Por: Jesús María Veci de la Fuente
Soberanía hidrica como principio del modelo del resto de soberanías
El agua también tiene sed:
Sed de miradas admiradas.
Sed de cauces sin tapias.
Sed de sedientos limpios.
Sed de riegos ajustados.
Sed de sorbos de vida.
Sed de transparencia.
Sed de soñadores despiertos.
Y solo, nosotros, los sedientos, podemos dar de beber al Agua
Joaquín Araújo
Este otoño comprobaremos la crisis de diésel y ya no se va a poder negar lo evidente, la escasez de esta materia prima es la primera fase de un proceso mucho mayor. La relocalización productiva. El diésel es la matriz energética del transporte, ya que los grandes motores funcionan basándonos en él.
La primera merma que va a producir el descenso del Diésel es la caída del modelo global, no van a persistir caudales energéticos que conserven el entramado del transporte globalizado. Ni quedan flujos tampoco para mantener el armazón complejo sistémico. Este fenómeno, que podía estudiarse con mayor detenimiento, nos pone en la tesitura de que más temprano que tarde haya que circunscribir toda la producción en lo cercano. Puesto que los flujos de mercancías provenientes de mercados exteriores. Van a ir desapareciendo paulatina. (Ya veremos). Pero inexorablemente. La situación en la que nos encontramos nos va a exigir una reforma de la estructura económica, social y sobre todo legislativa. Puesto que la mayoría de ese entramado se realiza a partir de una óptica que ya no existe. Hemos llegado a la época de la escasez y el eje fundamental desde donde implementar las políticas es la optimización de procesos y flujos, siendo la austeridad la matriz principal a partir de la cual desarrollar los modelos económicos y sociales.
La relocalización es un proceso y la fase más urgente por su carácter estructural es la alimentaria, y no puede ser solo productiva.
Se debe transformar toda la concepción agrícola tal y como la conocemos en la actualidad, para adaptarla a la realidad de escasez y de dependencia en la que estamos.
Los prototipos a propugnar son otro debate.
Puesto que ahora vamos a hablar de la matriz principal de cualquier modelo agrario que se quiera configurar para que sea primero resiliente, luego diversificado y al final óptimo y democrático.
CRISIS CLIMÁTICA PRIMER FACTOR DE ESCASEZ HÍDRICA, SEQUÍA
La ola de calor de este verano promete ser recurrente y mucho indica que, de mayor vigor.
El efecto de doble chorro, que va a ser persistente, augura sequías largas e intensas.
Desde este enfoque. Es necesario revisar las direcciones hídricas.
Y reformular el modelo de gestión, puesto que no afronta el problema de forma válida.
La política nacional justifica un uso del agua sesgado para intereses de prácticas económicas, energéticas y de regadío, partiendo de tres premisas falsas que posibilitan que de facto el agua no sea un bien público.
La primera es que no se justifica de manera razonada que la privación sea solo física. Esto quiere decir que esa escasez, que es de origen socioeconómico. Podría ser eliminada mediante una gestión adecuada del agua.
La segunda consiste en que no se estudian las alternativas a la construcción de más embalses y trasvases como solución a la escasez.
La tercera es la ausencia de un serio debate público argumentado y razonado que deslegitima todo el entramado que hay detrás de una nefasta gestión, para servir a intereses privados.
Seguimos tratando al agua dulce como un bien abundante, aunque en realidad nunca ha sido así y en la actualidad mucho menos. Los registros de observaciones y las proyecciones climáticas aportan abundante evidencia de que los recursos de agua dulce son vulnerables y pueden resultar afectados por el cambio climático. Con muy diversas consecuencias para las sociedades humanas y los ecosistemas. Se proyecta que, a mediados del siglo XXI, como efecto del cambio climático, la escorrentía fluvial promedia anual y la disponibilidad de agua, disminuirán en las regiones secas de latitudes medias. Muchas áreas semiáridas y áridas (por ejemplo, la cuenca mediterránea). Están expuestas a los efectos del cambio climático. Y soportarían una disminución de sus recursos hídricos como consecuencia de él. Así mismo, las modificaciones de la cantidad y calidad del agua. Afectarían a la disponibilidad, la estabilidad. La accesibilidad de los alimentos. Se prevé una disminución de la seguridad alimentaria.
