Por: Daniel Wizenberg
Desde Ho Chi Minh
Parecen “Mac Guevara o Che Donalds” dice una canción del argentino Kevin Johansen. En eso se piensa cuando uno pasa por Vietnam estos días en que se cumplen 41 años del fin de la guerra contra los Estados Unidos. Es que dos cosas son evidentes: todo está cambiando aceleradamente y las consecuencias de la guerra aún se sienten. Se nota en la cantidad de jóvenes, el 60% de la población es menor de 40 años de edad. Se puede sentir en los locales de McDonald’s que tienen en la puerta una bandera roja con la hoz y el martillo.
Vietnam pasó de ser el emblema de la victoria heroica sobre el capitalismo a comprarle armas a Estados Unidos e incluso a firmar tratados de libre comercio con el gobierno de Barack Obama.
Las bulliciosas calles de Hanoi y Ho Chi Minh, sus dos ciudades más importantes, la nueva capital y la vieja, los centros del norte y del sur, viven al ritmo acelerado de bici-taxis y vendedores ambulantes que hacen equilibrio para llevar enormes pirámides de verduras y otros productos en motocicletas de no más de cien centímetros cúbicos. En los suburbios es palpable el humo de las fábricas.
En los últimos años, Vietnam tuvo una de las economías de más rápido crecimiento a nivel mundial. El sector privado, inexistente hace algunas décadas, genera dos tercios del PIB y es un ‘caso modelo’ para la Organización Mundial de Comercio. El país multiplicó tres veces la renta per cápita con un crecimiento real promedio superior a 7,5% anual. Al comenzar las reformas, a principios de la década de los 90, el PIB per cápita era de 97 dólares estadounidenses por persona, hoy supera los 2.000 dólares.
Las Naciones Unidas felicitan a los vietnamitas por haber alcanzado un porcentaje de alfabetismo del 94,3%, una esperanza de vida de 72 años (de las más altas de su región), por haber logrado una de las más bajas tasas de desempleo a nivel mundial, haber reducido la pobreza desde un 58% en 2003 a cerca de un 12% hoy y por haber logrado sacar de la miseria en menos de 20 años a más de 25 millones de personas, reduciendo la pobreza extrema a valores inferiores al 2%.
¿El capitalismo resultó más efectivo que el comunismo? La experiencia lleva el nombre de ‘socialismo de mercado’ y así se ha colocado, según el Banco Mundial, como “uno de los países en desarrollo más exitosos en la historia del capitalismo”. El plan tiene dos ejes centrales. Por un lado, liberalizar el comercio exterior pero hacer lo contrario con el comercio interior y, por el otro, bajar los salarios pero capacitar a la mano de obra. El objetivo: lograr competitividad, esto es, atraer inversiones extranjeras.
¿Tigre asiático o ‘lindo gatito’?
En 2014 se convirtió en el máximo exportador de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) a Estados Unidos, desplazando a otros potenciales ‘tigres’ regionales como Tailandia, Malasia o Filipinas. Lo logró reduciendo el costo laboral, es decir, los salarios: hoy el haber mínimo es casi la mitad del de China (170 dólares contra 290 dólares).
En los 80, los tigres asiáticos –Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong– dieron el gran salto que les permitió pasar de economías primarias a parcialmente industrializadas. Vietnam ha dado ese paso. Diversificó sus productos primarios y ahora exporta además de café, té y arroz; zapatos, textiles y computadoras entre otras mercancías. La empresa japonesa Kyocera, por ejemplo, que proyecta una producción de dos millones de impresoras para 2018 mudó su sede a Vietnam. Sin embargo, no surgieron empresas de origen vietnamita que produzcan a mediana o gran escala, lo que vuelve al país totalmente dependiente de la inversión externa.
Si bien el desempleo bajó considerablemente, la economía informal es fuente de grandes desigualdades: diez millones de pequeños empresarios ejercen sin ninguna declaración oficial, un 20% del PBI es aportado por el sector informal. Lo trabajadores no están sindicalizados, los que huelgan son los derechos laborales.
