Fuente: Info Libre
- Erdogan busca establecer en Turquía un sistema presidencial que le convierta en jefe de Estado y de Gobierno del país
- El principal cambio que plantea la reforma constitucional es la supresión de la figura de primer ministro
55 millones de turcos están llamados a las urnas para votar un referéndum constitucional que conllevaría, de ganar el ‘sí’, una profunda reforma del sistema.
Un total de 55 millones de turcos han comenzado ya a votar en el referéndum por el que el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, está a solo un paso de lograr su ansiado deseo: establecer en Turquía un sistema presidencial que acabe con el actual sistema parlamentario y que le convierta en jefe de Estado y de Gobierno del país euroasiático. Para ello, debe ganar el referéndum de este domingo, algo que, de cumplirse los sondeos, parece factible, tal y como informó Europa Press.
“Hagamos [este domingo] una reforma tal que Occidente y los terroristas se enfaden, pero los nobles hijos de esta nación la celebren juntos. En este preciso instante siento esa celebración en mi corazón”, ha afirmado este sábado Erdogan durante un acto político en Estambul recogido por el diario turco Hurriyet.
Para muchos, la consulta no hará sino poner blanco sobre negro una realidad ya existente en el país, en el que Erdogan se ha convertido en la figura en torno a la que gira todo pese a que, en virtud de la Constitución actual, no debería ser así. Además, el hecho de que el país se encuentre bajo estado de emergencia desde el golpe fallido de julio de 2016 confiere al mandatario más poderes de los habituales.
El referéndum supone la culminación de un proceso que Erdogan tenía en mente desde que llegó al poder en 2003 al frente del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y para el que dio el primer paso importante al presentarse y ganar las primeras elecciones presidenciales directas en el país, celebradas en agosto de 2014.
Desde entonces, el cambio al sistema presidencial en Turquía ha sido la meta a alcanzar y de hecho fue uno de los temas clave de las elecciones parlamentarias de junio de 2015. Sin embargo, el AKP no logró la mayoría suficiente para poder enmendar la Constitución, lo que finalmente forzó la celebración de nuevas elecciones en noviembre de ese mismo año.
En dichos comicios, el AKP volvió a quedarse sin alcanzar la cifra mágica de los 367 escaños necesarios para cambiar la Constitución, al lograr solo 317 representantes, y tampoco alcanzó los 330 escaños necesarios para poder someter a referéndum las enmiendas constitucionales.
Como consecuencia de ello, el partido gobernante se ha visto forzado a sumar apoyos, que han llegado del derechista Partido del Movimiento Nacionalista (MHP). El líder de este partido, Devlet Bahceli, se había mostrado contrario a dar al presidente más poderes pero, a raíz del golpe de Estado fallido del 15 de julio de 2016, su postura varió, defendiendo la celebración de un referéndum en el que los turcos pudieran avalar el sistema presidencial de facto imperante en el país.
Finalmente, y tras un accidentado debate, la reforma constitucional –compuesta por 18 artículos que revisan o revocan 76 artículos de la Carta Magna– fue aprobada por el Parlamento con 339 votos a favor, allanando el camino para la celebración del referéndum.
¿En qué consiste la reforma?
El principal cambio que plantea la reforma constitucional es la supresión de la figura de primer ministro para la instauración de un sistema presidencial en el que el presidente es a la vez jefe de Estado y de Gobierno. Además, Erdogan tendrá la posibilidad de gobernar hasta 2029, dado que la nueva Constitución no se aplicaría hasta los próximos comicios en 2019 y tendría opción a dos mandatos.
Entre las nuevas competencias que tendrá el nuevo presidente figurará la designación y destitución de altos cargos sin necesidad del visto bueno parlamentario, además de la potestad de emitir decretos con fuerza de ley sobre distintas cuestiones sociales, económicas e incluso políticas.
