Este cambio, sin embargo, no modificó la correlación de fuerzas establecida por las políticas neoliberales de los últimos lustros que han debilitado y reducido las organizaciones sindicales.
Los trabajadores precarios e informales, en la coyuntura actual, son en gran parte espectadores de las maniobras de los sectores más “progresistas” de las burguesías regionales que están recuperando los espacios perdidos durante los años oscuros de dictaduras y regímenes neoliberales. La pregunta de fondo es si ¿los efectos del llamado “giro hacia la izquierda” están transfiriendo poder hacia los sectores populares (creando empleos decentes y erradicando la pobreza, entre otras cosas) o, más bien, están contribuyendo a la emergencia de un nuevo mercado latinoamericano?
América latina siguió en 2011 el patrón de cambios inaugurado a principios de la década pasada con la aparición de gobiernos que cuestionan la ortodoxia neoliberal, pero que no rompen con sus políticas. Estos cambios han sido más notorios en los países del continente suramericano. México, Centro América y Colombia, en cambio, conservaron sus estructuras dependientes de EEUU.
Desde el punto de vista económico, la región tuvo un crecimiento del producto interno bruto (PIB) que permitió que las burguesías de algunos países continuaran aumentando sus inversiones y, al mismo tiempo, reduciendo su déficit comercial. Sin embargo, la expansión no introdujo políticas para reducir la pobreza real, la desigualdad ni el empleo informal (precario). Además, los países suramericanos se han convertido nuevamente en exportadores agro-mineros dependientes. En la actualidad, sus economías dependen de sus exportaciones de petróleo y cobre, por un lado, y/o de granos agrícolas, por el otro.
Un cambio que sorprende a muchos observadores es la prolongada declinación norteamericana como socio comercial dominante y su reemplazo por la República Popular China. El país oriental se ha vuelto en menos de una década en el principal destino de las exportaciones de la mayoría de los países latinoamericanos. Las excepciones son México y los países centroamericanos, así como Colombia.
En estos últimos países la presencia militar norteamericana sigue aumentando producto de una política regresiva de los sectores más conservadores. México y Colombia, en alianza con EEUU, mantienen una estrategia militar que niega toda posibilidad de encontrar una solución a la guerra de clases en ambos países. Los sectores más conservadores bautizaron estas luchas con el nombre de “guerra contra las drogas”. En Centroamérica, donde EEUU aún conserva mucha influencia política, la militarización se agudiza. En Panamá donde no existe legalmente un Ejército, hay miles de hombres sirviendo en la milicia y en 2011 se hicieron compras multimillonarias en armamentos sofisticados.
EEUU no ha abandonado su política golpista cuya víctima más reciente fue Honduras en 2009. En 2011 amenazó a Cuba y sigue creando situaciones para socavar la estabilidad de Venezuela. En el caso de Nicaragua creó una crisis fronteriza con su vecino, Costa Rica. El caso más problemático es México donde EEUU interviene en forma creciente en sus estamentos militares y alimenta a los “carteles de drogas” con armas y mercancías ilícitas.
En el Caribe la situación de Puerto Rico se deteriora cada vez más resultado de su relación colonial con EEUU. Las protestas se han generalizado como consecuencia de la reducción de ingresos de los trabajadores (reformas fiscales) y el cierre de servicios públicos de primera necesidad (salud y educación). Haití, mientras tanto, no sale del infierno en que se encuentra con motivo de las reformas neoliberales impuestas por EEUU. En 2011 sufrió una crisis alimenticia al descubrir que los cambios le impedían producir arroz, rubro básico de su población.
Cuba dio un salto audaz para salir del acoso de medio siglo de su vecino norteamericano. Como estrategia para dinamizar la producción y distribución de bienes y servicios aprobó políticas para reducir el sector público y aumentar la economía por cuenta propia. La medida pretende generar un mercado interno de pequeños productores que complemente el mercado externo. Los cambios, sin embargo, no han reducido la agresividad del gobierno norteamericano. Incluso, los cinco cubanos detenidos en EEUU siguen tratados en el marco de un régimen casi extra-judicial.
Mientras que en el resto del mundo –con excepción de China– las economías tambalean producto de la crisis global de producción capitalista, América latina lograba sostenerse e, incluso, recuperarse con relación a 2009 y 2010. En parte, esto se debió al vínculo comercial con China y la estrategia expansionista hacia nuevos mercados. La presencia económica de Brasil se siente en toda la región. Chile se agita en el Cono Sur y Perú. Colombia expande sus tentáculos hacia Centro América. En esta competencia por el mercado regional tanto México como Argentina han quedado rezagados.
El aparente auge económico, sin embargo, no favoreció a los sectores populares. En el marco de las políticas neoliberales, aún prevalecientes, la pobreza se trató de disimular con medidas focales consistentes en la distribución de bienes, servicios y efectivo entre las familias en situaciones más precarias. En Brasil se anunció la disminución de la pobreza oficial en un 20 por ciento como consecuencia de la ejecución de programas focalizados. El país que tuvo mayor éxito en este rubro fue Venezuela con una disminución de la pobreza extrema en un 50 por ciento.
Los programas focales, sin embargo, no frenaron los movimientos y conflictos sociales que se extienden de un extremo al otro de la región. Estos se concentran en las áreas donde el capital incursiona con mayor fuerza. Por un lado, la expansión minera, agropecuaria e inmobiliaria genera choques violentos –muchas veces sangrientos- con las comunidades. Por el otro, educadores, estudiantes y trabajadores de la salud se encuentran en un estado de movilización permanente, producto de las políticas de desregulación y privatización.
El llamado “giro a la izquierda” también sentó las bases para la creación de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) con el aparente liderazgo de Brasil y Venezuela. Sin embargo, se aseguró la presencia de los gobiernos conservadores de Chile, México y Colombia. CELAC tiene un objetivo político claro y, a la vez, una estrategia económica que privilegia el reordenamiento del mercado regional. CELAC, el Mercosur y UNASUR – por sus implicaciones políticas y económicas – son mal vistas por Washington y el segmento más atrasado, pero importante, de las clases empresariales del hemisferio. No es casual que la prensa norteamericana, así como los medios más poderosos de la región, están a la espera de una definición de la correlación de fuerzas al interior de la CELAC para pronunciarse.
Marco A. Gandásegui, hijo, es docente de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) Justo Arosemena. http://marcoagandasegui11.blogspot.com
Fuente: http://alainet.org/active/51735
Documentos Relacionados: La crisis mundial se profundiza – Gandásegui, h. Marco A. [http://alainet.org/active/51574]
Comentario