Por: Thierry Meyssan
Mientras todo va configurándose con vista a la creación de un Kurdistán independiente, Thierry Meyssan ve en ello una manipulación del sueño del pueblo kurdo en beneficio de Israel, Estados Unidos y Turquía. Denuncia además el proyecto de limpieza étnica del clan Barzani y destaca la oposición del PKK a la creación de un «Kurdistán» basado en tales premisas.
- En los años 1960, Mullah Mustafá Barzani –el padre de Masud Barzani– se acercó a Washington y al shah de Irán. Y se convirtió en oficial del Mossad. En esta foto aparece (en traje claro) junto a Abba Eban, ministro israelí de Exteriores, y el general Meir Amit, director del Mossad.
Cuando David Ben-Gurion proclamó unilateralmente el Estado de Israel, la defensa de esa entidad suponía la creación de una zona de seguridad alrededor de esta. Esto correspondía a la estrategia europea de los «peldaños»: las guerras israelíes buscaban extender el territorio de Israel o, como mínimo, desmilitarizar las zonas colindantes con su frontera.
Pero, a raíz de la aparición y generalización de los misiles, la congelación de los «peldaños» dejó de representar una garantía. De modo que, en 1999, Israel estuvo a punto de devolver el Golán [1] y, en el 2000, prefirió retirarse del sur del Líbano para no seguir teniendo que enfrentar el hostigamiento del Hezbollah.
Poco a poco fue imponiéndose una doctrina militar diferente: la seguridad de un territorio dependería de la capacidad de destruir desde más lejos los misiles que lo amenazaran. Ello implica no sólo desmilitarizar los «peldaños» para protegerse de una invasión terrestre sino dotarse además de un perímetro de protección que debe sobrepasar las fronteras de los Estados enemigos para neutralizar también la amenaza de los misiles. Lo cual explica la creación de Sudán del Sur (en 2011) y, próximamente, la del Kurdistán, quizás en 2015. Israel se vería entonces en condiciones de amenazar simultáneamente tres países: Egipto, Siria y Líbano.
La experiencia de Sudán del Sur es muestra del carácter artificial de ese tipo de creación. Hoy por hoy, Sudán del Sur no es otra cosa que un Estado sin Estado, un hueco negro donde no se aplica el derecho… bajo la ocupación del ejército israelí.
Desde el punto de vista de Estados Unidos, la creación del Kurdistán es una etapa del rediseño del «Medio Oriente ampliado» o (Greater Middle East), o sea una división de la región en micro-Estados étnicamente homogéneos y fáciles de dominar. Es por eso que el Pentágono ha pasado a desempeñar el papel de “partidario desde lejos”.
Durante la reunión a puertas cerradas en la que el secretario de Defensa Chuck Hagel y el jefe del Estado Major Conjunto, el general Martin Dempsey, explicaron la situación en Irak a los congresistas estadounidenses, no sólo afirmaron que se les había perdido el expediente de Abu Bakr al-Baghdadi –y que por lo tanto ignoraban por qué Estados Unidos lo había arrestado en 2004 y por qué lo liberó unos meses después [2]– sino que incluso admitieron que no tenían ningún plan de intervención y que Estados Unidos está dejando el campo completamente libre en Irak al Emirato Islámico y al Kurdistán [3].
Desde el punto de vista turco, este «Kurdistán» representa una excelente oportunidad de resolver su propio problema kurdo. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan sopló toda la operación en los oídos de la familia Barzani. Por otro lado, el propio Erdogan acaba de hacer votar en el parlamento turco una ley que lo autoriza a negociar con los kurdos de Turquía: los parlamentarios que contribuyan al desarme y la integración de los rebeldes serán exonerados de todo proceso judicial [4]. El primer ministro Erdogan espera convertirse en presidente con los votos de los kurdos de Turquía, quienes le agradecerían así el apoyo prestado a la creación de un «Kurdistán» en el extranjero. Por supuesto, después de electo es poco probable que Erdogan mantenga esa política de apertura.
Pero el «Kurdistán» de Tel Aviv y Ankara no tiene mucho que ver con el que quiere el pueblo kurdo. Al contrario de su gran predecesor Saladino el Magnífico, quien liberó y unificó el Levante, el clan Barzani pretende separar a los kurdos de los demás pueblos de la región –árabes, armenios, etc.– y convertirlos en gendarmes al servicio del apartheid sionista.
Mientras los miembros del PDK [5] debaten en internet sobre su futura moneda, el kuro [6], el clan Barzani actúa como si ya hubiese ganado, con ayuda de Israel, la partida que iniciaron enviando los peshmerga a apoderarse de los campos petrolíferos de Bai Hassan y de Kirkuk –supuestamente para garantizar su seguridad ante las maniobras de Bagdad– y expulsando de allí a los obreros árabes [7].
O sea, no hay dudas de que el proyecto israelí del clan Barzani implica una limpieza étnica que no ha hecho más que comenzar.
El PKK [8] de Abdullah Ocalan ya llamó a la población kurda a no caer en la trampa. Y publicó un documento de la reunión secreta realizada el 1º de junio en Amman, reunión en la que los grupos islamistas armados y el PDK de Massud Barzani establecieron su actual alianza y planificaron la ofensiva conjunta contra el gobierno central de Irak [9]. El PKK llamó a una movilización general del pueblo kurdo contra el proyecto israelí de los Barzani.
Por su parte, el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki reveló que su ejército no puede atacar el alto mando del Emirato Islámico porque este se encuentra… en Erbil –capital del Kurdistán iraquí– y bajo la protección del gobierno kurdo local.
Existen, por lo tanto, dos líneas diametralmente opuestas. Pero sólo el pueblo kurdo podrá hacer fracasar el plan israelí.
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