También El cambio climático afecta a la función y utilización de las infraestructuras hídricas existentes. En particular, la energía hidráulica, las protecciones estructurales contra inundaciones, el drenaje, y los sistemas de riego. Así como a las prácticas de gestión hídrica.
El cambio climático. Desafía la hipótesis tradicional de que la experiencia hidrológica del pasado. Es un antecedente adecuado para las condiciones futuras.
Los principales dinamizantes climáticos que disponen la disponibilidad de agua son:
La precipitación, la temperatura y la demanda evaporativa.
(Determinada por la radiación neta en la superficie del terreno).
La humedad atmosférica, la velocidad del viento y la temperatura).
El clima de la Europa meridional, que es ya cálido y semiárido. Se calentaría y secaría aún más. Amenazando así sus vías navegables. Sus hidroeléctricas, y su producción agrícola y maderera. La precipitación estival disminuiría en la Europa central y oriental, agravando con ello el estrés hídrico. El efecto conjunto de la subida de temperaturas y de la disminución de la precipitación estival incrementará la frecuencia de olas de calor y de sequía. Es probable que las áreas que padecen estrés hídrico grave (es decir, una proporción extracción/ disponibilidad superior al 40%). Aumenten en extensión por efecto tanto del cambio climático como de un mayor consumo de agua, y que ello intensifique la competencia por los recursos hídricos disponibles.
ANTE LA ESCASEZ FÍSICA, UNA NUEVA VISIÓN DE GESTIÓN
La gobernanza hasta la actualidad de los recursos hídricos se ha basado en la incrementación de los aportes naturales mediante la construcción de canales, de embalses y de trasvases. Consistiendo la gestión Hidrológica en la planificación de estos.
El principal inconveniente a resolver consiste en cómo garantizar los suministros en las cuencas con déficit. Cuando el principal problema consiste en estudiar cuáles son las auténticas causas del déficit de agua, con el fin de proponer, posteriormente, soluciones alternativas
De hecho, si se pusiera “orden” en cada Cuenca se vería el enorme potencial de suministro que proporciona la gestión sabia del agua frente a la opción centrada en más embalses y trasvases. Según Losada (1994) se pueden recuperar sin problemas 5.000 Hm³de los 10.000 que se controlan con las infraestructuras existentes.
Las políticas hidrológicas. Son muy dependientes de los intereses de compañías constructoras y eléctricas. Mientras su ideario de gestión descansa en dos pilares básicos.
La generación de infraestructuras y los trasvases desde las cuencas con excedente hacia las cuencas deficitarias. Las cuales son bastante limitadas a la hora de acometer el problema de la escasez.
GESTIÓN ÓPTIMA DEL BIEN HÍDRICO.
Para poder hablar de una gobernanza eficiente del agua. Hay que exponer la modernización en la distribución de este recurso, pero también de ahorro de las redes distributivas, como de un mejoramiento en la gestión, en su inicio en la cuenca Hídrica y respetando la base que produce su optimización, el ciclo del agua.
La escasez, de origen físico. Puede agravarse por la existencia de un comportamiento derrochador. Que intenta imitar pautas. Inviables en entornos menos favorecidos por el agua.
Las pérdidas en las redes de abastecimiento son enormes, todo lo cual agrava la situación de escasez natural existente en la mayor parte del territorio español. Las pérdidas en las estructuras urbanas de distribución varían entre un 25 y un 50 por ciento. Por otro lado, y en relación con las redes para uso agrícola, la CODA (1993) indica que es habitual un nivel de extravíos que oscila entre el 40 y el 50 por ciento del caudal, pérdidas que se elevan en numerosas ocasiones al 80 e incluso al 90 por cien. Todo esto sin incluir la baja eficiencia global del riego.
