Por: Xavier Villar
En la noche del martes, el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán llevó a cabo la operación denominada “Promesa Verdadera 2”, dirigida contra objetivos en Israel. Esta acción fue una respuesta al ataque israelí que resultó en el martirio de Seyed Hasan Nasralá, secretario general de Hezbolá; Ismail Haniya, jefe de la oficina política de HAMAS; y el comandante Abbas Nilforushan, asesinado junto a Nasralá en Beirut.
Mohamad Baqeri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, ofreció detalles sobre la operación “Promesa Verdadera 2”, declarando: La Fuerza Aeroespacial del CGRI llevó a cabo una operación heroica y valiente, vengando muchos de los crímenes del régimen sionista. Los últimos dos meses han sido extremadamente duros para la nación iraní y el Eje de la Resistencia. Desde el asesinato del mártir Ismail Haniya, jefe del buró político de HAMAS en Teherán, hemos atravesado un difícil periodo de contención, recibiendo constantes peticiones de los estadounidenses y europeos para que mostráramos moderación con el fin de establecer un alto el fuego en Gaza.
“Pero, el régimen criminal sionista, con el apoyo de EE. UU. y el visto bueno de los estadounidenses, incrementó sus atrocidades, llevando a cabo masacres contra el pueblo del Líbano. El punto culminante fue el asesinato del gran mártir Seyed Hasan Nasralá, secretario general de Hezbolá, junto con el mártir general Nilforushan, asesor militar principal de Irán en el Líbano. Estos crímenes fueron de tal magnitud que la situación se tornó insostenible”, añadió Baqeri.
Las diferencias entre la respuesta iraní y los constantes ataques sionistas son más que evidentes. Mientras que la maquinaria bélica israelí ataca a la población de Palestina y Líbano de manera indiscriminada, Irán, ejerciendo su legítimo derecho a la autodefensa recogido por el derecho internacional, se centró exclusivamente en objetivos militares.
Desde el punto de vista del derecho internacional, el asesinato de Ismail Haniya en Teherán supuso una violación de la soberanía nacional iraní y, como recoge el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, justifica la respuesta militar iraní contra instalaciones militares y de inteligencia sionistas.
Sin embargo, más allá del derecho a la autodefensa enmarcado dentro del derecho internacional, la Operación “Verdadera Promesa II” tiene una dimensión política que no se puede pasar por alto. Desde esta perspectiva, la operación reitera la centralidad de Palestina en el discurso político de la República Islámica. En este sentido, el ataque puede verse como una reafirmación de los objetivos que configuran al llamado Eje de Resistencia: resistir la hegemonía de Israel y de Estados Unidos en la región.
Se puede afirmar que el punto nodal sobre el que se articula todo el discurso iraní es “la identidad islámica, revolucionaria y antioccidental”. Es a partir de este punto desde el cual se puede comprender toda la actual política exterior y defensiva de la República Islámica. Gracias a este eje central, varios conceptos como la independencia, la resistencia, la unidad islámica y la responsabilidad hacia la umma se entrelazan para dar forma al ya mencionado discurso islámico y, al mismo tiempo, para diferenciarlo de otros. Un principio único en la política exterior iraní es la llamada responsabilidad hacia el mundo musulmán. Esta responsabilidad transnacional percibe las acciones iraníes fuera de sus fronteras como un “deber ideológico”.
Otro de los principios que sustentan la cultura estratégica iraní es lo que se conoce como vocación antihegemónica y la voluntad de resistencia. Basándose en la idea de que el Islam debe prevalecer y no ser dominado por otros, la República Islámica entiende que no puede dejarse influir por otros países al diseñar e implementar su política exterior.
La combinación de estos dos principios, junto con el derecho inalienable a la defensa de su soberanía, estructura la Operación “Promesa Verdadera II” desde un punto de vista político.
Por otro lado, es importante destacar la incapacidad de las defensas aéreas israelíes, conocida como la “Cúpula de Hierro”, para interceptar los misiles balísticos iraníes. Según varios expertos militares, todos los misiles hipersónicos impactaron en la base aérea de Nevatim, donde estaban ubicados los aviones F-35, así como en tres bases militares y en varias instalaciones a lo largo de Israel. Medios locales iraníes informan que los ataques de Irán se realizaron con ojivas de racimo, lo que ha llevado al fracaso sin precedentes del sistema Cúpula de Hierro.
Fuentes informadas han indicado que más del 80% de los misiles del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria alcanzaron los objetivos deseados. A pesar de los intentos por minimizar el impacto de los ataques, la propia prensa sionista, como el periódico Jerusalem Post, no tuvo más remedio que reconocer que los misiles habían impactado en varias bases militares a lo largo del país.
Desde el punto de vista militar iraní, Israel carece de profundidad estratégica y es vulnerable. Sin embargo, existe una diferencia fundamental: a diferencia de Israel, Irán concede a sus enemigos dignidad humana y no está dispuesto a perpetrar masacres a gran escala, al menos mientras Israel respete las fronteras establecidas.
La cuestión ahora es saber cuál será la respuesta israelí. Todo parece indicar que habrá algún tipo de reacción por parte de Israel. Sin embargo, la magnitud de esa respuesta es lo que no está claro. Irán ha dejado claro que cualquier ataque a su soberanía implicaría una respuesta aún más contundente y que, por ejemplo, en caso de ataque contra instalaciones petrolíferas o nucleares, los dos puertos principales de Israel, Haifa y Ashdod, por donde entran diariamente cerca de 250 000 barriles de petróleo, serían destruidos.
Como señala el profesor de Relaciones Internacionales Diako Hosseini: “el menosprecio del reciente ataque de Irán por parte de Israel y sus aliados tiene como objetivo reducir las expectativas públicas sobre la respuesta a dicho ataque”. Esto sugiere que Israel, en su afán de destrucción regional, podría haberse dado cuenta de que Irán posee las capacidades materiales para infligirle daños significativos a su infraestructura básica, así como a sus fuerzas armadas, y, por ende, optar por ofrecer una respuesta mínima a la operación “Verdadera Promesa II”.
No obstante, como se ha mencionado anteriormente, cualquier agresión sionista, sin excepción, conllevará una respuesta por parte de Irán.
En conclusión, la operación del 1 de octubre confirma que Irán ha superado su tradicional doctrina de “paciencia estratégica”, lo que señala una nueva dinámica en sus relaciones con Israel. Esta nueva fase de “disuasión activa” implica una postura proactiva ante los ataques israelíes a la soberanía de la República Islámica. No obstante, esta actitud activa no debe confundirse con beligerancia. Como ha señalado recientemente el presidente iraní, Masud Pezeshkian, Irán se ve obligado a responder, siempre dentro de los límites del derecho internacional, a las provocaciones de Israel y Estados Unidos.
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