James Petras
Traducido por Silvia Arana para Rebelión
Introducción
Los líderes de los dos partidos políticos más importantes, el Congreso, la Casa Blanca, los editorialistas y los periodistas de los principales periódicos al igual que los economistas sostienen que el Seguro Social y el Seguro Médico (Medicare) deben ser ‘reformados’ para reducir el déficit fiscal ‘insostenible’ y evitar la bancarrota de estos programas sociales. Un aspecto importante de la campaña propagandística de la élite es la perversa manipulación del
significado de estos dos programas. Los llaman “programas a los que la gente se cree con derecho a tenerlos” implicando una suerte de asistencialismo gubernamental o privilegio individual. En realidad, la seguridad social es una forma de seguro social pagado mediante deducciones salariales durante toda la vida laboral del contribuyente, la que dura, por lo general, aproximadamente medio siglo.
La retórica de que “la gente se cree con derecho a tenerlos” dice que las contribuciones de toda una vida laboral son insuficientes y que se requieren ‘reformas’ regresivas para ‘salvar el sistema’ -a expensas de los beneficiarios. El llamado “gran convenio” propuesto por el presidente Obama y las “reformas fiscales” propuestas por los republicanos del Congreso tienen como objetivo robarle a los contribuyentes de la clase trabajadora sus ahorros en aportes de pensión mediante varios cambios regresivos específicos.
El “gran convenio” como robo legalizado
Por décadas solamente una pequeña fracción de las contribuciones del Seguro Social se usa para pagar a los contribuyentes, la mayor parte es transferida al tesoro general para pagar los gastos -principalmente cientos de miles de millones de dólares de fondos del Seguro Social financian las guerras, los pagos de bonos, los subsidios a la agro-industria, los rescates a los banqueros especuladores de Wall Street y otros intereses económicos de las élites. Durante décadas el Tesoro robó varios billones de dólares, intercambiándolos por pagarés (que nunca fueron pagados) para proveerle la gentileza de un “seguro social” a la élite en el poder del estado policial hegemonizado por el complejo militar-industrial y de Wall Street. Si los pagos acumulados al Seguro Social hubieran sido remitidos a una cuenta especial en lugar de usarse para cubrir el déficit del gasto militar y las guerras internacionales, las finanzas del Seguro Social estarían en excelentes condiciones hasta, al menos, fines del siglo XXI. La Administración del Seguro Social (SSA, según sus siglas en inglés) podría hacer ajustes de pagos acorde con los índices reales de inflación (que son prácticamente el doble de las cifras manipuladas por el gobierno). SSA podría comenzar a pagar el total de las pensiones a la edad de 62 años para la mayoría y a una edad menor para aquellas personas que trabajan en ocupaciones peligrosas.
Incluso tomando en cuenta el anterior robo del Tesoro, la reserva del Seguro Social podría ser totalmente repuesta si se eliminara el límite o tope de los ingresos por encima de $110.000 y si el impuesto del Seguro Social se hiciera de manera progresiva. Como es bien sabido, los multimillonarios y millonarios autónomos pagan un promedio de $11.450 por año al fondo del Seguro Social. Si se levantara el tope, aquellos que ganaran mil millones pagarían un mínimo de $100 millones anuales, los millonarios pagarían $100.000 anuales. Si se instituyera una tarifa moderadamente progresiva, los pagos se duplicarían, y terminaría el peligro para el Seguro Social.
Hoy no hay una “crisis de creerse con el derecho”. Hay una crisis en los sistemas de pagos regresivos y de impuestos que financian los programas de Seguro Social. El problema no es el “envejecimiento de la población” sino la evasión impositiva llevada a cabo por las élites. El problema es el uso de los fondos del Seguro Social para financiar a la élite que le roba a Peter (Seguro Social) para pagarle a Paul (guerras imperiales).
El hurto a los contribuyentes -transformados en beneficiarios del Seguro Social- se repite diariamente y de todas las formas posibles.
