Por Sergio Martín-Carril
Durante el año 2018 el Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia ha acelerado su crecimiento y cerrará con un aumento estimado del 4,7%. Esto supone un incremento respecto a los resultados obtenidos en los años anteriores, cuando el crecimiento del PIB alcanzó el 4,3% y el 4,2% para 2016 y 2017, respectivamente. La previsión de alcanzar este nivel de crecimiento hizo que el Gobierno boliviano activara el pago del doble aguinaldo para los trabajadores asalariados, política que refuerza la demanda interna y, por tanto, retroalimenta el nivel de actividad económica de cara al cierre del año 2018 e inicios del 2019. Estos resultados se obtienen a pesar del contexto regional desfavorable, en el que la actividad económica no termina de despegar, tal y como muestran las proyecciones de crecimiento económico realizados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que sitúan el crecimiento del PIB suramericano en el 1,6% y el de América Latina y el Caribe en el 1,8% para este año, 2018.
En cuanto al comportamiento del nivel de precios, la inflación acumulada a noviembre es del 1,16% en función de los datos hechos públicos por el Banco Central de Bolivia (BCB), cifra muy por debajo a la inicialmente prevista por el propio BCB, que la situaba en el 4,5% al inicio del ejercicio, y que revisaba a la baja a mediados de año para situarla en el 3,5%.
Los datos de empleo también han experimentado una evolución favorable marcando, a mediados de año, el mínimo histórico en la tasa de desempleo, que pasó del 4,54% al 4,2% según los datos hechos públicos por el Ministerio de Planificación del Desarrollo.
La aceleración de la actividad económica -junto con la estabilidad de precios y la evolución favorable del desempleo en un contexto regional adverso- ha sido posible gracias a las políticas contracíclicas que se han venido aplicando en los últimos años por parte de las autoridades económicas. La inversión pública, unida a la política social redistributiva de las ganancias, la recuperación parcial del precio de los hidrocarburos y el excelente comportamiento agrícola en el año 2018, son las partidas que de mejor forma han contribuido a los resultados. En este sentido, las grandes reservas internacionales que se habían alcanzado en los años anteriores han contribuido a mantener la estabilidad monetaria y a que Bolivia disponga de recursos en un contexto externo hace tiempo desfavorable.
¿Se mantendrá el nivel de la actividad económica en 2019? ¿Qué ocurrirá con la inflación? ¿Seguirá Bolivia liderando el crecimiento económico suramericano? A continuación se presentan las proyecciones del comportamiento de algunas de las principales macromagnitudes económicas que permiten responder a estas y otras preguntas.
Perspectivas para la economía boliviana en 2019
Para finales de 2019 se celebrarán en Bolivia elecciones presidenciales, por lo que la economía suele ser uno de los principales ámbitos de disputa, donde el oficialismo tratará de sacar pecho por los resultados económicos de su gestión, mientras que la oposición intentará desdibujar el panorama económico. A continuación se presentan las proyecciones, tanto las realizadas por el Gobierno, como algunos datos desarrollados por organismos internacionales como la CEPAL y el FMI (Fondo Monetario Internacional).
A partir de los datos presentados por el Ministerio de Economía y Finanzas sobre el proyecto de Presupuesto General del Estado para año 2019 -que aún debe ser aprobado por la Asamblea Legislativa Plurinacional- el Gobierno estima que la economía boliviana crecerá de nuevo a una tasa del 4,7%, manteniéndose, por tanto, el mismo nivel alcanzado en el año 2018 y que confirma el regreso a niveles cercanos al 5%, lo que supone liderar el crecimiento económico de los países de la región. El PIB boliviano alcanzará los 44.921 millones de dólares en 2019.
Por su parte, organismos internacionales como el FMI proyectan una tasa de crecimiento sensiblemente inferior, situándola en el 4,2%. Sin embargo, sobre este punto hay que agregar que en la última década, en 9 de las 10 ocasiones, la proyección de crecimiento del PIB realizada por el FMI subestimó los resultados reales alcanzados (tabla 2). Por ejemplo, en el último año, la tasa de crecimiento proyectada por el FMI en abril de 2018 para este año fue del 4%, muy lejos de los niveles que finalmente alcanzará.
Posteriormente, el FMI revisó al alza sus proyecciones para la economía boliviana en 2018, subiendo hasta el 4,3%, y en diciembre volvió a elevarla hasta el 4,5%, lo que la acerca más a los valores estimados por el Gobierno y que van en la línea de lo mostrado por la economía boliviana en el primer semestre de 2018.
