Por: David Brooks
La migración, uno de los principales temas nacionales en el debate nacional, y el voto latino –reconocido por la cúpula política como un sector cada vez más clave en los cálculos electorales nacionales– no importan en esta elección intermedia.
O por lo menos esa fue la conclusión a que llegaron los estrategas de ambos partidos, quienes decidieron que no era clave en esta coyuntura promover cambios en la política migratoria antes de esta elección.
Por su parte, el presidente Barack Obama decidió –ante la presión de candidatos demócratas al Senado, quienes no deseaban defender esa movida– no impulsar medidas prometidas para proteger a millones de indocumentados de la deportación.
Por otro lado, los republicanos decidieron que podían continuar con su retórica antimigrante e ignorar en gran medida a los latinos sin ninguna consecuencia. Por el contrario, generar mayor apoyo entre bases ultraconservadoras.
En estas elecciones intermedias toda la cámara baja y aproximadamente un tercio del Senado están en juego. No hay duda de que los republicanos conservarán y hasta aumentarán su mayoría en la cámara baja. El proceso se centra en quién tomará el control de la cámara alta, por ahora en manos de los demócratas, pero que, según los pronósticos, podrían perder. En estas batallas ni los latinos ni el asunto de la migración tendrán gran impacto.
No es porque el tema no siga vigente, no es que los latinos no sigan como el sector minoritario de mayor crecimiento en el mapa político. El misterio se explica en el hecho de que, a pesar de que un número récord de latinos tienen derecho a votar este año, su poder será muy limitado, ya que muy pocas de las contiendas claves en estas intermedias están en estados con presencia significativa de latinos, según un análisis del Pew Research Center.
El número de latinos con derecho a sufragio (aunque no todos están empadronados) se ha incrementado a 25.2 millones, 11 por ciento del total nacional. Pero éstos siguen concentrados en unas cuantas entidades, con casi la mitad en sólo dos, Texas y California, y otros más en Florida, Nueva York, Arizona e Illinois –todos, estados donde no hay contienda cerrada para el Senado, el premio mayor en estos comicios.
De hecho, en ocho estados donde se podría determinar cuál partido conquistará la mayoría de la cámara alta los potenciales votantes latinos tienen una presencia en promedio de sólo 4.7 por ciento. Más aún: en los pocos distritos legislativos donde hay competencia real entre candidatos a la cámara baja sólo ocho tienen población latina que puede ser determinante en el resultado.
El hecho es que para los legisladores republicanos los latinos no son amenaza ni los necesitan. Nate Cohn, analista especializado en proyecciones electorales del New York Times, concluyó que “hay una sencilla razón por la cual los republicanos están dispuestos a enajenar a los latinos: no necesitan sus votos. Por lo menos no este año”. Señala que, estadísticamente, ese partido probablemente puede mantener su mayoría en la cámara baja y posiblemente lograr derribar el control demócrata del Senado sin necesitar un solo sufragio latino.
El hecho de que la mayoría republicana no depende en nada de los latinos revela una de las razones por las cuales no ha prosperado una ley de reforma migratoria, señala Cohn, del Times.
Desilusionados
Pero aun en lugares donde sí hay amplia presencia latina, analistas afirman que los latinos podrían quedarse en casa más que nunca, ante una creciente desilusión con el presidente Barack Obama y su partido, sumándose al desencanto de otros sectores que fueron claves en el triunfo histórico del mandatario. Según encuestas recientes, el nivel de apoyo latino para el gobernante y el Partido Demócrata ha bajado –de hecho, de acuerdo con un estudio de Gallup, el nivel de aprobación de Obama por los latinos se desplomó 20 puntos porcentuales desde su relección, en 2012. No ayudó la decisión de Obama de postergar su promesa de modificar su política migratoria para proteger a millones de migrantes de la deportación hasta después de esta elección, algo que algunos consideraron una “traición”.
Sin el voto latino los republicanos pueden prosperar, pero los demócratas podrían sufrir más derrotas de las que se pronostican.
Los estrategas republicanos reconocen que sin obtener una parte sustancial del sufragio latino no podrán ganar la Casa Blanca. Pero en una elección legislativa como ésta, el cálculo no es el mismo y la distribución geográfica del voto latino, junto con una serie de obstáculos para suprimir su participación impulsados por republicanos, más el dibujo de los distritos electorales que logran mantener marginado ese sufragio reducen el poder potencial de ese voto.
La mayoría de los latinos aún favorecen a los candidatos demócratas –57 por ciento contra 28 para los republicanos–, pero ese apoyo se ha reducido desde 2010, cuando 65 por ciento respaldaba a los candidatos demócratas, según un sondeo de esta semana de Pew Research Center. A la vez, dos tercios (66 por ciento) de votantes latinos empadronados afirman que para ellos es muy importante una reforma a las leyes migratorias.
Pero todo indica que ello será un asunto poselectoral, con vistas a los comicios presidenciales de 2016. Será entonces cuando se verán los beneficios y costos del manejo de este tema y el voto latino por ambos partidos.
Comentario