Así pues, el territorio español no solo se caracteriza por su escasez natural, sino que es el propio comportamiento en el empleo y gestión del agua el que la agrava y la convierte en una carencia provocada. De ahí que una política hidráulica como la que se refleja en el Plan Hidrológico Nacional. Es decir. Que descansa en la construcción de nuevos embalses y trasvases. Pueda considerarse como bastante limitada. Desde el momento en el que no parece enfrentarse a las causas principales de esa escasez. De acuerdo con todo lo anterior, se puede afirmar, que el ahorro potencial podría constituir un sustituto claro de los trasvases o de las nuevas fuentes de suministro.
EL FINAL DE UNA POLÍTICA EXPANSIONISTA DEL AGUA
La realidad de escasez por estadios de sequía nos pone en la tesitura en que se ha acabado el ciclo anterior de gestión Hídrica centrado en políticas expansionistas y en la construcción de obras. Necesarias para cubrir tres objetivos fundamentales
a) El abastecimiento de agua potable a la población, incluyendo la ingeniería sanitaria y la canalización de aguas residuales y el suministro de aguas para industrias
b) El desarrollo de los regadíos – Que contribuye a garantizar la producción de alimentos
c) La generación de energía hidroeléctrica
Durante muchas décadas. Las obras hidráulicas. Fueron el elemento principal del desarrollo económico español.
La situación en la actualidad ha cambiado. España es uno de los países que dispone de más infraestructura hidráulica, en términos relativos, por habitante y kilómetro cuadrado. (Segundo después de China). El abastecimiento urbano se ha generalizado, y la industria ha aumentado su consumo, el cual influye en el deterioro de la calidad del agua a través los vertidos no depurados, por lo que el consumo real (volumen de agua usada más volumen de agua deteriorada) es superior al que se le atribuye
A día de hoy hemos llegado a un punto en el cual el aforo de embalses es mayor a la capacidad de agua captada y será más según los estadios de sequía y la escasez de lluvia se vayan agudizando. Aunque no se puede decir lo mismo del uso eficiente.
Lo que cada vez deja más claro que la perspectiva de política expansionista de gestión. Ya no tiene ningún sentido. Y que si ahora existe escasez. Está condicionada por un conjunto de factores. Que van desde una concepción que no se amolda a la realidad actual. Que ignora la noción de ciclo. Pasando por el mal estado de las infraestructuras de almacenamiento y distribución. Tanto agrícola como urbana. Sumado a un marco institucional que todavía no ha asumido la nueva realidad. Y de una administración pública que hace dejadez de sus competencias y se inhibe de sus responsabilidades. Con el fin de no enfrentarse a determinados grupos de poder.
CUESTIONES PARA UNA NUEVA ECONOMÍA DEL AGUA
Viendo que la anterior percepción de política se ha quedado obsoleta por la escasez del recurso propiciada por los efectos del cambio climático, se deba plantear un nuevo modelo conceptual que se amolde a la situación real en que se encuentra la península. Apostar por una gobernanza localizada desde las sub cuencas y cuencas hídricas para optimizar el recurso. Con una estructura de gestión que se base en ellas y que supere el carácter municipal en incluso autonómico para crear organismos democráticos que pertenezcan al territorio de la cuenca. Esto implica una nueva gestión donde la acción de entendidos y no expertos se difumine y los primeros tengas que realizar un cambio de papel.
Efectivamente, la ciencia necesita salir de la academia y de la estructura estatal y firmar un nuevo código deontológico. Desde el cual. Su servicio solo sirva a intereses objetivos con la propia ciencia y con la sociedad. Hay que reivindicar, como indica mi querido Antonio Aretxabala a la ciencia pobre. La que no se vende, la que toma partido. Y hacer que ejecute asesoramiento a la sociedad civil, que es la que tiene que recuperar el poder de decisión y de gestión del recurso.
