Por: Thierry Meyssan
La prensa occidental habla poco sobre las operaciones militares en Siria y cuando lo hace es para afirmar, sin ofrecer la menor prueba, que la coalición encabezada por Estados Unidos bombardea exitosamente a los yihadistas del Emirato Islámico mientras que Rusia mata civiles inocentes. De hecho es difícil formarse una idea sobre la situación actual, sobre todo porque cada bando se prepara con vista a un amplio enfrentamiento. Thierry Meyssan describe aquí lo que se prepara.
- Autobús privado sirio decorado con los retratos de Bachar al-Assad, Vladimir Putin y Hassan Nasrallah, los tres hombres que encarnan la resistencia frente la agresión externa.
El silencio que rodea las operaciones militares en Irak y en Siria no significa que se haya interrumpido la guerra sino que los diferentes protagonistas están preparándose para una nueva etapa.
Las fuerzas de la coalición encabezada por Estados Unidos
Del lado del Imperio subsiste la mayor confusión. Las declaraciones contradictorias de los dirigentes de Estados Unidos hacen imposible entender los objetivos de Washington, si es que los tiene. Lo más que se percibe es que Estados Unidos está permitiendo a Francia tomar la iniciativa al frente de una parte de la coalición, pero hasta en eso se ignora cuáles son los verdaderos objetivos.
Cierto es que Francia declara querer acabar con el Emirato Islámico como represalia por los atentados perpetrados el 13 de noviembre en París. Pero eso es lo que ya venía diciendo Francia antes de esos hechos. Y, más que algo real, sus declaraciones anteriores eran una simple cuestión de propaganda. Por ejemplo, el barco Mecid Aslanov, perteneciente a la compañía BMZ Group, de Necmettin Bilal Erdogan [el hijo del presidente turco], salió el 9 de noviembre de 2015 del puerto de Fos-sur-Mer, en Francia. Ese barco acababa de entregar impunemente en Francia un cargamento de petróleo supuestamente extraído en Israel pero que en realidad fue robado en Siria por el Emirato Islámico. Nada permite suponer que ese estado de cosas haya cambiado y que debamos que tomar en serio las últimas declaraciones oficiales del gobierno de Francia.
El 4 de diciembre, el presidente francés Francois Hollande y su ministro de Defensa Jean-Yves Le Drian visitaron el portaviones Charles-de-Gaulle, posicionado en aquel momento frente a la costa siria. Allí anunciaron, sin explicación alguna, un cambio de misión. Como ya lo había declarado anteriormente el general Pierre de Villiers, jefe de estado mayor de las fuerzas armadas francesas, el portaviones francés fue enviado al Golfo Pérsico.
El grupo aeronaval conformado alrededor del Charles-de-Gaulle se compone del grupo aéreo de ese portaviones (18 aviones Rafale Marine, 8 aviones Super Etendardmodernizados, 2 Hawkeye, 2 Dauphin y un 1 Alouette III). También incluye la fragata antiaérea Chevalier Paul, la fragata de lucha contra submarinos La Motte-Picquet, el navío de mando y reabastecimiento Marne, la fragata belga Léopold Ier y la fragata alemana Augsburg, así como –a pesar de que el ministro francés de Defensa lo ha negado hasta ahora– un submarino nuclear. Ese dispositivo incluye la fragata ligera furtiva Courbet, que se quedó en el Mediterráneo oriental.
Esas fuerzas europeas fueron integradas a la Fuerza de Tareas 50 del USNavCent, o sea la flota del Central Command estadounidense, que ahora comprende en total unos 60 navíos.
Las autoridades francesas han subrayado que el contralmirante René-Jean Crignola ha tomado el mando de esa fuerza internacional. Pero no precisaron que este contralmirante francés está bajo las órdenes del comandante de la Quinta Flota estadounidense, el vicealmirante Kevin Donegan, quien a su vez recibe órdenes del general Lloyd J. Austin III, comandante del CentCom.
Se trata, en efecto, de una regla absoluta del Imperio, el mando de las operaciones siempre está en manos de los oficiales estadounidense, ya que los aliados no son más que peones. De hecho, exceptuando la relativa promoción del mencionado almirante francés, estamos ante la misma situación que en febrero pasado: una coalición internacional que supuestamente lucha contra el Emirato Islámico y que –durante todo un año– lo que ha hecho es realizar numerosos de vuelos de reconocimiento y destruir las instalaciones petroleras chinas (Irak), pero sin haber tenido el menor efecto sobre su objetivo oficial: el Emirato Islámico. Tampoco en este sentido se vislumbra nada que haga pensar que van a cambiar las cosas.
La coalición anunció haber realizado nuevos bombardeos y haber destruido numerosas instalaciones del Emirato Islámico. Pero se trata de anuncios imposibles de verificar y tanto más dudosas cuanto que la organización terrorista no ha emitido ningún tipo de protesta.
