Fuente: Insurgente.org
En una entrevista concedida al medio estadounidense Washington Post, Volodimir Zelenski se retrata como un xenófobo y un ultraderechista, en sintonía con las políticas que desde el golpe de estado del 2014 el Estado ucraniano ha tenido hacia toda la población de izquierdas, rusoparlante en general y del Donbass en particular. El presidente ucraniano ha llamado a prohibir la entrada y a expulsar a la población civil rusa de occidente, así como a repatriar forzosamente a los ucranianos que han huido de la guerra.
El diario titula la entrevista con la frase «Zelenski pide a occidente que expulse a la población rusa», en un ejercicio más de blanqueamiento y promoción de la extrema derecha ucraniana, punta de lanza del imperialismo occidental (especialmente de los EEUU) contra Rusia.
El presidente ucraniano se muestra preocupado por los avances de las tropas aliadas (ejército ruso y milicias del Donbass) en el frente, así como por los posibles referendums que los territorios ahora controlados por Rusia y las Repúblicas del Donbass pueden celebrar en los próximos meses, para votar sobre su independencia y su posible entrada a formar parte de la Federación Rusa. Para contrarrestar tal cosa, Zelenski pide un endurecimiento de las sanciones que bajo su punto de vista son débiles e insuficientes. Estas son algunas de sus palabras:
«Occidente tiene que introducir nuevas sanciones y cerrar las fronteras para todos los rusos. No hay que separar a los que apoyan la guerra de los que están en contra de ella. Los que se han ido del país hay que obligarles a volver al país. Que lo entiendan. ¿Acaso toda la población no puede ser responsable? Sí que puede. La población ha elegido a ese gobierno y no lucha contra él, no le discute nada. Los rusos tienen que vivir en su propio mundo hasta cambiar su filosofía. Necesitamos una prohibición de entrada para todos los ciudadanos de la Federación Rusa al menos por un año.»
Cuando Zelenski ganó las elecciones en 2019, lo hizo con un programa que de alguna manera cuestionaba la línea ultranacionalista del anterior gobierno salido del golpe del Maidan; así, llamaba a respetar a la población rusa e incluso a implementar los Acuerdos de Minsk. Hoy, tras haber sucumbido a todas las presiones y haberse alineado con los sectores más reaccionarios del nacionalismo ucraniano, se ha convertido en un peón que la OTAN y el imperialismo occidental usa para combatir a Rusia.
En las últimas semanas se han amplificado los ataques y bombardeos contra la población civil del Donbass, y el ejército ucraniano está utilizando municiones incendiarias y lanzamientos de minas antipersona que están prohibidas a nivel internacional. Solo en la capital de Donetsk decenas de personas han sido asesinadas en los últimos días, varias de ellas a causa de estas minas.
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