Se debería desde la ciencia
a) Plantear las necesidades más urgentes de la sociedad, de acuerdo con su importancia
b) Comunicar sus conocimientos y su comprensión de cara a informar las decisiones de los individuos y de las instituciones.
c) Ejercer el buen juicio, la sabiduría y la modestia.
De esta manera, la ciencia tiene que encontrar sus valores en referencia a las preocupaciones dominantes, siendo el objeto de los esfuerzos científicos el proceso de resolución social del problema. Incluyendo la participación y el mutuo aprendizaje entre los diferentes actores. Generando un método recíproco de gestión. Donde los científicos aprendan y enseñen. Los políticos especifiquen las necesidades a la par que acepten la incertidumbre. Y la sociedad civil, discrimine tanto cuestiones científicas como sobre los temas de interés público. Añadir que esta no es una postura política (Aunque si traería consecuencias) si no es el modo de gestión hídrica que mejor optimizaría el recurso y de manera más económica.
Y potenciar de esta forma una alternativa a la construcción de más infraestructuras hidráulicas que ya no son necesarias (A excepción del mantenimiento continuo para optimizar el recurso de las ya existentes). De esta forma. Está implícita la obligación de un cambio institucional. Que debería de ser la expresión de la necesidad de amoldarse a la nueva realidad. Y al conflicto que subyace. Ante los valores e interesé de los diferentes grupos involucrados en los problemas sociales. Pero sobre todo frente a la generación de una estructura que posibilite una gestión del agua que sea capaz de afrontar los desafíos derivados de la nueva realidad de escasez física a la que nos enfrentamos.
GENERACIÓN DE ESCENARIOS TANTO POLÍTICOS COMO CONCEPTUALES PARA LA GESTIÓN DEL AGUA
La creación de este marco institucional tiene que reflejar una nueva serie de valores que se amolden a la escasez y por consecuencia de la optimización del recurso hídrico y delimitar los métodos de las acciones que son aceptables y prioritarias en su uso y extracción. Reglas desde las cuales se va a definir como de eficiente o ineficiente es su utilización. Se debe dejar de tratar el agua como un objeto crematístico, cuidarla como un recurso agotable, la cual en su ciclo cumple múltiples funciones ecológicas.
Se debe salir de la lógica mercantilista y establecer una noción funcional del recurso como activo eco social. Puesto que el agua tiene capacidad de satisfacer un conjunto de actividades. Económicas, sociales y ambientales. Tanto de carácter cuantitativo como cualitativo. Siendo el agua esencial para la supervivencia biología, si no una condición necesaria del desarrollo y sostenimiento de la economía y de la estructura social. El agua no es solo una mercancía; es un imperativo central de la supervivencia, sostenimiento, continuidad y vida de la comunidad y del entorno ecológico
Esto significa la necesidad de una gestión adecuada (Su utilización y gestión óptima). Para una gestión económica y óptima es necesario recurrir a las fuentes de captación y optimizarla. (Las cuencas Hídricas). Para un uso óptimo hay que adecuar la economía local con el mínimo limitante que nos proporciona la cuenca de manera eficiente. Es decir, amoldándose a ella sin derrochar y huyendo de la política de trasvases.
La nueva perspectiva de la gobernanza hídrica ha de preocuparse del agua no como un elemento aislado sino, al contrario, como una gestión del ciclo hidrológico. Como un sistema abierto y desequilibrado en calidad asociada a la cantidad. Cuyos intercambios de masa y energía con el exterior originan flujos variables. En función de la energía natural, de la radiación solar o de la artificial provocada por el manejo del hombre.
