George Soros, Chairman Soros Fund Management answers a question during the IMF Seminar: Charting a New Growth Path for the Euro Zone on September 24, 2011 at the IMF Headquarters in Washington, DC. during the 2011 World Bank/IMF Annual Meetings The IMF/World Bank Meetings are being held in Washington, DC this week which will host Finance Ministers and Bank Governors from 187 countries. IMF Staff Photographer/Michael Spilotro

Hace unos días, luego de confirmarse los resultados de las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, la empresa Smartmatic —encargada del recuento electoral— denunció, sin aportar ni una sola prueba, que el Consejo Nacional Electoral —CNE— había manipulado los datos. Aseguró que la cifra de votos emitidos se había inflado en al menos un millón, extremo éste desmentido categóricamente por los observadores internacionales.

Como otras muchas, la noticia-mentira se difundió en los medios de la reacción de manera masiva —ya se sabe, calumnia, que algo queda—. Nada extraño si tenemos en cuenta que la empresa Smartmatic es propiedad de George Soros, uno de los individuos más despreciables de la especie humana.

El multimillonario compró la empresa en 2014, y ese mismo año llegó a admitir que impulsó una organización —la Fundación Internacional del Renacimiento— que se encargó de allanar el camino al golpe de Estado en Ucrania.

Ni corto ni perezoso, Soros dijo públicamente que creó “una fundación en Ucrania —la ya citada— antes de que se independizara de Rusia. Y la fundación ha estado funcionando desde entonces y ha jugado un papel importante en los acontecimientos actuales”.

El dueño de Smartmatic colaboró con la USAID, la Fundación Nacional para la Democracia, el Instituto Republicano Internacional, el Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales, Freedom House y el Instituto Albert Einstein con el perverso propósito de promover las conocidas y llamadas “revoluciones de colores” en Europa Oriental y Asia Central tras el desmantelamiento de la URSS.

Aún se oye el eco de la mentira vertida por Antonio Múgica, consejero delegado de Smartmatic; su jefe supremo, seguro, anda impunemente por ahí haciendo de las suyas.