Por: Luis Gonzalo Segura
Como suele suceder en estas ocasiones, habrá quien piense que tal semejanza señalada es obra de una maliciosa campaña china de desinformación, de una perversa sincronización de bots rusos o de ambas, pero lo cierto es que las principales dudas surgieron por el comentario de un analista del USNI –U. S. Naval Institute, foro independiente creado en 1873–, H. I. Sutton, que advirtió al desvelarse el diseño del nuevo destructor el extraño parecido de este con el diseño del crucero chino Type-055. De las propias entrañas norteamericanas.
Más de un lustro de retraso con respecto a China
El crucero Clase Renhai Type-055 chino es una de las embarcaciones más importantes y avanzadas de la Armada china, clave para la escolta de portaviones o la formación de agrupaciones junto a fragatas u otras embarcaciones. En la actualidad, hay un total de ocho destructores Type-055 en servicio y, según fuentes de inteligencia, habría hasta dos más en construcción. Toda una demostración de poder si tenemos en cuenta que el primer Type-055, el que parecen haber copiado los norteamericanos, fue botado hace solo cinco años, en el año 2017. Por tanto, mientras Estados Unidos acaba de lanzar su diseño ‘copy-paste’, China ya tiene casi diez cruceros recorriendo sus aguas.
Para contextualizar la importancia de este adelanto o retraso, según el prisma desde el que se observe, hay que señalar que el crucero es un elemento clave en la relación geopolítica chino-norteamericana, pues, a diferencia de la relación ruso-norteamericana, tanto actual como durante la Guerra Fría, principalmente terrestre, las aguas oceánicas serán esenciales en la delimitación de la nueva superpotencia mundial. El Mar de la China Occidental será la Europa de esta nueva carrera armamentista para Estados Unidos. Y de momento, los cruceros chinos dotan de una ventaja superior a su país.
El fracaso de la clase Zumwalt
Quizás la clave de este retraso sea más sencilla de lo que en muchas ocasiones se pudiera imaginar y tan solo se trate de una cuestión de evolución histórica. Los imperios nacen, crecen, maduran, envejecen y… perecen. Y Estados Unidos no es una excepción. De hecho, desde hace tiempo pareciera que estuviéramos en esa fase de senectud en la que lo que antes era sencillo de súbito se complica, lo que se evidencia en la lentitud y la reiteración de fracasos donde antes solo se alcanzaba el asombro. El fracaso de la clase Zumwalt no solo es un ejemplo de ello, sino que también debemos considerarlo como una de las claves de la ausencia de novedades norteamericanas exhibidas en el destructor DDG (X).
Porque si realmente es el destructor avanzado y sigiloso que se esperaba y los norteamericanos solo pueden fabricar tres de las veintiocho unidades que tenían previstas, el Imperio USA hace aguas; pero si no es por asomo lo que se esperaba de él, hasta el punto de ser responsable en gran medida del retraso actual de Estados Unidos con respecto a China, a la que parece querer copiar con desesperación, entonces el Imperio USA navega a la deriva. Es difícil saber qué es peor. O mejor.
Estados Unidos, demasiados fracasos
No es tanto que Estados Unidos se esté convirtiendo en los últimos años en un caballo perdedor, como parece ocurrir en esta ocasión, como la marcada incapacidad de voltear una realidad cada día más cruel con sus propios intereses. Una realidad configurada de noticias que demuestran que los norteamericanos a duras penas pueden seguir el ritmo de sus competidores geopolíticos en diferentes aspectos de la carrera tecnológica, tanto en el ámbito civil como en el militar. Tanto es así que China ya no copia a Estados Unidos, sino que ahora son los norteamericanos los que imitan los avances y los diseños chinos.
https://youtu.be/hXde2DdNMoo
Por otra parte, pero también en el mismo sentido, la carrera espacial pareciera igualmente estar tornándose del lado chino después del lanzamiento de un planeador hipersónico con cabeza nuclear en los últimos meses. Un primer paso que tiene como objetivo llegar a Marte en solo 39 días gracias a una flota de naves espaciales de propulsión nuclear que serían reutilizables. Una tecnología que proporciona, claramente, un nuevo punto ganador a China, como ocurrió con los motores de iones, los cuales concedieron a China una ventaja competitiva significativa con respecto a Estados Unidos.
¿El principio del fin?
En definitiva, cada día es más evidente para muchos que China será la siguiente gran potencia, no ya porque Estados Unidos pareciera haberse acostumbrado a llegar más tarde que los chinos, sino porque ya hasta los copian, como en el caso del diseño del último destructor norteamericano DDG (X). Una señal inequívoca de incapacidad que podría determinar el signo de la confrontación que configurará el nuevo orden internacional.
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