Los esfuerzos de Washington para evitar antagonismos con China permiten a Pekín tomar una postura más agresiva para sondear qué ventajas puede sacar de la situación, cuya rectificación queda a cargo de Estados Unidos.
Esta es la hipótesis que defienden los analistas políticos Elbridge Colby y Ely Ratner en su artículo en la revista ‘Foreign Policy’. Los autores subrayan la necesidad de “disuadir a China de creer que puede recurrir a la coerción económica, militar y diplomática para resolver desacuerdos internacionales sin esperar una respuesta seria”.
China debe entender que sus esfuerzos de revolver el avispero pueden incurrir en costos y conflictos que trata de evitar
Para poner un ejemplo, los analistas recuerdan al expresidente John Kennedy, “cuya excesiva preocupación por la estabilidad y relaciones cordiales” con la Unión Soviética, “dejó las manos libres a Nikita Jruschov, llevando a la Crisis de los Misiles”.
Sostienen que igualmente ahora China está desestabilizando la situación en el mar de China Meridional y el de China del Este, “estando segura de que EE.UU. tomará medidas prudentes para prevenir que la situación quede fuera de control”.
Los politólogos recomiendan que el Gobierno inyecte un grado saludable de riesgo en los cálculos que hace Pekín para darle a entender que China tiene menos capacidades de las que cree para controlar la escalada.
“China debe entender que sus esfuerzos de revolver el avispero pueden incurrir en costos y conflictos que trata de evitar”, resaltan los analistas.
Teoría del Loco
Recuerdan también la Teoría del Loco del expresidente Richard Nixon, que intentaba persuadir a otros países de que era una persona irracional y volátil para que los adversarios temieran una respuesta imprevisible de EE.UU. y evitaran provocaciones.
“El principal obstáculo a que se adopte tal enfoque hacia China hoy es la reputación de Obama como alguien absolutamente contrario a ese tipo de locura. Es conocido como una persona tranquila que toma decisiones bien pensadas”, comentó Zacjary Keck, un analista político de The Diplomat.
El Gobierno de Obama podría colaborar con sus homólogos de Tokio para presentar al primer ministro Shinzo Abe como irracional y propenso a desafiar a EE.UU., en particular en las relaciones con China
Dado que desempeñar el papel de un ‘loco’ sería poco convincente por parte de Obama, Keck propone dos escenarios y ambos suponen la participación de una tercera parte.
Primero, el Gobierno de Obama puede fingir la falta de un control rígido sobre sus militares para crear la percepción de que los militares de EE.UU. en el Pacífico podrían desatar un conflicto en respuesta a las provocaciones de China sin la aprobación presidencial.
“La otra opción, más plausible, es hacer pasar por ‘loco’ a uno de los aliados de EE.UU.”, dijo.
“El Gobierno de Obama podría colaborar con sus homólogos de Tokio para presentar al primer ministro, Shinzo Abe, como irracional y propenso a desafiar a EE.UU., en particular en las relaciones con China”, subrayó el analista.
Al mismo tiempo, sostuvo, EE.UU. podría seguir afirmando que, a pesar de que no puede controlar a Abe, es muy probable que sus obligaciones bajo el tratado militar le obliguen a intervenir en caso de conflicto entre China y Japón.
Las bases para las últimas dos medidas ya están creadas, dada la visita en diciembre pasado de Abe al santuario de Yasukuni que provocó protestas de varios países asiáticos.
En el santuario se rinde homenaje a los guerreros japoneses, algunos de los cuales son considerados crueles criminales de guerra por sus actos durante la invasión japonesa de China y de otros países de Asia Oriental.
Además EE.UU. varias veces ha afirmado que las islas Senkaku, cuya soberanía se disputan Japón y China, están bajo la protección de un tratado de defensa y seguridad entre Japón y EE.UU., y lo ha hecho en medio de la escalada de tensión por el asunto.
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