Estados Unidos está viviendo la misma situación que en 1995: la Casa Blanca trata de reducir los gastos militares pero el Congreso impone su aumento. Antes, el pacifista era Bill Clinton y los belicistas eran los republicanos, junto a algunos demócratas. Ahora es al revés: el pacifista es Donald Trump y los guerreristas son los demócratas, con respaldo de algunos republicanos.
Los demócratas, que diariamente atacan al presidente republicano Trump por sus declaraciones belicosas, votaron en el Senado junto a los republicanos por elevar el presupuesto del Pentágono para 2018 a 700 000 millones de dólares, o sea 60 000 millones más de lo que había solicitado Trump. Si agregamos a esa suma los 186 000 millones anuales que se destinan a los militares retirados, entre otras cosas, el gasto militar total de Estados Unidos se eleva a unos 1 000 millardos [1], lo cual representa una cuarta parte del presupuesto federal. El voto unánime del Comité senatorial para los Servicios Armados, que se compone de 14 senadores republicanos y 13 demócratas, fue decisivo.
Ese comité subraya que «Estados Unidos debe fortalecer la disuasión ante la agresión: Rusia sigue ocupando Crimea, desestabilizando Ucrania, amenazando a nuestros aliados de la OTAN, violando el Tratado sobre las Fuerzas Nucleares de Alcance Medio (INF) de 1987 y apoyando el régimen de Assad en Siria». Además, acusa a Rusia estar realizando «un ataque sin precedente contra nuestros intereses y valores fundamentales», sobre todo a través de «una campaña tendiente a socavar la democracia estadounidense». Se trata de una verdadera declaración de guerra con la cual la coalición bipartidista justifica el refuerzo de toda la maquinaria de guerra estadounidense.
Veamos algunos de los gastos previstos para el año fiscal 2018, que comenzó el 1º de octubre de 2017:
10 600 millones de dólares asignados a la compra de 94 cazas F-35, 24 más de los que había solicitado la administración Trump;
17 000 millones asignados al «escudo antimisiles» y la actividad militar espacial, 1 500 millones más de lo que había solicitado la administración;
25 000 millones asignados a la construcción de 13 navíos de guerra, 5 más de lo que solicitaba la administración.
De los 700 000 millones del presupuesto de 2018, 640 van principalmente a la compra de nuevo armamento y al personal militar, cuyos sueldos aumentan, llevando así el costo anual a 141 000 millones, y 60 000 millones van a las operaciones en Siria, Irak, Afganistán y otros países. Además, 1 800 millones se destinan al entrenamiento y equipamiento de formaciones armadas que reciben órdenes de Estados Unidos en Siria e Irak; y 4 900 millones van al fondo destinado a las fuerzas de seguridad afganas.
A la Iniciativa de Reaseguramiento Europeo, iniciada por la administración Obama en 2014, después de la «agresión revanchista rusa contra Ucrania», están destinados, en 2018, 4 600 millones de dólares, que servirán para aumentar la presencia de fuerzas blindadas estadounidenses y el «preposicionamiento estratégico» de armamento estadounidense en Europa. Para garantizar a Ucrania una «asistencia letal» (o sea, armamento) se asignan 500 millones de dólares.
El aumento del presupuesto del Pentágono arrastra consigo los presupuestos militares de los demás miembros de la OTAN –bajo las órdenes de Estados Unidos–, como Italia, que actualmente gasta en el sector militar 70 millones de euros al día y tendrá que pasar a un centenar de millones.
O sea, que el presupuesto del Pentágono nos da una idea de lo que se prepara en Italia.
Entre los gastos “menores”, aunque no por ello menos importantes, se cuentan 27 millones de dólares asignados a la base aérea de Aviano, prueba de que sigue reforzándose esa base con vista al despliegue [en Italia] de las nuevas bombas nucleares [estadounidenses] B61-12, y 65 millones para el programa de investigación y desarrollo de «un nuevo misil con base terrestre y de alcance intermedio para comenzar a reducir la diferencia de capacidad provocada por la violación rusa del Tratado sobre las Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio».
En otras palabras, Estados Unidos tiene un programa de despliegue en Europa de misiles nucleares análogos a los Pershing 2 y los Cruise de los años 1980, que en aquella época se instalaron en la región italiana de Comiso. Eso es lo que nos anuncia, desde el Senado de Estados Unidos, el Comité sobre los Servicios Armados con su voto bipartidista unánime.
[1] 1 millardo = 1 000 millones
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