Del movimiento de todo ese dispositivo podemos concluir que Francia puede aplicar su propia estrategia, pero que Estados Unidos se reserva la posibilidad de retomar el mando en cualquier momento.
Las fuerzas terroristas
En esta parte del trabajo podríamos hablar de las organizaciones terroristas. Pero sería fingir, como lo hace la OTAN, que esos grupos son formaciones independientes salidas de la nada con sus salarios, su armamento y todo su aprovisionamiento. Más seriamente, los yihadistas son mercenarios al servicio de Turquía, de Arabia Saudita y de Qatar –los Emiratos Árabes Unidos parecen haberse retirado enteramente de este dispositivo–, países a los que hay que agregar varias transnacionales como Academi, KKR y Exxon-Mobil.
Turquía prosigue su despliegue militar en Bachika (Irak), en respaldo a los kurdos del presidente ilegítimo del gobierno regional kurdo de Irak, Massud Barzani –a pesar de haber llegado al término de su mandato, Barzani se niega a dejar el poder y organizar nuevas elecciones. Ante la exigencia del gobierno iraquí de que retire sus soldados y blindados, Ankara respondió que envió esas fuerzas para proteger a los instructores desplegados en el marco de un acuerdo internacional anterior y se negó a retirarlas. Incluso envió más, incrementando sus efectivos hasta alcanzar la cifra de al menos 1 000 soldados y 25 tanques.
Irak llevó la cuestión al Consejo de Seguridad de la ONU y a la Liga Árabe, donde nadie le ha hecho el menor caso.
Turquía y el ex gobernador de Mosul, Atheel al-Nujaifi, querrían estar presentes cuando el Emirato Islámico sea expulsado de esa ciudad iraquí e impedir que esta pase a manos de las Fuerzas de Movilización Popular (al-Hashd al-Shaabi), muy mayoritariamente chiitas.
Pero es evidente que todo el mundo está soñando: el presidente ilegítimo del gobierno regional kurdo de Irak, Massud Barzani, cree que nadie cuestionará su anexión de los campos de petróleo de Kirkuk y de las montañas de Sinjar; el líder de los kurdos sirios Saleh Muslim se imagina que va a convertirse pronto en presidente de un seudo Kurdistán reconocido internacionalmente; y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan supone que los árabes de Mosul no esperan otra cosa que ser liberados y gobernados por los turcos, como en tiempos del Imperio otomano.
Por otro lado, Turquía ha desplegado en Ucrania la brigada islamista internacional que creó oficialmente en agosto pasado. Cuando llegaron a Jerson, esos yihadistas, seleccionados en el teatro de operaciones sirio, fueron distribuidos en dos grupos. La mayoría han sido enviados a luchar en el Donbass, como miembros de las brigadas Cheikh Manur y Djokhar Dudayev. Mientras tanto, los mejores elementos se infiltraron en Rusia para sabotear la economía de Crimea y lograron cortar el servicio eléctrico de esa República durante 48 horas.
Por su parte, Arabia Saudita reunió a sus mercenarios en Riad para constituir una delegación con vista a las próximas negociaciones organizadas por el director de Asuntos Políticos de la ONU, el neoconservador estadounidense Jeffrey Feltman.
Los sauditas no invitaron a esa reunión a representantes de al-Qaeda ni del Emirato Islámico sino únicamente a grupos wahabitas que trabajan para Riad, como Jaysh al-Islam [el Ejército del Islam] y Ahrar al-Sham. O sea, teóricamente no había en esa conferencia «grupos terroristas» clasificados como tal por el Consejo de Seguridad de la ONU. En la práctica, sin embargo, todos los participantes en el encuentro de Riad luchan en el seno, en nombre o junto a al-Qaeda y el Emirato Islámico. En ese caso se halla el grupo que se identifica como Ahrar al-Sham, creado, justo antes del inicio de los incidentes en Siria, por la Hermandad Musulmana y por altos miembros de al-Qaeda provenientes del entorno de Osama ben Laden.
Actuando como ya venían haciéndolo antes de la intervención rusa, los participantes en el encuentro de Riad reclamaron una «solucion política» que tendría que iniciarse con la dimisión del presidente sirio democráticamente electo Bachar al-Assad, para pasar después a una repartición del poder entre ellos mismos y las instituciones de la República Árabe Siria. O sea, aunque han perdido toda esperanza de ganar en el plano militar, siguen apostando por una rendición de la República Árabe Siria.
Los representantes de los kurdos de Siria no fueron invitados a esa conferencia, lo cual permite concluir que Arabia Saudita considera el proyecto del seudo Kurdistán como algo separado del futuro del resto de Siria. Es importante señalar, de paso, que el YPG acaba de crear un Consejo Democrático Sirio para reforzar la ilusión de que existe una alianza de los kurdos encabezados por Selah Muslim con los árabes sunnitas y los cristianos, cuando en realidad están luchando entre sí en el terreno.
