Por: Manlio Dinucci
Desde la Segunda Guerra Mundial –con excepción, quizás, del periodo que va de 1991 a 1995– Estados Unidos pretende mantener a toda costa su ventaja sobre los demás países en materia de armamento. Se trata, principalmente, de su capacidad de producción y de la concepción de armamento nuevo. Durante la guerra fría, Washington justificaba la carrera armamentista –provocada de hecho por Estados Unidos– invocando la necesidad de adelantarse al «peligro soviético». Pero hoy sigue favoreciendo la carrera armamentista, a pesar de la desaparición de la «amenaza roja».
- El Minuteman III es un misil balístico intercontinental, capaz de alcanzar Moscú o Pekín desde el territorio continental estadounidense. Se compone de 3 etapas y está dotado de miniojivas nucleares y de sistemas de contramedidas para tratar de evitar ser abatido por la defensa enemiga. Su poder es 20 veces superior al de la bomba atómica utilizada por Estados Unidos contra la ciudad japonesa de Hiroshima.
El desfile militar organizado en Roma el 2 de junio para celebrar la República Italiana, cuya Constitución rechaza la guerra [1], esconde su fachada retórica una realidad cada vez más dramática: la aceleración de la carrera armamentista de alta tecnología, en la que Italia está implicada a través de la OTAN. Una carrera dirigida, en todos los aspectos, por Estados Unidos.
Hace una semana, el «Mando del Ataque Global» lanzó desde California un misil intercontinental Minuteman III, alcanzado con una ojiva experimental un atolón en el Océano Pacífico, a 8 000 kilómetros de distancia. Con ese tipo de ensayo, el Mando verifica «la fiabilidad» de los 450 Minuteman III, listos para ser lanzados con sus ojivas nucleares. El Congreso de Estados Unidos ha asignado más de 200 000 millones de dólares (parte de unos 1 000 millardos [1 millardo = 1 000 millones] previstos en 10 años) para reforzar las fuerzas nucleares con 12 nuevos submarinos de ataque (a razón de 7 000 millones cada uno, el primero ya está en construcción), equipados cada uno con 200 ojivas nucleares, y con más bombarderos estratégicos (550 millones cada uno), armados con 20 ojivas nucleares cada uno.
El US Army está experimentando con armas laser capaces de derribar objetivos en vuelo, de neutralizar los visores y de cegar a los soldados enemigos. La US Navy ya instaló un cañón laser en el navío USS Ponce, precisando que «todavía hay que utilizarlo en combate real». Y la US Air Force anuncia que a partir de 2022 instalará armas laser en sus cazabombarderos.
También existe un fuerte desarrollo en el sector de los drones [aviones teledirigidos] y los robots de guerra. Mientras se modernizan los drones (el Global Hawk ya acumula más de 150 000 horas de vuelo), también se experimenta con otros artefactos voladores completamente robotizados, como el X-47B que ya realizó su primer reaprovisionamiento automático de carburante en vuelo. El secretario estadounidense a cargo de la US Navy incluso anuncia que el avión de combate F-35C, concebido para su uso en portaviones, «será probablemente el último con un piloto a bordo». En 2016 también se harán ensayos con un robot submarino que, lanzado desde un submarino tripulado, sería capaz de detectar y seguir automáticamente los navíos enemigos.
De la guerra robotizada a la guerra espacial no hay mucho trecho. El 20 de mayo de 2015 despegó, en su cuarta misión secreta, el X-37B, un mini-transbordador robótico de la US Air Force ya puesto a prueba en el espacio durante 4 años. El general Greaves, nuevo jefe del Comando Espacial, ha declarado que Estados Unidos «recurrirá a todos los medios para mantener la supremacía en el espacio».
Tras las huellas de Estados Unidos también participan en esa carrera armamentista los principales países europeos de la OTAN. Hace 10 días, los ministros de Defensa de Francia, Alemania e Italia firmaron el memorándum de entendimiento para el desarrollo de un aparato volador robótico de guerra. Israel participa en la carrera con nuevos drones y armas nucleares, armamento que podrá seguir desarrollando ya que la proposición árabe de realizar en 2016 una conferencia con vista a la creación de una zona libre de armas nucleares fue bloqueada en la ONU por Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña.
Rusia, China y otros países que se hallan en el colimador estratégico de Estados Unidos y la OTAN están reaccionando ante esa escalada. Rusia está desarrollando el Sarmat, un nuevo tipo de misil balístico intercontinental cuyas ojivas nucleares maniobran en el momento del reingreso en la atmósfera para esquivar los misiles interceptores del «escudo» estadounidense, y el submarino clase Borey, extremadamente silencioso, armado con 200 artefactos nucleares. China también está construyendo misiles y submarinos similares y, según el mando estadounidense, incluso está experimentando con armas espaciales antisatélites para cegar los sistemas de ataque estadounidenses.
Pero los medios de prensa no mencionan absolutamente nada de todo eso, mientras que apuntan sus proyectores hacia los niños que, durante el desfile militar del 2 de junio, festejan con sombrillas tricolores, no por la paz, como les dijeron ese día, sino por la guerra que les espera.
Fuente
Il Manifesto (Italia)
[1] Según el Artículo 11 de la Constitución de la República Italiana:
«Italia repudia la guerra como instrumento de ataque a la libertad de los demás pueblos y como medio de solución de las controversias internacionales; acepta, en condiciones de reciprocidad con los demás Estados, las limitaciones de soberanía necesarias para un ordenamiento que garantice la paz y la justicia entre las naciones; promueve y favorece las organizaciones internacionales que persigan ese objetivo […]»
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