Recientemente hemos visto la transmisión global de la nueva campaña publicitaria de Coca-Cola, titulada “A round of applause to all who respect Water”, que según la transnacional estadounidense, es un homenaje a todos los consumidores que junto a Coca Cola, se “preocupan” por no desperdiciar ni una gota de agua y mantener el equilibrio ecológico de la Naturaleza.
No obstante, la conocida marca comercial Coca Cola, se ubica entre las 10 empresas que más contaminan el Medio Ambiente alrededor del planeta Tierra, y sus apáticos consumidores son quienes más lanzan botellas de plástico, chapitas y latas de aluminio en los parques, plazas y calles de nuestras ciudades. Es consabido que la Coca Cola viene sistemáticamente destruyendo los mantos acuíferos, las cuencas hidrográficas y los reservorios de agua para el consumo humano.
Como de costumbre, en el costoso anuncio de Coca Cola se oculta la perversa aniquilación ambiental que produce la mencionada empresa de bebidas gaseosas, proyectando un falso mensaje de paz, respeto y felicidad a sus clientes, que se dejan engañar mediante el clásico adoctrinamiento de masas “Made in USA”. No olvidemos que con la complicidad de Monsanto, Nestlé, McDonalds, PepsiCo, General Mills y Kellogg’s, la Coca Cola es culpable de incrementar los índices de deforestación de los bosques, la desertificación de los suelos, y la polución del aire, generando un entorno de impunidad a nivel mundial que se paga con la infernal presencia de los gases de Efecto Invernadero, con el abrasante Calentamiento Global y con el implacable Cambio Climático.
En el nuevo placebo audiovisual de Coca Cola, afirman el supuesto “compromiso” de retribuirle a la Madre Tierra los millones de litros de agua que gastan y ensucian, para producir los gaseosos productos de la muerte. Son tan hipócritas que prometen para el año 2020, retornarle a las comunidades la misma cantidad de agua que emplearon para fabricar las bebidas. Sin embargo, cada año aumentan las denuncias y los reclamos de los pueblos originarios y sectores campesinos, que aunque utilizan la agricultura de bajo impacto para alimentar a sus familias y tener un sustento económico, apreciaron como la irracionalidad corporativa de Coca Cola los despoja de sus nobles tierras y se dedica a contaminar los ríos, las quebradas y los lagos que yacen en sus feudos.
Comprando con billetes de sangre a los organismos gubernamentales, vemos que Coca Cola hace lo que le da la gana con el Medio Ambiente, y en su actual campaña internacional “Aplausos para todos los que respetamos el agua”, se evidencia el grado de miseria espiritual que aguarda a esa malsana empresa yanqui. Sin duda, hay mucha desinformación, ignorancia y pasividad en sus consumidores, que con tan sólo ver una publicidad grabada en slow motion y una relajante cortina musical, quedan enganchados al corcho de la guaya que sostiene a los títeres del circo.
Mientras usted se queda hipnotizado viendo la astucia publicitaria de Coca Cola, están muriendo más y más niños africanos y latinoamericanos, que no tienen un smartphone para compartir el sufrimiento y el dolor de vivir presos en las podridas redes sociales, que encabezan la indiferencia del venerable siglo XXI. Ellos NO poseen cuentas oficiales en Twitter, Instagram y Facebook para agregar un hashtag que les permita calmar la sed y etiquetar un mejor futuro por recorrer. Tampoco disponen de conexión a la Internet para ver en Youtube el video que analizamos en el presente artículo. Ni siquiera gozan de una cubeta de agua dulce o salada, para meter la cabeza y suicidar el destino de todos.
Recordemos que el errático virtuosismo de Coca Cola, se establece en sinergia con el llamado “Ice Bucket Challenge”, que fue transformado en la maldita moda de los descerebrados animales que derrochan el agua potable, para sentirse un poco más cerca del calorcito que les espera cuando bañen el cuerpo y el alma del Diablo. El famoso desafío hollywoodense de lanzarse una cubeta de agua helada para “ayudar” a personas con enfermedades graves, es una raquítica excusa dolarizada que robotiza e idiotiza el comportamiento de la Sociedad Moderna. Por eso, la Coca Cola aprovecha la rentable oportunidad de vendernos un poquito de humanismo, conservacionismo y alegría ambiental, para que jamás recordemos que ella ha sido una de las principales responsables en atontar a la gente, buscando que los tontos se atrevan a echarse un balde de agua fría, sin un ápice de discernimiento taciturno y ni una gota de remordimiento enajenado.
Por desgracia, las mentiras de Coca Cola van más allá de “A round of applause to all who respect Water”, pues sabemos que su efecto perjudicial en el cuerpo humano, se traduce en diabetes, hipertensión y osteoporosis. Sus ingredientes químicos y potencialmente cancerígenos que incluyen el color caramelo, la cafeína, el benzoato de sodio, la fructuosa y el ácido fosfórico, generan adicción en los consumidores y pueden crear un cuadro de intoxicación al ingerirse por tiempo prolongado. La Coca Cola Light se convierte en un pesticida si es llevada hasta los 30 grados centígrados. Y por si fuera poco, el alto poder corrosivo de la Coca Cola, es capaz de higienizar los sanitarios domésticos, quitar manchas de la ropa, producir explosivas bombas caseras y lubricar los neumáticos de los automóviles.
Cuando en el benévolo comercial se vocifera que “Nos acordamos del agua mucho antes de que nos falte”, se demuestra el típico doble discurso que caracteriza a Coca Cola y al resto de los bodrios corporativos norteamericanos. Basta con viajar a San Cristóbal de las Casas en México, a Plachimada en la India o a Valparaíso en Chile, para verificar el colosal crimen ecológico que Coca Cola logró perpetrar a diestra y siniestra. Parece que las embotelladoras gringas siempre se acuerdan de quitarle el agua subterránea a las inocentes víctimas, a punta de plomo, golpizas y forzadas privaciones de libertad. Así, a su gloriosa santidad nunca le faltará la burbujeante mercancía que entregará en los centros autorizados de venta al público.
No hay razones para continuar aplaudiendo el gran genocidio, etnocidio y ecocidio de la compañía Coca Cola. El bombardeo publicitario de los medios privados en la radio, en la televisión, en la prensa y en la Web, viene contribuyendo a sostener el engaño descrito. Cada vez que compras una refrescante Pepsi o Coca Cola, te vuelves cómplice de la masacre ecológica que vivimos a diario. Es un problema latente que requiere de muchísima Educación Ambiental en los pupitres, en los comedores y en los dormitorios, para que los consumidores no caigan en la furiosa trampa orquestada por el Tío Sam.
Si de verdad quieres ayudar al planeta Tierra, no tienes que hacer el ridículo frente a una videocámara que satisfaga el morbo de la Humanidad. Es suficiente con rescatar valores fundamentales para fomentar el civismo, como la solidaridad, la empatía, la tolerancia y el sentido común. Es vital ahorrar el agua potable, apagar los equipos eléctricos de la casa o la oficina, ayudar a los perros y gatos de la calle, realizar donaciones a hospitales por voluntad propia sin esperar NADA a cambio, y aprender a practicar la regla de las tres erres (reducir, reutilizar y reciclar). Millones de abucheos a quienes beben la gasolina con hielo de Coca Cola, y una ronda de aplausos a quienes despertaron de la pesadilla y tomaron un saludable vaso con agua.
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