Además, y rompiendo con la tradición constitucional hasta la fecha, el presidente podrá ser miembro e incluso líder de un partido político. Para poder convertirse en jefe de Estado en agosto de 2014, Erdogan renunció a ser miembro del AKP, si bien nunca ha dejado de ser el punto de referencia del partido y una figura onmipresente.
Pero el apartado que más preocupa a los grupos de defensa de los derechos humanos es el relativo al creciente poder que el presidente tendrá sobre el sistema judicial, algo que ya habían venido denunciando en los últimos años y que se agudizó a raíz de la intentona golpista, con la purga de numerosos magistrados.
De salir adelante la reforma, Erdogan podrá designar a más integrantes del Alto Consejo de Jueces y Fiscales (HSYK, por sus siglas en turco), el órgano que regula la profesión judicial en el país y asigna los puestos, y del Tribunal Constitucional, encargado de interpretar la Carta Magna y juzgar los delitos cometidos por altos cargos.
¿Qué consecuencias tendrá el referéndum?
El principal argumento esgrimido por Erdogan y el AKP en los últimos años a favor del sistema presidencial ha sido que Turquía necesita estabilidad, entre otras cosas porque tiene un conflicto abierto en el sur con los separatistas kurdos, y la dicotomía entre presidente y primer ministro impedía la buena gobernanza.
Sin embargo, con el sistema que se quiere establecer cabe la posibilidad de que en un futuro el país pueda encontrarse gobernado por un presidente de un determinado partido y un Parlamento encabezado por otra formación política, con las dificultades que ello podría acarrear.
Lo cierto es que no parece evidente que la vida de los turcos vaya a cambiar radicalmente el día después de la consulta, aunque una cómoda victoria podría animar a Erdogan a seguir por una senda que desde fuera del país se ha visto como dictatorial, si bien los sondeos auguran un resultado ajustado.
A nivel nacional, cabe esperar que siga adelante con la campaña contra los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), con los que se rompió el acuerdo de alto el fuego en el verano de 2015, provocando un recrudecimiento del conflicto.
Erdogan también embarcó a Turquía en agosto de 2016 en una doble cruzada en el norte de Siria: contra el grupo terrorista Estado Islámico y contra las fuerzas kurdas sirias, que se estaban haciendo fuertes en la zona y amenazan con crear un territorio autogobernado en esta parte del país. En esto, los analistas tampoco esperan cambios.
Relación con la UE
Quizá donde puedan producirse más cambios, a tenor de las declaraciones que ha hecho Erdogan, es en la relación con la Unión Europea. Turquía es país candidato desde 2004, si bien solicitó la entrada en el club europeo en 1987, pero las negociaciones de adhesión han avanzado a ritmo lento y con frecuentes encontronazos.
Tras el acuerdo migratorio firmado en marzo de 2016 para frenar la llegada masiva de refugiados e inmigrantes a Grecia desde Turquía, la relación con la UE vivió una temporada de calma, que se tensó a raíz del golpe de Estado y ha terminado culminando en un duro cruce de declaraciones durante la campaña electoral para el referéndum.
Para Erdogan, el voto de los cientos de miles de turcos que viven en países europeos, especialmente Alemania, Países Bajos y Austria, es clave para su victoria, de ahí el que desde el AKP se haya buscado hacer campaña en estos países. La negativa a permitir a ministros turcos a participar en mítines provocó una airada reacción por parte de Erdogan, que denunció que los líderes europeos, especialmente los alemanes, recurrían a “prácticas nazis”.
Así las cosas, el presidente turco ha advertido de que tras el referéndum Turquía revisará su relación con la UE, a la que ha acusado de demorar la entrada del país en el bloque. Sin embargo, el ‘think-tank’ Consejo Europeo sobre Relaciones Exteriores (ECFR) considera “improbable” que se produzca una suspensión de las conversaciones de adhesión por ahora, aunque fuera lo que recomendó el mes pasado el Parlamento Europeo.
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