución de la conciencia que hasta ahora nunca se ha realizado, y que fuese capaz de transferir al intelecto los valores sociales y espirituales genuinos y falsificados, lo que permitiría rescatar a la inteligencia del primitivismo en que se halla, que le conduce a la muerte. Como es natural, ese salto cualitativo se debe desarrollar primero en las conciencias individuales hasta alcanzar esa mayoría crítica necesaria para cualquier cambio colectivo a gran escala, concluye el observador. Y el caso es que existen los principios para llevar a cabo esa transformación. Y el observador, lee:
“Lo que quieras que te hagan a ti hazlo tú primero a otro”, “No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti” dice el Cristo.
“A cada uno según sus necesidades y de cada uno según sus posibilidades, escribe Marx.
Los primeros cristianos compartían sus bienes, se negaban a servir en el ejército romano, no comían carne, no eran cazadores, eran antiesclavistas y no discriminaban a la mujer…hasta que llegó Constantino y legalizó a esos disidentes, dándoles toda clase de facilidades para expandirse: dinero, bienes, apoyo estatal. El mismo Constantino, un emperador especialmente criminal, se convirtió en el alma mater de esa nueva religión a la que apadrinó, y dirigió: la Iglesia. Y es a partir de entonces, que todos los logros conseguidos por los seguidores de Jesús de Nazaret, fueron poco a poco desapareciendo excepto en pequeños reductos que serian perseguidos a muerte acusados de herejía por los nuevos amos, ahora religiosos, con el apoyo incondicional de los políticos de todas las épocas desde Constantino hasta hoy mismo, en que una comunidad cristiana originaria en Alemania es obstaculizada, difamada, calumniada, y puesta en entredicho por todos los medios a su alcance, y son muchos, tanto de las iglesias católica y protestante como por los políticos alemanes. La historia continúa. La inteligencia no funciona en las altas esferas del poder, que lleva las riendas en la destrucción del mundo y de su propia autodestrucción.
Todos los que nos hemos interesado por la historia de las revoluciones hemos visto que siempre sucede lo mismo. En cuanto un dirigente revolucionario- espiritual o social- intenta que se conozcan procesos encaminados a conseguir mayor pureza ideológica que favorezca el desarrollo de la conciencia y los intereses de las masas obreras y populares en contra de los burócratas de palacios o catedrales, estos ponen en marcha con mucha facilidad una hoguera, un asesinato moral, un pelotón de ejecución, una purga, un gulag o un hospital psiquiátrico, según los casos. Esta es la historia que no cesa.
Existen, pues opciones sencillas para regenerar la vida colectiva, pero nunca han sido puestas en ejecución a nivel de masas, porque falta hasta hoy esa conciencia altruista, ese amor desinteresado a todo ser, ese respeto por el otro, por la naturaleza y por el mundo animal y vegetal.
Cristianismo auténtico, comunismo auténtico: Todos para uno y uno para todos. Libertad, igualdad, fraternidad, unidad y justicia. ¿No son aspectos complementarios para la evolución aunque se parta de diferentes visiones filosóficas? Mientras el cristianismo se dirige al bienestar espiritual, que sin duda revertiría en bienestar social, el comunismo se centra en el bienestar material, que sin duda ayudaría al espiritual, así que sus valores son complementarios, no excluyentes.
Ambas tendencias históricas, de haber sido capaces de entenderse a sí mismas y sin prejuicios para entender a la otra, habrían dado un vuelco a la historia de este mundo, y seríamos mucho más felices en un Planeta saludable. ¿Será posible alguna vez la superación del egocentrismo individualista destructivo a favor del altruismo cooperativo y constructivo? Si no nos damos prisa en superar cada uno lo demasiado humano basado en el desamor, indiferencia y desprecio a los semejantes, estamos abocados a la mayor catástrofe de nuestra historia colectiva: climática, social, espiritual, y de simple supervivencia como especie.
Patrocinio Navarro
25 de octubre 2022
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