El fin de semana anterior, la seguridad digital de un proveedor de “blogs” denominado “Gawker”, fue comprometida de una forma tal que, alrededor de 1.3 millones de direcciones de correo electrónico y contraseñas de acceso de usuarios registrados se filtraron. Casi al mismo tiempo la empresa dedicada a la comida chatarra, McDonalds, admitió que una falla en sus sistemas de seguridad, permitió que se revelara, en forma no apropiada, la información digital de gente que voluntariamente se suscribió a su sitio web y participó en sus promociones.
Por su parte, en estos últimos días, la corporación AT&T sufrió la vergüenza de tener que confirmar que aproximadamente 114 mil cuentas de usuarios, que almacenaba, habían sido comprometidas; dentro de estas se incluía la información de numerosos compradores del iPpad de tercera generación de la empresa Apple, generándole así el peor desastre de inseguridad en la organización de la manzana de colores. Adicionalmente, este lunes pasado la universidad estadounidense de Wisconsin continuó advirtiendo a su población de más de 60 mil ex-estudiantes y empleados, que su base de datos con información sensitiva había sido objeto de una filtración indeseada.
Estos son algunos ejemplos recientes de la inseguridad que predomina con los datos de instituciones que recopilan información privada de sus clientes y usuarios y luego son incapaces de resguardarla adecuadamente. El problema lleva años y prestigiosas empresas proveedoras de tarjetas de dinero plástico y connotados bancos, han pasado por la misma situación sin responder a las víctimas por los daños y perjuicios que su falta les pudiera ocasionar. Ahora con el “affair” del Cablegate, Wikileaks ha expuesto ante el mundo entero que el mismo gobierno estadounidense no puede garantizar la seguridad de su información diplomática secreta.
La problemática no es exclusiva de los gringos, se repite por igual en otras latitudes. En la era de la sociedad de la información digital, cualquiera solicita y otras veces exige, se le entreguen datos confidenciales de miles de ciudadanos, para posteriormente fallar en preservar su contenido de exposiciones indebidas .
En otras ocasiones las corporaciones se pasan los datos que poseen y hasta los negocian a espaldas de quienes los suministraron. Lo peor del asunto es que los usuarios quedan en riesgo real y ninguna compensación reciben por los daños que pudiesen sufrir. A menudo están atrapados, las leyes los obligan a proveer datos confidenciales sobre su vida, pero las mismas nada hacen para garantizarle la seguridad de los mismos. Lo más que pueden aspirar es a que les notifiquen con antelación, de que su seguridad ahora está riesgo.
¿Quién puede garantizar que las imágenes de la gente común, que es obligada a pasar por los escáneres de cuerpo entero que hoy están en los aeropuertos de los EUA, no llegarán a la Internet? ¿Protegerá el estado a los ciudadanos de daños que se les ocasiones al ver su desnudez expuesta ante el mundo entero y que nada puedan hacer para revertir la divulgación? ¿Y qué hay de las conversaciones privadas que se hacen hoy en día a través de los teléfonos inteligentes? ¿son estas realmente privadas?
“ Los recientes cambios en como los usuarios emplean sus dispositivos móviles y otras tecnologías, requieren un cambio fundamental en la estrategia de seguridad. La vieja forma de pensar ya no funciona más. ”
declara en su obra “ Backjacking. Amenazas a la seguridad de los dispositivos BlackBerry®, PDAs y otros telefónos celulares en las empresas” el especialista en telecomunicaciones Daniel Hoffman ¿Están los ciudadanos conscientes de esta situación?
El gobierno estadounidense desde hace años espía las comunicaciones telefónicas y la de la Internet, bajo la pauta de que al hacerlo protege la seguridad de sus ciudadanos, de que combate el terrorismo. El mismo esquema de gobierno que quedó expuesto como mentiroso con “Los papeles del Pentágono”, durante la guerra de Vietnam. El mismo modo de control social que no pudo justificar la violación de sus propias leyes cuando la controversia “Irán-Contras”. El mismo tipo de dominación que aseguró que “habían armas de destrucciones masivas en Iraq”, invadió a esa nación, la sumió en el caos y después reconoció la falsedad de esa aseveración.
El problema se hace tan evidente que en este mismo mes, una comisión designada por el Departamento de Comercio del gobierno federal de los EUA, acaba de publicar un reporte sobre lo indefenso que se encuentra un consumidor frente a la recopilación de sus datos y el seguimiento de sus transacciones y operaciones en la red; la comisión propone un marco de apoyo para regular la conducta de las empresas comerciales. En el documento, de nombre “Protegiendo la Privacidad de los Consumidores en una Era de Rápidos Cambios”, se señala que:
“ Aunque muchas de las compañías manejan la información del consumidor responsablemente, algunas parecen tratarla de una manera irresponsable o incluso imprudente. Y si bien los recientes anuncios de innovaciones en materia de privacidad, por una serie de empresas, son alentadores, muchas otras -tanto las que operan en línea como fuera de línea- no abordan adecuadamente los intereses de privacidad de los consumidores. La industria debe mejorar. Para todos los negocios, la privacidad debe ser una consideración básica -similar a hacer el seguimiento de los costes y de los ingresos, o a la planificación estratégica. ”
Esa declaración confirma lo que desde hace tiempo ya se expresa, que existe una tendencia a los abusos corporativos sobre el derecho a la privacidad de los ciudadanos. Más aún, el gobierno señala al sector privado pero desdeña que él mismo está inmerso en el problema. Y mientras la industria acepta resguardar adecuadamente la información de los consumidores y se diseña tecnología para beneficiar al ciudadano común por encima de las empresas ¿se puede ceder de buena gana parte de nuestra vida privada? Y ¿cómo nos defendemos si es el mismo gobierno quien nos espía? ¿tenemos opción de negarnos a dar nuestras huellas dactilares en un aeropuerto o en una aduana?
Al parecer no hay autoridades interesadas en responder a esto. Por lo tanto creemos que, en plena era de la información, el ciudadano común está quedando más desprotegido y vulnerable que el de hace siglos atrás . Más indefenso ante el poder, y ello nos alarma cuando recordamos que el romano Titus Maccius Plauto ya nos previno con esta frase: “ El que no piensa en sus derechos más que cuando se lo recuerdan no es digno de estimación ”.
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