Por su parte, la CEPAL hizo públicas en octubre sus proyecciones sobre el crecimiento del PIB en la región. Para el caso de Bolivia, situó la tasa de crecimiento del PIB en 2019 en el 4,4%, cifra sensiblemente superior a la estimación realizada por el FMI pero inferior a la realizada por el Gobierno nacional. En este sentido, aunque las desviaciones entre las predicciones y los resultados reales no son tan acuciados como en el caso del FMI, también ha existido en el último ejercicio una importante desviación entre los resultados finalmente esperados (tasa de crecimiento del 4,7%) y las proyecciones realizadas por la CEPAL en octubre de 2017 (tasa de crecimiento del 4%). Como se puede ver en la tabla 3, aunque algún año la subestimación ha sido elevada, no se puede concluir que hay una subestimación sistemática de los resultados.
En cuanto a la tasa de inflación para el año 2019, que se proyecta del 4,04%, se confirma la estabilidad de los precios, ya que los impactos de las amplias subidas salariales y el pago del doble aguinaldo no se transforman en incrementos inflacionarios descontrolados como predica la ortodoxia económica. Esto permite mayor impacto en los incrementos salariales en términos reales y mejor desempeño de la política social implementada desde el Estado[1].
En términos de déficit fiscal, los datos presentados por el Ministerio de Economía y Finanzas de Bolivia proyectan una reducción del mismo en el año 2019, pasando desde el 8,32% del presente ejercicio, al 6,98%. Esta reducción va en la línea de sugerido por el FMI en su último informe, si bien la forma de reducirlo difiere entre la política planteada por el Ejecutivo boliviano y el organismo internacional.
Mientras que el FMI insiste en la reducción de los gastos corrientes -lo que en la práctica puede ser una reducción drástica de personas empleadas en la administración del Estado- el Gobierno boliviano apostará por la retracción de la inversión pública, principalmente en infraestructura. Esta reducción de la inversión pública supone un importante cambio en la política económica de la última década, ya que la misma ha sido uno de los principales motores de la actividad económica.
Por primera vez desde el año 2005 (con la excepción de una leve reducción de 0,62% entre 2015 y 2016) la inversión pública proyectada caerá desde los 7.285 millones de dólares hasta los 6.510 millones de dólares. No es un cambio menor pues, como ya hemos dicho, la inversión pública ha sido uno de los principales motores que han impulsado la actividad económica. Cabe apuntar, asimismo, que los niveles de ejecución presupuestaria se han venido reduciendo, lo que genera divergencias entre los niveles de inversión pública presupuestada y los efectivamente ejecutados. Así, una reducción del presupuesto puede incrementar los niveles de ejecución presupuestaria y que los niveles de un año y otro no sean tan divergentes.
Por otra parte, el FMI también considera que es necesario reducir los déficits de la cuenta corriente, con saldo negativo desde el año 2015. El principal rubro de exportación son los hidrocarburos, principalmente el gas natural y, en segundo lugar, el petróleo. En cuanto a este último, el presupuesto presentado ante la Asamblea Legislativa Plurinacional estima un precio del petróleo de 50,25 dólares. A priori se trata de una estimación conservadora, teniendo en cuenta que el precio promedio para 2018 ha rondado los 66 dólares, pero que en el último mes ha descendido drásticamente, rondando ahora los 50 dólares. Si el precio del petróleo es finalmente superior a la cifra estimada, se obtendrán ingresos adicionales mediante el IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos) y la renta petrolera, lo cuál permitirá cuadrar la balanza fiscal y ayudará igualmente a cuadrar la cuenta corriente vía exportaciones. Sin embargo, si el precio es menor provocará desajustes y podría agravar los problemas deficitarios.
A modo de cierre
Dadas las proyecciones presentadas, la economía boliviana seguirá liderando el crecimiento de la actividad económica en el año 2019, manteniendo una tasa de crecimiento similar a la de 2018. El pago del doble aguinaldo decretado para este año permitirá, además, impulsar la demanda interna en el cierre del ejercicio y sus efectos se verán reflejados también a comienzos de 2019. El Ejecutivo comenzará una política de reducción del déficit fiscal, achicando por primera vez en la última década los niveles presupuestados de inversión pública, reduciendo fuertemente la inversión en infraestructuras. El contexto externo regional seguirá siendo difícil, pero la economía boliviana seguirá mostrando un buen comportamiento, manteniendo la estabilidad cambiaria característica de la última década, bajos niveles de inflación y una política redistributiva eficiente que estimula la demanda interna.
[1] “Las claves del éxito de la política social en Bolivia” en https://www.celag.org/claves-exito-politica-social-bolivia/
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