Por: Savvas Kalèdéridès
Nadie ha reclamado la autoría de la masacre (86 muertos y 186 heridos) perpetrada en Ankara el 10 de octubre de 2015. Pero, teniendo en cuenta que el PKK ya tenía previsto proclamar unilateralmente un cese de hostilidades durante el periodo electoral, el hecho que Erdogan ya apostaba por sembrar el miedo entre su propio electorado y el pasado criminal del Estado profundo turco, Savvas Kalenterides estima que es evidente la responsabilidad del gobierno turco.
El 24 de mayo de 1993, un autobús transportaba soldados turcos desarmados de Malatya a Bingkiol. Diez kilómetros antes de su destino, guerrilleros del PKK, bajo las órdenes de Semntin Sakik, detuvieron el autobús y capturaron a los soldados. Durante la madrugada, ejecutaron a 33 de ellos, enlutando así a Turquía y provocando en la sociedad turca una oleada de sentimientos nacionalistas y chauvinistas contra los kurdos y el PKK.
Una serie de hechos demostraron posteriormente que tras ese crimen odioso se escondía el Estado turco.
El autobús atacado no llevaba escolta. Extrañamente, era la primera vez que sucedía eso.
Semntin Sakik, quien más tarde se rindió al Estado turco y reveló a las autoridades turcas secretos importantes y vitales sobre el PKK, mantenía relaciones con el kurdo sunnita Gesil (Mahmut Yildirim), agente y ejecutor de los servicios secretos turcos, quien le informó sobre el recorrido del autobús y le ordenó ejecutar a los soldados turcos desarmados, acción que contradice el código de valores del PKK.
Según observadores objetivos, la ejecución de los 33 soldados turcos fue planeada por el servicio de lucha antiterrorista turco (JITEM), que servía de madriguera al Estado profundo, para provocar en la opinión pública una ola de reacciones en contra del PKK y presionar así al gobierno y el ejército a favor del inicio de operaciones militares contra el PKK y de un cese de facto de la tregua unilateral proclamada el 20 de marzo de 1993 por [el líder kurdo] Abdullah Ocalan, en coordinación con el ya entonces fallecido presidente turco Turgut Ozal.
Es importante señalar que el cese de las hostilidades del 20 de marzo de 1993 fue prolongado por 2 meses, después de una nueva declaración de Ocalan, hecha el 15 de abril, nuevamente en coordinacion con el presidente Turgut Ozal y con Celal Talabani como mediador diplomático.
Y para quienes aún pudiesen albergar al menos una ligera duda en cuanto al papel del Estado profundo [turco] en ese caso y sobre lo mucho que le molestaba a este último el camino hacia la paz, para lograr una solución política para el yema kurdo, basta con revelar que 2 días antes del segundo anuncio de extensión del cese de las hostilidades –el 17 de abril de 1993–, el presidente Turgut Ozal murió envenenado por el Estado profundo.
Como el PKK prolongó la tregua, el Estado profundo organizó la ejecución de 33 soldados desarmados el 24 de mayo, ejecución que se atribuyó al PKK y que dio paso a grandes operaciones militares del ejército turco, poniendo así fin al cese de las hostilidades [que el PKK había] proclamado unilateralmente.
Lo que condujo a la masacre
del 10 de octubre en Ankara
El 9 de octubre de 2015, el codirigente del PKK Cemil Bagik anunció que el PKK estaba dispuesto a declarar una tregua unilateral, en aras de evitar una atmósfera de guerra en pleno periodo electoral en el Kurdistán turco ocupado y el día de las elecciones, previstas para el 1º de noviembre.
El anuncio oficial debía hacerlo el jefe militar del PKK, Murat Karayilan, el sábado 10 de octubre de 2015.
Al mismo tiempo, el movimiento kurdo había decidido, en coordinación con diversas organizaciones, realizar en Ankara una gran manifestación conjunta por la paz.
Pero el dúo Erdogan-Davutoglu había concebido toda su campaña electoral en función de un clima bélico, para reunir el electorado nacionalista alrededor de los conservadores del AKP y desestabilizar a los cientos de miles de electores turcos partidarios de la paz, que ya habían votado a favor del Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) en las elecciones del 7 de junio de 2015.
Fue el resultado de aquellas elecciones lo que llevó a Erdogan a romper la larga tregua y a emprender la guerra contra el PKK a mediados de julio de 2015. El objetivo era recuperar el electorado que ya se había pronunciado anteriormente en contra de su partido, obtener así una clara victoria para el AKP y seguir los pasos de Sadam Husein y Muammar el-Kadhafi convirtiéndose él mismo en nuevo sultán.
El atentado de Ankara fue una manera de torpedear el movimiento pacifista y el cese de las hostilidades para que no influyese en los electores.
La guerra que el propio Erdogan inició a mediados de julio, y que ya ha costado la vida a cientos de kurdos y de turcos, tenía que continuar. Fue para lograrlo que agentes kurdos sunnitas del Estado profundo turco, reclutados en 2013 y 2014 por los órganos de seguridad turcos para incorporarlos al Emirato Islámico y utilizarlos contra sus hermanos kurdos del PKK, ejecutaron la misión fungiendo como kamikazes en el mortífero atentado de la estación de trenes de Ankara.
¿En qué consiste la tragedia?
El kamikaze de Ankara es probablemente Yunus Emre Alagoz, hermano mayor de Seyh Abdurrahman Alagoz, quien, actuando también como kamikaze, provocó la muerte de 33 jóvenes kurdos, con el atentado de Suruc, el 20 de julio de 2015, lo cual dio lugar a que el PKK retomara la guerra de guerrillas contra el Estado turco.
Así es el Estado turco, profundamente brutal e implacable con sus «enemigos».
Ojalá que quienes desde hace años «flirtean» con los representantes de ese Estado se den cuenta por fin de esa simple verdad en momentos en que esa misma Turquía perpetúa contra los kurdos el genocidio anteriormente perpetrado contra los griegos, los armenios y los asirios, mantiene su ocupación en Chipre y sigue persiguiendo sus ambiciones de expansión en el Mar Egeo.
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