Fuente: Terc3ra
Según los expertos, Qatar, que sufre el bloqueo de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, podría perder influencia en países en crisis, como Sudán y Libia, en favor de sus principales rivales, Riad y Abu Dhabi.
Turquía, uno de los únicos aliados de Qatar en la región, enfrenta el mismo riesgo al estar los aliados del eje Ankara-Doha bajo el ataque de saudíes y emiratíes.
Aliado de Sudán desde hace mucho tiempo, Qatar observa en silencio la crisis en Jartum, donde los militares expulsaron al presidente Omar al Bashir del poder el 11 de abril y participan ahora en tensas negociaciones con los líderes de la protesta popular, que exigen una rápida transición a un gobierno civil.
El ex presidente sudanés llegó al poder en 1989 por un golpe de estado apoyado por los partidos islamistas y ha podido contar durante mucho tiempo con la ayuda económica de Qatar, que, junto con Turquía, constituye el principal apoyo a los grupos islamistas en la región, en particular al movimiento de los Hermanos Musulmanes.
“Con el derrocamiento de Bashir, Doha ha perdido influencia en Sudán”, señaló Andreas Krieg, profesor en el King´s College de Londres. El nuevo hombre fuerte de Sudán, el general Abdel Fattah al Burhan, “posee vínculos más estrechos con Abu Dhabi que con Doha”.
Los rivales de Qatar, Arabia Saudí y EAU, han estado aproximándose en los últimos años a los dirigentes sudaneses. De este modo, Jartum ha enviado a cientos de soldados a participar en la agresión contra Yemen dentro del marco de la coalición saudí.
Abu Dhabi y Riad apoyan al Consejo Militar en el poder en Sudán para “consolidar un control a largo plazo sobre ese país”, afirma Krieg.
Según la agencia oficial de SPA de Arabia Saudí, el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, recibió en Yeddah, al oeste del reino, al subjefe del Consejo Militar de Sudán, Mohammad Hamdan Daglo.
“Hay una lucha en Sudán por el poder y la influencia entre los militares que favorecen al eje Qatar-Turquía y los más inclinados a unirse al campo de Arabia Saudí y los EAU”, dijo Mathieu Guidère, profesor de la Universidad de París VIII y especialista del mundo árabe.
El problema, sin embargo, es que el Consejo Militar hace frente a las protestas populares y se encuentra en una posición delicada, señaló.
Preocupados por la situación de inestabilidad y las consecuencias para sus intereses, Riad y Abu Dhabi anunciaron una ayuda conjunta de 3.000 millones de dólares y han depositado cada uno de ellos 250 millones en el Banco Central de Sudán.
Las dos petromonarquías son alérgicas a las revueltas incontroladas que culminaron en Egipto en el ascenso de la Hermandad Musulmana, su “bestia negra”.
Para los líderes de la protesta popular en Sudán, sin embargo, ni el eje Riad-Abu Dhabi ni el eje Doha-Ankara deben desempeñar un papel en el futuro de su país.
“El cambio (político) ha sido traído por el pueblo sudanés y no tiene nada que ver con ningún otro país”, dijo uno de los líderes del movimiento bajo la condición de anonimato, acusando a los países del Golfo Pérsico de querer usar Sudán como un “campo de batalla”.
“Queremos una relación equilibrada con los países de la región”, insistió.
Y en Libia
Turquía y Qatar hacen frente también al intento de Arabia Saudí y los EAU de poner fin su influencia en Libia. Estos dos últimos países apoyan al mariscal Jalifa Haftar, cuyo Ejército de Liberación Nacional lucha contra las tropas del Gobierno de Unidad Nacional de Trípoli, reconocido internacionalmente.
Desde principios de abril, Haftar ha llevado a cabo una ofensiva contra la capital libia, Trípoli, pero sus fuerzas han quedado estancadas. Turquía ha enviado recientemente vehículos blindados y armas para apoyar a las fuerzas del GUN.
La lucha entre las fuerzas pro-GUN y pro-Haftar ha matado a al menos 510 personas, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El mariscal Haftar ha sido acusado por sus críticos de recibir apoyo militar de los EAU y Egipto. Él acusa, por su parte, a Turquía y Qatar de proporcionar armas a sus rivales.
“De seis a diez países se interfieren” en Libia, dijo el miércoles en Nueva York el enviado de la ONU, Ghassan Salamé. Este apoyo puede consistir en “la entrega de armas” y puede ir “hasta la intervención directa”, agregó.
Sudán y Libia “se han convertido en campos de batalla entre las potencias rivales del Golfo”, dijo Karim Bitar, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris). “La injerencia de Arabia Saudí y los Emiratos en Libia a favor de Haftar y su acercamiento al Consejo Militar Sudán pueden reducir la influencia de Qatar y Turquía”, dijo Guidère.
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