En todo caso, es indudable que Riad respalda los esfuerzos de Turquía por crear un seudo Kurdistán y expulsar del suelo turco a «sus» kurdos. En efecto, ya existen pruebas que demuestran que Arabia Saudita proporcionó ayuda logística para guiar el misil aire-aire que derribó el Su-24 ruso.
Y, para terminar, Qatar sigue simulando que ya no está implicado en la guerra, desde la abdicación del emir Hamad, hace 2 años. Sin embargo, siguen acumulándose las pruebas que demuestran las operaciones secretas de Qatar, dirigidas todas no contra Damasco sino contra Moscú. Ejemplos: a finales de septiembre de 2015, el ministerio de Defensa qatarí compró en Ucrania sistemas antiaéreos sofisticados Pechora-2D para que los yihadistas puedan convertirse en una amenaza para la aviación rusa y, más recientemente, Qatar organizó una operación bajo bandera falsa contra Rusia. En este último caso, Qatar adquirió, a finales de octubre de 2015 y también en Ucrania, 2 000 bombas de fragmentación OFAB 250-270, de fabricación rusa, que fueron utilizadas el 6 de diciembre contra un campamento del Ejército Árabe Sirio, para acusar a Rusia de haber cometido un error. Y, nuevamente, en la ONU, nadie ha hecho caso de las pruebas presentadas.
Las fuerzas patrióticas
La aviación rusa está bombardeando a los yihadistas desde el 30 de septiembre. Y tiene previsto continuar los bombardeos como mínimo hasta el 6 de enero. El objetivo fundamental es destruir los búnkeres que los grupos armados han construido así como la logística de dichos grupos. Durante esa fase, se ha visto poco cambio en el terreno, con excepción de un reflujo de los yihadistas hacia Irak y Turquía.
El Ejército Árabe Sirio y sus aliados están preparando una amplia operación para principios de 2016. Se trata de provocar una sublevación de las poblaciones que actualmente se hallan bajo control de los yihadistas y de recuperar simultáneamente casi todas las ciudades del país –con la posible excepción de Palmira– para que los mercenarios extranjeros se vean obligados a replegarse hacia el desierto. Contrariamente a lo que sucede en Irak, donde 120 000 sunnitas y ex miembros del Baas iraquí se unieron al Emirato Islámico únicamente para vengarse de Estados Unidos –que los mantuvo al margen del poder para favorecer a los chiitas– son pocos los sirios que han aclamado el «Califato».
El 21 y 22 de noviembre, las fuerzas armadas rusas realizaron en el Mediterráneo una serie de ejercicios con el Ejército Árabe Sirio, provocando un cierre parcial de los aeropuertos de Beirut (en Líbano) y de Larnaca (en Chipre). El 23 y el 24 de noviembre, el fuego de misiles rusos sobre posiciones del Emirato Islámico provocaba el cierre de los aeropuertos de Erbil y Suleimayeh (en Irak). Al parecer, lo que en realidad sucedió es que las fuerzas armadas rusas pusieron a prueba la posible extensión del radio de acción de su dispositivo de interferencia de los sistemas de comunicaciones y mando de la OTAN. En todo caso, el submarino ruso Rostov disparó desde el Mediterráneo –el 8 de diciembre– varias andanadas contra instalaciones del Emirato Islámico.
Rusia, que ya dispone de la base aérea de Hmeymim (cerca de Latakia), está utilizando también la base aérea del Ejército Árabe Sirio en Damasco y parece estar construyendo una nueva base en al-Shayrat (cerca de la ciudad siria de Homs). Altos oficiales rusos han estado además en el terreno en busca del lugar apropiado para abrir una cuarta base en el noreste de Siria, o sea cerca de Turquía e Irak.
Y, finalmente, un submarino iraní llegó a las aguas cercanas al puerto sirio de Tartus.
El Hezbollah, que ha demostrado su capacidad para la realización de operaciones comando durante la liberación del piloto del Su-24 prisionero de las milicias organizadas por el ejército turco, está preparando la sublevación de las poblaciones chiitas mientras que el Ejército Árabe Sirio –que cuenta en sus filas más de un 70% de sunnitas– se concentra en las poblaciones sunnitas.
El gobierno sirio llegó a un acuerdo con los yihadistas de Homs, que finalmente aceptaron unirse a él o salir de esa ciudad. La evacuación se desarrolló bajo supervisión de la ONU. Ello implica que Damasco, Homs, Hama, Latakia y Deer es-Zor se encuentran ahora totalmente bajo control gubernamental. Quedan por liberar Alepo, Idlib y Raqqa.
Contrariamente a lo que afirman –sin pruebas– los medios de prensa occidentales, Rusia no tiene la menor intención de dejar el norte de Siria en manos de Francia, Israel y el Reino Unido para crear allí un seudo Kurdistán. El plan de las fuerzas patrióticas prevé la liberación de todas las zonas habitadas de Siria, incluyendo Raqqa, actual «capital del Califato».
Así que… la calma precede la tormenta.
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