Los tics, estrategias, guerras culturales y hasta revueltas populares que promueve la nueva extrema derecha tienden a replicarse aquí y allá. Lo subraya con ejemplos el historiador Pablo Batalla, atento observador de la “nueva insurgencia ultraderechista“: los conspiracionistas han difundido bulos casi id¡enticos sobre la transexualidad de las esposas de Obama, Macron y –con menos repercusión– Pedro Sánchez; los asaltos a los palacios democráticos de Washington y Brasilia por parte de hordas trumpistas y bolsonaristas parecen escritos por el mismo guionista. Es una tendencia ultra: copiarse a sí misma en diferentes países. Así que, razona Batalla, sería una ingenuidad pensar que el auge del revisionismo histórico derechista en España, que desborda a Vox y se instala plenamente en el PP, está desconectado de corrientes globales y obedece sólo a causas nacionales, a una especie de gen “guerracivilista” que ha vuelto a despertar.