Por: Mah Iahdih Nan
La condición de refugiado es posiblemente una de las situaciones más duras por las que puede pasar un ser humano. Cuando te obligan a abandonar a los tuyos, tu tierra, tu entorno, tu ambiente, tu cultura y tu casa y te empujan hacia lo desconocido y lo ajeno, es despojarte de tus raíces, tus costumbres, tus tradiciones, tu lengua y hasta de tu personalidad.
Por ello, cualquier persona sea cual sea la razón que la ha llevado a ser refugiada, ya se política, social, económica, discriminatoria, humanitaria, bélica o por catástrofes naturales el resto de los humanos tenemos la obligación moral y ética de ser solidarios y tener empatía con cualquier ser humano que padece el exilio y el destierro.
Sin embargo, la guerra de Ucrania ha provocado que estemos asistiendo a uno de los más vergonzosos episodios de la historia de la humanidad después de la esclavitud y las dos guerras mundiales.
Las escenas de inmigrantes africanos, asiáticos y latinoamericanos que vivían en Ucrania y que se les deniega todo tipo de auxilio por el mero hecho de no ser rubios y de ojos azules, es uno de los bochornos y escándalos más duros y humillantes a los que se ha enfrentado la humanidad en la historia contemporánea.
Les han impedido subir al transporte para escapar de la guerra, han llegado a pedirles 1.000 euros por subir a un autobús cuando los ucranianos rubios y de ojos azules suben de forma gratuita. En Polonia, Bulgaria, Hungría, Rumanía y Moldavia, si consiguen llegar a esos destinos, no son directamente atendidos o son atendidos si sobra algo después de atender a los ucranianos rubios y de ojos azules.
No obstante y a pesar de estas salvajes discriminaciones alguien podría tener la tentación de justificar estos comportamientos vejatorios y denigrantes, alegando que estas son conductas sociales arraigadas en estas sociedades europeas racistas, cerradas e ignorantes y hasta podría tener parte de razón, pero, ¿dónde está la humanidad que llevamos dentro los seres humanos para asistir al prójimo ?
Estos denigrantes procederes no se limitan a las actuaciones sociales y populares de pueblos con escasa cultura y muy poca apertura a las relaciones con sociedades diferentes. La inmensa mayoría de las instituciones publicas oficiales y privadas de Europa se han sumado a esta deriva racista y repugnante. Europa ha sacado a pasear sus vergüenzas sin ningún tipo de pudor ni formalismo. Casi todos los países han abierto sus puertas de par en par y han declarado bula indefinida para la llegada de los ucranianos rubios y de ojos azules. Asimismo, casi todos los países miembros de la UE han tenido la desfachatez de comunicar oficialmente a los países de origen de los inmigrantes que residían en Ucrania que no serán regularizados si consiguen entrar en el Espacio Schengen.
Estos mismos países que promulgan gracia para que los refugiados ucranianos tengan privilegios y beneficios para trabajar, residir y recibir todo tipo de ayudas, son los mismos que pagan millonadas a Turquía y Marruecos para que no dejen pasar ningún inmigrante que no sea rubio y de ojos azules.
En realidad lo que acaba de perpetrar tanto la Europa popular como la oficial no es más que parte de sus complejos que vienen ocultando durante los últimos 70 años en los que se masificaron los procesos migratorios masivos. El racismo endémico que existe en toda Europa fundamentalmente por razones raciales, religiosas, geográficas y de pobreza es la demostración de que en Europa salvo algunas grandes y escasas urbes muy habituadas al trato con el diferente, en el resto el racismo, la exclusión y la xenofobia están presentes de forma sistemática y permanente en la vida de los inmigrantes.
Las poblaciones europeas en general a pesar de su nivel de desarrollo, bienestar y educación son sociedades cerradas, incultas e incapaces de ver al diferente como un ser humano igual que ellos a no ser que venga cargado de billetes.
Estas ignominiosas decisiones europeas estableciendo baremos entre inmigrantes de primera y de tercera, utilizando un doble rasero que viene a formular que los humanos no son iguales y que los hay que por su raza, credo y situación geográfica son superiores o mejores que otros que profesan otra religión, tienen un color diferente y viven en otros lares.
Estas infames posturas europeas con respecto a la inmigración nos conducen directamente a un mundo en el que cada cual arrimará el ascua a su sardina y tomará las decisiones que privilegien y favorezcan a los suyos a costa del resto.
¿Se imaginan un mundo en el que los asiáticos, africanos y latinoamericanos se despierten un día y decidan que no permitirán jamás que ningún gramo ni litro de sus recursos naturales, ya sean energéticos, alimentarios o mineros vayan a Europa? Sería una catástrofe para los europeos dejar de recibir las materias primas, muchas veces esquilmadas, que proceden de estos lugares y que garantizan y mantienen el bienestar de los europeos
Pues viendo las imágenes y testimonios del trato y el sufrimiento que reciben los inmigrantes africanos asiáticos y latinoamericanos en Europa, no es descabellado que ese momento esté a la vuelta de la esquina .
tanerustapastanelerisero dice
Cambiar la violencia por el derecho real de asilo y listo