Por: Wolfgang Streeck
Por primera vez desde el Acta Única en 1986, fuerzas políticas conservadoras y nacionalistas poderosas no proponen abandonar Europa, sino someterla a su proyecto. Este desafío se añade al del brexit y agrava las tensiones en el seno de un conjunto dominado por una Alemania sin proyecto.
¿Qué es la Unión Europea? El concepto más cercano que viene a la cabeza es el de imperio liberal, o mejor aún, neoliberal: un bloque estructurado jerárquicamente y compuesto por Estados nominalmente soberanos cuya estabilidad se conserva gracias a una distribución del poder de un centro hacia una periferia.
En el centro se encuentra una Alemania que intenta, con mayor o menor éxito, ocultarse dentro del núcleo duro de Europa (Kerneuropa) que forma con Francia. No quiere que se le considere como aquello que los británicos denominaban una “unificadora del continente”, a pesar de que, en realidad, es el caso. El hecho de que se esconda detrás de Francia constituye para esta última una fuente de poder.
Como los demás países imperiales, comenzando por Estados Unidos, Alemania se percibe –y quiere que los demás la perciban– como una potencia hegemónica benévola, que difunde entre sus vecinos una sensatez universal y virtudes morales (…)
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