La construcción de un “índice” para medir la tasa de inflación y los ajustes anuales presenta fallos enormes y va en detrimento de los beneficiarios. El índice del costo de vida excluye la alta tasa de inflación en elementos clave como gasolina, costos médicos, comida y otros elementos esenciales en el presupuesto de los pensionados y reduce por la mitad el poder adquisitivo real. En otras palabras, durante el transcurso de una década, entre el 9 y el 11% del poder adquisitivo real de las personas que reciben el Seguro Social ha sido esquilmado mediante una deliberada manipulación estatal del índice -por un monto de cientos de dólares.
En cambio, los pagos al Medicare realizados por los contribuyentes al Seguro Social se han incrementado debido al alza real de la tasa de inflación en costos médicos. Mientras que la tasa real de inflación se aplica para incrementar los costos de los contribuyentes del SS y la tasa disminuida se aplica para bajar los pagos a los beneficiarios del SS. ¡Un robo anual de billones de dólares!
Mientras que existe un consenso bipartidista para mantener el tope regresivo en pagos al Seguro Social correspondientes a los ricos y la manipulación de los ajustes del costo de vida, los líderes
republicanos y muchos demócratas quieren privatizar el Seguro Social: entregándole billones de dólares pagados por los contribuyentes del Seguro Social a Wall Street, mediante inversiones en acciones, títulos, fondos especulativos, bonos basura, etc. Esto les
proporcionará a los administradores de fondos privados miles de millones en comisiones (del 3 al 5%) a expensas de los beneficiarios del Seguro Social… y ni qué decir de los riesgos de fraude y las pérdidas que se han vuelto endémicas en Wall Street y que podrían privar a los jubilados de sus pensiones en el caso de un colapso de los mercados bursátiles.
La mayoría de los demócratas saben que más del 90% de los
contribuyentes del Seguro Social se oponen a que este sea entregado a Wall Street, por ello proponen “salvar” al Seguro Social reduciendo los pagos a millones de personas y negándoselo a cientos de miles por año.
“Trabajar hasta morir”: Aumentar la edad para recibir beneficios
Un comité bipartidista designado por el presidente Obama propone aumentar la edad en la que los beneficiarios del SS pueden comenzar a cobrar las pensiones completas: de 65 a 67 años. Según las
estadísticas del gobierno de EE.UU., 330.096 personas mayores (158.038 hombres y 172.061 mujeres) mueren entre la edad de 65 y 67 años. Al aumentar la edad para recibir el SS, el gobierno le negaría por completo (le robaría) a cientos de miles de beneficiarios del SS el pago de este beneficio después de que las personas hicieran
contribuciones durante casi medio siglo. En otras palabras, Obama y el Congreso de los republicanos “salvarán el sistema del SS” ¡negándose a pagarle una pensión a personas que hicieron contribuciones toda su vida laboral! Al aumentar la edad para recibir beneficios del SS, la élite política está, de hecho, sentenciando que más de la mitad de los trabajadores de EE.UU., que mueren antes de los 67 años ,van a “trabajar hasta que se mueran”.
Clase, raza, región y Seguro Social
La mayoría de los países, entre los que no se incluyen EE.UU., toman en cuenta la tasa de muerte diferencial de las ocupaciones peligrosas y otras consideraciones similares para hacer ajustes en la edad de la jubilación.
No en la “Patria de los bravos”, donde los ahorros de los pensionados del Seguro Social tienen otros usos y otros beneficiarios. Mientras que muchos países europeos, especialmente Inglaterra (desde 1837) tiene una larga historia de estudios sobre las ocupaciones a nivel nacional relacionados con trabajos de alto riesgo para la salud, en EE.UU. hay pocos estudios y están relacionados a grupos por edad. Indudablemente que la falta de interés de los cientistas sociales está conectado con el hecho de que el gobierno y las instituciones no están dispuestos a financiar investigaciones basadas en clase social que resalten la gran brecha entre las tasas de mortalidad de los patrones y las de los trabajadores; entre mujeres pobres de áreas rurales y mujeres urbanas profesionales; entre minorías afroamericanas, hispanas y blancos.
