Por: ALFREDO JALIFE-RAHME
Se les desploma su quimérico caso a los mendaces propagandistas anglosajones que sin evidencias habían indiciado al presidente ruso Vlady Putin de ser el autor del criminal derribo del avión de Malaysia Airlines cuando, al parecer, él era a quien quisieron asesinar los neonazis (literal) del gobierno de Ucrania, que confundieron su avión.
Russia Today había publicado, inmediatamente después de la tragedia, la versión de que el objetivo verdadero era el avión de Vlady Putin, quien regresaba de su gira triunfal por Latinoamérica (http://goo.gl/xkbUcZ).
Por prudencia extrema, no descargué la versión de Russia Today, que dejé en el tintero, sobre los dos aviones que volaron cerca: el Boeing-777 derribado de Malasia y el IL-96 del presidente ruso con enorme parecido tricolor: rojo, blanco y azul.
Sale a colación un proverbio árabe sobre la clandestina mentalidad criminal de algunos sectores que navegan con máscara angelical: matar a alguien para luego encabezar su entierro.
Aun en los avernos existen grados de malignidad, como ilustró el genial florentino Dante, cuando nuestras peores expectativas escatológicas suelen ser superadas por el ilimitado grado de maldad a la que han llegado las caóticas relaciones internacionales en el centenario de la Primera Guerra Mundial.
El galardonado investigador estadunidense Robert Parry ahora vuelve a la carga y, después de haber filtrado que el ejército de Ucrania había derribado el fatídico avión, comenta que “algunos analistas de Estados Unidos piensan que Putin, cuyo avión volaba cerca, pudo haber sido el objetivo de los ucranios de línea dura que derribaron erróneamente el avión (http://goo.gl/P2jvjM)”. ¡Súper uf!
El célebre Robert Parry detonó el pestilente escándalo del Irán- contras y ahora emitió la huérfana hipótesis contraria a la grotesca cuan masiva cacofonía propagandística anglosajona que exorcizó a Vlady Putin (http://goo.gl/n8jlpe).
Afirma que en caso de ser verdadera, la dirección de la investigación en el derribo del 17 de julio ha virado dramáticamente de los alegatos iniciales del gobierno de Estados Unidos de que los rebeldes orientales ucranios, usando una batería antiaérea provista por Rusia, fueron responsables de haber derribado el avión matando a 298 personas a bordo y cuya consecuencia fue la histeria antirrusa del gobierno de Obama, que orilló a los europeos a sancionar a Moscú y desembocó en una incipiente guerra comercial.
Ni existió misil ruso ni los rebeldes poseían tales misiles letales, por lo que los analistas de Estados Unidos plantean un escenario distinto, en el que la línea dura del gobierno de Ucrania –¿cuál será su indetectable línea suave?–, en colusión con elementos de la fuerza aérea, puedieron haber intentado emboscar el avión de Putin, pero en su lugar derribaron el avión malasio. ¡Y retumba en su centro la Tierra!
Dos cazabombarderos del gobierno de Kiev acompañaron al avión derribado, que fue obligado extrañamente a cambiar su ruta por la torre de control.
Según Robert Parry, los dos cazabombarderos de la fuerza aérea de Ucrania pudieron haber liquidado al avión malasio golpeado por el misil lanzado por el ejército de Ucrania en la parte oriental.
Las implicadas autoridades de Ucrania contaban con pocos minutos para detectar el avión de Putin y es plausible que los atacantes tomaron una decisión precipitada para derribar antes de darse cuenta de que habían cometido un trágico error.
¿Un error a esas alturas? ¿Quién sopló el mapa de ruta del avión de Putin sobre Ucrania oriental? ¿Quien conmutó las rutas tanto del avión ruso como del avión malasio?
El deseo de los extremistas de Ucrania de asesinar a Putin está plasmado en intercepciones telefónicas y en datos de espionaje, y Robert Parry da mucho crédito a las amenazas de muerte contra Putin de la ex premier Yulia Tymoshenko y, sobre todo, de su aliado: el banquero oligarca Iho Kolomoyskyi (con una fortuna de 6 mil 500 milllones de dólares, quien ostenta la triple nacionalidad ucrania, israelí y chipriota), que literalmente compró la gubernatura de la región suroriental de Dnipropetrovsk, no muy lejos del lugar donde fue derribado el avión.
La biografía crapulosa del banquero Kolomoyskyi (http://www.alfredojalife.com/?p=1280 ) no es nada edificante y se desprende de las investigaciones que es uno de los principales sospechosos de haber teledirigido el derribo del avión malasio.
Las amenazas de muerte contra Putin de la dupla Tymoshenko/Kolomoyskyi son estudiadas como posible motivo del ataque al avión malasio, asevera Robert Parry.
En paralelo al fallido asesinato de Putin, otra línea de investigación en Estados Unidos apunta a que los militares de Ucrania derribaron el avión de pasajeros simplemente (sic) para crear una provocación que pudo haber sido volteada contra los rebeldes y Rusia.
El viejo zorro caribeño Fidel Castro nunca se fue con la finta y sin titubeos señaló la culpabilidad de Ucrania en el derribo del avión, en coincidencia con el inicio del infanticidio de palestinos por la potencia nuclear Israel.
Robert Parry se inclina más por la hipótesis del asesinato de Putin, lo cual hubiera desencadenado represalias nucleares de Rusia y la invasión de Ucrania, con una alta probabilidad de una confrontación con Estados Unidos.
La imperturbabilidad de Putin es proverbial: a diferencia del locuaz Obama, actúa más de lo que vocifera. Dejó pasar tres semanas de exorcismos en las portadas de las revistas anglosajonas ( Time, Newsweek y The Economist) que, más que con Hitler, lo compararon con Mefistófeles.
Esta semana The Economist se quedó sin portada rusófoba –que consagró insulsamente al negocio del sexo–, mientras el mundo retuvo su respiración por la proximidad de una tercera guerra mundial por escalada y en cascada global.
Ahora Obama puede partir de vacaciones por dos semanas, mientras las bolsas regresan a las cotizaciones triunfales y Robert Parry se refocila con sus notables filtraciones que subtienden a una desescalada en Ucrania.
Como excepcional judoka cinta negra, Putin resbaló el diluvio de golpes occidentales y con un solo revire magistral pasó a la contraofensiva tanto con la extensión del asilo a Snowden por tres años como con sus demoledoras sanciones alimentarias a Europa y Estados Unidos, que pusieron puerilmente el grito en el cielo.
Esta semana se escenificó la extraña cuan súbita dimisión del jefe de seguridad nacional de Ucrania, el anterior líder nazi (literal) Andrij Parubiy.
¿Habrá sido ya desenmascarado Andrij Parubiy por los servicios de inteligencia de Estados Unidos?
La contumaz cuan mendaz prensa anglosajona en el caso del avión malasio se degradó hasta el noveno círculo de los avernos dantescos al padecer el “síndrome Mamá Rosa”: defender la indefendible criminalidad mediante el control orwelliano de sus multimedia carentes de sindéresis y sin contraste dialécticamente antitético y que sólo sirven los intereses plutocráticos neoliberales de sus dueños al precio de aniquilar la verdad ética y estéticamente luminosa, ya no se diga de colocar irresponsablemente al planeta al borde de una guerra nuclear.
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