En materia educativa, la cobertura del sistema es buena, incluso en áreas rurales, producto de una estrategia a largo plazo y desde el 2010 invierte el 21% de su PIB en educación. Los buenos resultados se han visto reflejados en las pruebas de calidad educativa PISA y en las clasificaciones globales publicadas por la OCDE en mayo de 2015, basadas en ciencias y matemáticas, donde Vietnam ocupó el lugar 12 mientras EE.UU, por ejemplo, el puesto 28.
Según investigó la colega española Ángela Bohórquez, “a pesar de estos buenos resultados, el sistema de educación es calificado como rígido y dentro del país muchas de las noticias que circulan con respecto al mismo no son positivas. Así como sucede en Corea del Sur, el sistema es estricto y los estudiantes no son impulsados hacia la creatividad”.
El lema comunista que rezaba “a cada cual según sus necesidades, a cada cual según sus capacidades” no puede llevarse a la práctica a nivel rural ya que la guerra y la falta de planificación posterior a la misma erosionó una parte importante del suelo destinado a “autoabastecer”, a conseguir la soberanía alimentaria. El ingreso de Monsanto y los agroquímicos está aplazando de forma permanente ese viejo objetivo.
Geopolíticamente Vietnam pendula. Firmó el TPP (el Trans-Pacific Partnership) ante la presión estratégica de Estados Unidos pero también se adhiere a la propuesta china que promueve una zona de libre comercio asiática.
China invirtió 25.000 millones de dolares en infraestructura pero también los Estados Unidos desembolsaron una cifra similar en el último año. En junio de 2015, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, anunció durante una reunión con su contraparte vietnamita, Phung Quang Thanh, que Washington facilitaría 18 millones de dólares estadounidenses para la compra de barcos patrulleros para su servicio de guardacostas. Léase bien: Estados Unidos le dio un préstamo a Vietnam para que este le comprara armas.
Las vueltas de la historia
En la guerra, el Vietnam del Norte liderado por Ho Chi Minh se impuso sobre el Vietnam del Sur aliado de los EEUU. El final de lo que los vietnamitas llaman la “guerra americana” fue un triunfo verdaderamente trascendental para el Norte. La independencia finalmente fue ganada una semana como esta pero de 1975 y fue el corolario de un siglo de lucha contra (además de los americanos) los franceses, los chinos y los japoneses. Hanoi fue la ciudad emblema de esta lucha y ahora es la capital del país; Ho Chi Minh, fundador venerado de la nación, se encuentra allí en un mausoleo exactamente igual al de Lenin en la Plaza Roja de Moscú.
Una campaña de ‘norterización’ durante la primera década posterior a la independencia incluyó una política de colectivización de la tierra y llevó a más de 400.000 personas a asistir a campos de ‘reeducación laboral’. Muchos intentaron resistir el nuevo sistema, decenas de miles murieron y más de cien mil huyeron en botes. Se instauró el comunismo en el sur. Luego de la caída de la URSS a finales de la década de los 80 se terminó de decantar una feroz crisis económica que dejó a gran parte de la población subsumida en el hambre: una trágica anomalía en un país históricamente rico en la producción de alimentos.
Hoy en día y desde hace una década se da una progresiva ‘suderización’ del Norte. Los parques industriales en las afueras de la ciudad de Ho Chi Minh y los arrozales del delta del Mekong ahora impulsan la economía nacional, la producción de dos tercios de la riqueza de la nación y representan el 80 por ciento de sus ingresos fiscales. Los ‘comunistas’ del sur promueven políticas de privatización e iniciativas empresariales a las burocracias ministeriales rígidas del norte.
Aún gobierna el Partido Comunista y todas las disputas se dan al interior de él. En el último congreso partidario se consensuó una economía con una “estructura basada en el mercado, pero con el socialismo impulsando el desarrollo económico”, según aparece en su declaración final. Esa mezcla de Karl Marx y Adam Smith revela la ambivalencia de los líderes del partido sobre las reformas, quienes en plena inestabilidad económica mundial interpretan de una manera muy particular aquello que alguna vez dijo el líder Ho Chi Minh: “Seremos como el pino y el ciprés, para ellos la tormenta es una oportunidad para mostrar su fuerza y su estabilidad”.
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