El corolario que para la gestión del agua se deriva de este enfoque, no puede limitarse a aumentar las entradas al sistema de usos sin atender a lo que ocurre dentro del mismo. Si no que debe orientarse a reducir o retrasar las perdidas en cantidad y calidad que se producen en su seno, buscando mejorar la eficacia de sus usos. Con los cual no existe una gestión del recurso, sino del ecosistema en su totalidad adonde se mantiene. Ya que es en estos donde ocurren las entradas y salidas de materiales y energía. En la medida en la que gran parte de esa energía pretende maximizar la producción genera importantes pérdidas. (Nutrientes, humus…) que no solo empobrecen al ecosistema. Si no que además aceleran el ciclo del agua. Lo que significa una menor recarga de aguas subterráneas. Mayor evaporación, menor amortiguación de avenidas. Mayor turbiedad y capacidad erosiva de los cauces.
La administración del ciclo del agua, por contraposición a la gestión expansionista, exige una gestión ambiental integrada en la comarca, no puede haber una gobernanza óptima del agua, sin una gestión óptima del territorio. También sería necesario definir una lista limitada de acciones bajo las que se acepta la existencia de transacciones de agua y cuáles son los costes compatibles con la gestión del ciclo y, por tanto, con el mantenimiento de cuencas y de los ríos.
Aunque cada cuenca tiene un carácter diferencial, sería aceptable, como mínimo, de acuerdo al principio de precaución
a) Profundizar en la prioridad de los usos, de acuerdo con las calidades que cada uso requiera.
b) Exigir la devolución de los retornos con una calidad determinada.
c) Cambiar las prácticas agrícolas de manera que la rentabilidad privada de los cultivos no genere un conjunto de impactos irreversibles, que cuestionen la rentabilidad integral del sistema.
La escasez física de agua se va a convertir en los años venideros en un problema de creciente importancia. Los periodos de sequía se van a aumentar y prolongarse. Lo cierto es que a la par de esta escasez física existe una mayor presión para su empleo en los diferentes procesos de las actividades humanas. Aunque se acepte que la escasez de que nos viene es carácter físico, tiene además un importante componente social o derivado de un comportamiento poco eficiente en términos técnicos o muy derrochador.
También se debe indicar que debido a que la gestión del agua se haya producido en beneficio de Poderosos grupos económicos. Vinculados a las grandes empresas constructoras e hidroeléctricas. Y desde hace poco a la especulación urbanística. La falta de adecuados incentivos económicos nos ha llevado a graves problemas de ineficiencia. Irresponsabilidad, individual y colectiva, e insostenibilidad.
El nuevo modelo de gestión del agua debe transicionar desde una economía expansionista basada en más embalses y trasvases. Hasta una nueva economía del agua preocupada por la gestión integrada del agua y del territorio. Pasando por la gestión de la demanda de agua. La cual tiene un enorme potencial de ahorro mejorando:
a) El estado de las redes de distribución agrícolas y urbanas
b) Los sistemas de riego
c) Depurando las aguas residuales urbanas, exigiendo que se devuelva el agua en unas condiciones de calidad que permitan su reutilización con todas las garantías
d) Depurando las aguas residuales usadas en las industrias para evitar la contaminación de los ríos.
e) Instalando grifería más eficiente e incentivando comportamientos más ahorradores
f) Disminuyendo la superficie de cultivos de regadío que no sean adecuados a las condiciones climatológicas o las condiciones edafológicas de determinadas zonas
Sin decir que con todo este ahorro no sean necesarias en determinadas zonas embalses y desalinizadoras. Solamente indicar que estas medidas de ahorro hacen que las políticas de trasvases dejen de ser la única alternativa para los problemas del agua. Lo curioso es que no se preste atención a estas políticas de ahorro. Y más en un país con graves problemas de agua. Y no se halla movilizado dicho potencial. Generando nuevos organismos de gestión, puesto que se necesita dotarse de nuevas herramientas. Como por ejemplo para dotarse de una información estadística adecuada sobre los aspectos fundamentales del ciclo hidrológico. Incluyendo la distribución y los usos del agua. Esta opacidad tiene sentido por la configuración del agua como un elemento de poder. Y la consolidación de elites y expertos que han legitimado la opción centrada en más embalses y trasvases.
