Por: Juan Manuel Karg
La Cumbre del G20 que comienza este viernes en Buenos Aires tiene lugar en un momento de fuertes convulsiones en el plano internacional. El Brexit, Trump, Bolsonaro y el auge de la ultraderecha europea -Salvini en Italia, Orban en Hungría, Le Pen en Francia, AfD en Alemania- dan cuenta que la globalización neoliberal, de la cual el G20 forma parte con Macron y Merkel a la cabeza, está seriamente cuestionada.
“El mundo futuro será el de los grandes bloques” caracterizábamos politólogos, sociólogos y economistas hace apenas algunos años; erramos, sin dudas, ante un escenario que precisamente parece ir en otro carril: el del repliegue atemorizado al interior de las fronteras y el “neoliberalismo zombie”, al decir del vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, expresiones ante las cuales se debe proponer alternativas de gobierno nacional-populares, progresistas y de la izquierda.
La cumbre, inédita para nuestro país, se realiza en medio de la guerra comercial entre EE.UU. y China: Trump y Xi Jinping pujan por moldear las características del comercio mundial durante las próximas décadas, con un hegemón en declive que resiste a su caída, y con una potencia emergente que cada vez tiene más influencia en la región y el mundo. Por ello las expectativas de la reunión en Buenos Aires son acotadas, limitadas: un documento final genérico en nombre de la multilateralidad, en caso de lograrse, y la importancia de las reuniones bilaterales.
Habrá, claro, movilizaciones contra la presencia del Jefe de Estado de la -todavía- primera potencia mundial: Trump es el séptimo presidente estadounidense en arribar a la Argentina -país históricamente contestatario a este tipo de visitas- y el primer republicano en hacerlo tras la contundente derrota de George W. Bush en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata 2005.
Aquel “No al ALCA” fue posibilitador de diversas experiencias integracionistas: Unasur y CELAC, entre otras. ¿Podrá aparecer una nueva oleada contestataria al orden globalizador neoliberal pero desde las expresiones nacional-populares, progresistas y de la izquierda continental? La esperanza es lo último que se pierde: Andrés Manuel López Obrador asume en México -país integrante del G20- el sábado, con el desafío de volver a gobernar de cara a las mayorías. Toda una novedad para la región en un contexto mundial corrido a la derecha, con un neoliberalismo global que, de tan zombie, se ha derrumbado hacia la ultraderecha xenófoba y racista, encorsetada en las fronteras nacionales.
¿Aportará algo concreto la Cumbre de Buenos Aires, más allá del pretendido documento final, a la gobernanza mundial? Parece difícil. Habrá que prestar especial atención a las reuniones bilaterales: toda una definición, el encuentro mano a mano, en el marco de un foro que se autoconcibe amplio y de deliberación común (o al menos de puesta en escena conjunta). Hay allí una novedad en el marco del “neoliberalismo zombie” del que habla Linera: la pretendida multilateralidad parece estar tan agonizante como la globalización que la arropó.
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