Las tasas de mortalidad más altas corresponden a los trabajadores industriales, especialmente negros; obreros de la construcción (especialmente hispanos); trabajadores agrícolas que manipulan pesticidas; trabajadores de las industrias extractivas (mineros, hacheros, pescadores, etc.). Millones de estos trabajadores, la inmensa mayoría, trabajan hasta el día que mueren. Pagan toda su vida laboral al fondo del Seguro Social, y debido a la alta edad mínima para retirarse, jamás reciben un dólar de su pensión. En cambio, los ejecutivos y los empleados jerárquicos reciben, por lo general, sus pensiones del SS hasta los ochenta y pico de años. Con la declinación de beneficios médicos para los trabajadores en la ofensiva capitalista actual y con los recortes en el sector público, los trabajadores tienen menos acceso a la atención médica. Los trabajadores sin seguro médico o con una atención médica inadecuada corren mayor riesgo de muerte. Esto es especialmente evidente en el drástico descenso de la expectativa de vida para las mujeres blancas de bajos ingresos que viven en zonas rurales -un grupo que carece de atención médica adecuada y que probablemente “trabajará hasta el día de su muerte” -pagando la contribución al SS pero que nunca recibirá un cheque del SS.
A partir de los 60 años, los trabajadores son más propensos a enfermedades y lesiones y a morir antes de poder recibir su primer cheque del SS. El aumento de la edad mínima para recibir los beneficios del SS implica: 1) la exclusión desproporcionada de trabajadores que han realizado los trabajos más duros, sucios y peligrosos y 2) el beneficio desproporcionado de la clase ejecutiva adinerada que paga la menor cantidad en proporción a sus ingresos y que recibe los cheques del SS más abultados durante un periodo más extenso. Un aumento de la edad mínima para la jubilación exacerbará las enormes desigualdades sociales ya existentes… hasta en la muerte.
Un llamado a la acción: Reformas del Seguro Social centradas en los trabajadores
La “reforma” del Seguro Social es una necesidad pero proponemos cambios clasistas en la dirección exactamente opuesta de lo propuesto por la coalición bipartidista.
Para incrementar la longevidad y la recuperación del fondo del Seguro Social hacia fines del siglo XXI, se debe eliminar el límite a los más altos ingresos y se debe implementar una tasa progresiva.
En segundo lugar, las contribuciones del SS no deben ser depositadas en el tesoro general para que dejen de financiar la máquina de guerra y los subsidios estatales a los capitalistas. Se debe establecer un fondo especial del SS que garantice el pago a los contribuyentes. Debemos demandar que el Tesoro efectúe los pagos de los pagarés al Seguro Social: los pagos deben ser depositados en un fondo especial del SS para financiar a los beneficiarios.
En tercer lugar, con los flujos adicionales de ingresos, los beneficios completos del SS deben comenzar a los 60 años para las ocupaciones peligrosas, y a los 62 años para el resto. Los índices del costo de vida deben estar basados en la canasta familiar tomando en cuenta los aumentos en gastos médicos y otros gastos especiales para las personas mayores.
En cuarto lugar, los gastos médicos pueden ser reducidos en, al menos, un 50% con un sistema de salud universal ( Single Payer ), el que debería ser financiado con impuestos a las ganancias, a las
transacciones financieras (un impuesto para la compra de acciones y bonos) y con una reducción del 75% del presupuesto militar.
La reforma y expansión de la cobertura del Seguro Social es una cuestión de vida o muerte, literalmente, tanto para los actuales como para los futuros contribuyentes. Es la “madre de todas las luchas de clase” en todo el sentido de la expresión. La resolución determinará si la clase capitalista continúa robando al Seguro Social y a sus contribuyentes de la clase trabajadora; si los trabajadores siguen “trabajando hasta morir”, y si se puede legislar un programa de SS que provea a los trabajadores tiempo para el descanso, la recreación, jugar con sus nietos, pescar, nadar, llevar de paseo a sus perros en un día luminoso y despejado.
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