POLÍTICA DE TRASVASES
La opción de los trasvases supone que existen cuencas deficitarias y excedentarias y que el agua a trasvasar es de buena calidad. No parece que esté tan clara la situación en nuestro país. Con frecuencia se habla de cuencas excedentarias sin tomar en consideración las demandas de evapotranspiración, que dependen de los cultivos y de las políticas de riego y de reforestación. Pero tampoco se suele mencionar la calidad del agua, siendo así que la mayoría de los ríos, exceptuando los de las cuencas del Norte y la del Duero, contienen aguas de pobre calidad, cuyo contenido en sales las sitúa más allá del límite de la no potabilidad. La razón de esta calidad no se encuentra en la contaminación de origen industrial y urbano, sino en los factores del entorno natural (deforestación), que en parte se ven reforzados por las prácticas agrícolas y los usos del territorio. El conocimiento correcto del ciclo del agua en cantidad y calidad es condición necesaria para la correcta gestión del agua y para poder optar o descartar a los trasvases como solución.
Los trasvases deben estudiarse en un contexto más amplio, es decir, más complejo, como es el que engloba a la planificación hidrológica. En otras palabras, la discusión sobre la deseabilidad de los trasvases cobra sentido como una más de las posibilidades que existen
FUENTES ALTERNATIVAS DE SUMINISTRO DE AGUA |
NUEVOS SUMINISTROS |
Trasvases |
Extracción de agua subterránea |
Reasignación entre usos |
Reorganización de cultivos |
Depuración y reutilización de aguas residuales |
Desalinización: |
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MEJORA DE LA EFICIENCIA TECNICA |
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La realidad de escasez del recurso hídrico nos pone en la tesitura de ver que hay otras maneras de hacer las cosas. Es decir, hay unos criterios que se pueden aplicar para evaluar la deseabilidad de los trasvases y para comparar las soluciones alternativas. De manera que no se opte por el remedio más costoso en términos económicos, sociales y ambientales. Ahora bien, una gestión correcta requiere un cambio en la propia noción de agua que incorpore la idea del ciclo integral, que es en realidad lo que hay que gestionar. Esto se puede conseguir aceptando la noción del agua como activo social.
Parece existir un elevado potencial de ahorro de agua, tanto en las redes agrícolas como urbanas, que se configuraría como una seria alternativa a la generación de regular y trasvasar más agua. Es más, dados los costes que se barajan, el ahorro de agua y las técnicas de depuración y desalación, parecen constituir una alternativa más barata de suministro de agua que la defendida por los trasvases (y esto sin incluir los costes sociales y ambientales en los que incurriría esta última opción)
Asumir la realidad de escasez nos pone en la tesitura de comenzar a hacer diseños responsables con todo. El concepto de ejercer una gestión que dote de una forma de ciclado cíclico del agua. Donde esta se optimice y no se contamine, no pasa ya como una apuesta optativa por su gestión ecológica, sino por una necesidad de gestión óptima ante un recurso vital y menguante.
Bibliografía.
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https://www.zaragoza.es/contenidos/medioambiente/cajaAzul/palabras/Arrojo_ES.pdf
https://www.redalyc.org/pdf/305/30551403.pdf
https://www.researchgate.net/publication/282644450_La_transicion_hacia_una_nueva_cultura_del_agua
http://www.elrincondenaredo.org/Biblio-2000-El_agua_en_los_sistemas_agrarios.pdf
http://elrincondenaredo.org/wp-content/uploads/2018/08/Biblio-2007-Costes-y-cuentas-del-agua.pdf
https://fnca.eu/biblioteca-del-agua/documentos/documentos/1306271426-documentacion-139.pdf
https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/26/42/_ebook.pdf
http://elrincondenaredo.org/wp-content/uploads/2019/12/4-Cuentasdel-Agua-ResumenFinal.pdf
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