Por: Manlio Dinucci
Geógrafo y politólogo. Últimas obras publicadas: Laboratorio di geografia, Zanichelli 2014 ; Diario di viaggio, Zanichelli 2017 ; L’arte della guerra / Annali della strategia Usa/Nato 1990-2016, Zambon 2016. Guerra nucleare. Il giorno prima. Da Hiroshima a oggi: chi e come ci porta alla catastrofe, Zambon 2017; Diario di guerra. Escalation verso la catastrofe (2016 – 2018), Asterios Editores 2018.
No es un análisis ni una opinión. Es un hecho. El «orden internacional libre y abierto» que Estados Unidos ha venido promoviendo desde 1945 ha costado la vida a entre 20 y 30 millones de personas en todo el mundo. Ningún presidente estadounidense ha frenado la cadencia infernal de esa máquina de matar.
En el resumen de su más reciente documento estratégico –2018 National Defense Strategy of the United States of America–, cuyo texto íntegro está clasificado como secreto, el Pentágono afirma que «después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y sus aliados instauraron un orden internacional libre y abierto para salvaguardar la libertad de los pueblos de la agresión y la coerción». Pero también dice que «ese orden se ve actualmente socavado desde adentro por Rusia y China, que violan los principios y reglas de las relaciones internacionales».
El Pentágono presenta así una imagen totalmente invertida de la realidad histórica.
El profesor Michel Chossudovsky, director del Center for Research on Globalization, nos recuerda que, siendo aliados de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, esos dos países, o sea la URSS (antecesora de la actual Rusia) y China, pagaron el más alto precio en vidas humanas por la victoria sobre el Eje nazifascista: 26 millones de soviéticos y 20 millones de chinos murieron en la Segunda Guerra Mundial mientras que Estados Unidos perdía algo más de 400 000 vidas.
Con esa información preliminar Chossudovsky hace la presentación, en Global Research, de un estudio muy bien documentado de James A. Lucas sobre la cantidad de personas que han muerto en la ininterrumpida serie de guerras, golpes de Estado y otras operaciones subversivas que Estados Unidos ha realizado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial –en 1945– hasta hoy. Se estima que esa cifra se sitúa entre 20 y 30 millones de muertos [1]. Eso es cerca del doble de muertos en la Primera Guerra Mundial, cuyo final, hace 100 años, acaba de conmemorarse en París con un Foro de la Paz.
Pero además de los muertos hay que contabilizar los heridos, que a menudo quedaron mutilados y físicamente impedidos por el resto de sus vidas. Algunos expertos calculan que por cada persona muerta en guerra, hay otras 10 personas heridas. Eso significa que el número de personas heridas en las guerras estadounidenses se cuenta por cientos de millones.
El estudio agrega a esos estimados una cantidad indeterminada de muertes, probablemente cientos de miles, provocadas desde 1945 hasta nuestros días por los efectos indirectos de las guerras –hambrunas, epidemias, migraciones forzosas, esclavismo y explotación, daños al medioambiente, sustracción de recursos a las necesidades vitales de las poblaciones para dedicarlos a cubrir los gastos militares.
El estudio documenta las guerras y golpes de Estado que Estados Unidos ha realizado en más de 30 países de Asia, África, Europa y Latinoamérica y revela que las fuerzas armadas de Estados Unidos son directamente responsables de la muerte de 10 a 15 millones de personas, muertes provocadas por las guerras más grandes –las de Corea y Vietnam y las dos guerras contra Irak. Entre otros 10 y 14 millones de personas han muerto en las guerras que Estados Unidos ha estimulado y librado a través de fuerzas aliadas, entrenadas y dirigidas por los estadounidenses, en Afganistán, Angola, el Congo, Sudán, Guatemala y tantos otros países.
La agresión de Estados Unidos contra Vietnam, guerra que se extendió a Cambodia y Laos, dejó una cantidad de muertes que se estima en 7,8 millones, además de una enorme cantidad de heridos y daños genéticos a varias generaciones debido a la dioxina que Estados Unidos regaba con aviones en esos países.
En los años 1980, la CIA organizó la guerra por intermediarios en Afganistán, donde esa agencia de inteligencia estadounidense entrenó y armó, con la cooperación de Osama ben Laden y de Pakistán, más de 100 000 muyahidines para luchar contra las tropas soviéticas atrapadas en la «trampa afgana» (como dijera posteriormente Zbigniew Brzezinski). Es importante precisar que el entrenamiento de los muyahidines comenzó en julio de 1979, o sea 5 meses antes de la intervención soviética en Afganistán.
El más sangriento de los golpes de Estado fue el que la CIA organizó, en 1956, en Indonesia. La CIA entregó a los escuadrones de la muerte indonesios los nombres de los primeros 5 000 comunistas que debían eliminar físicamente. Se estima que el número de personas asesinadas está entre medio millón y 3 millones de personas.
Ese es el «orden internacional libre y abierto» que –independientemente de quién esté en la Casa Blanca– Estados Unidos impone para «salvaguardar a los pueblos de la agresión y la coerción».
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
[1] “US Has Killed More Than 20 Million People in 37 “Victim Nations” Since World War II”, James A. Lucas, 27 de noviembre de 2017.
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