Por: Alberto Rodriguez García
Por mucho que a algunos les pudiese encantar, la máxima de Goebbels de que una mentira repetida cien veces se convierte en realidad, en la vida real y fuera de la propaganda rara vez sucede.
Desde diciembre de 2018, Donald Trumpp ha anunciado hasta 15 veces la derrota del Estado Islámico, pero la realidad es que el grupo terrorista sigue activo. Muy activo. De hecho, la mala gestión de los ‘últimos días del califato’, hace que todavía miles de prisioneros estén en campos de refugiados y no se puedan procesar debidamente. Lo único que se ha destruido son las estructuras que conformaban el califato en Siria e Irak. Acabar con su institucionalización del terror siempre es positivo, y ha sido un duro golpe para la organización, pero es insuficiente.
Los últimos acontecimientos han hecho recular al presidente norteamericano, cambiar su discurso y matizar sus palabras. Ahora considera que no es buena idea afirmar que se ha derrotado a ISIS. Recientemente explicó que al anunciar la victoria se refería únicamente a la expansión territorial del grupo terrorista, aunque sigue siendo parcialmente falso ya que en África y regiones de Asia ISIS tiene presencia estable.
El domingo 21 de abril las calles de Sri Lanka se llenaron de sangre durante la pascua. Una de las familias más ricas del país organizó y cometió un salvaje atentado contra iglesias y hoteles en el que acabaron con la vida de más de 300 personas. El país no vivía un atentado tan letal desde la masacre de 1990 en la que los Tigres de Liberación del Eelam Tamil asesinaron a más de 600 policías.
El multi-atentado del Domingo de Resurrección lo reivindicóó poco después el Estado Islámico y su filial Jama’at at-Tawhid al-Wataniyah, surgida en 2016. Simultáneamente a los atentados de Sri Lanka, en Arabia Saudí, intentaban atacar una sede de la inteligencia, aunque fracasaron.
Estos no han sido los únicos atentados del Estado Islámico desde la destrucción del ‘califato’. Solo en las dos primeras semanas de abril reivindicaron más de 100 operaciones.
Lejos de actuar entre las sombras todavía se permiten exaltar su salvajismo con videos de ‘razias’ en hogares de iraquíes a los que ejecutan en mitad del desierto, reivindican orgullosos sus atentados y continúan con degollamientos escenificados como el de un soldado de la Alianza Africana que combate a Boko Haram enNigeriael pasado 25 de abril. Es precisamente en África donde el Estado Islámico está creciendo. El 19 de abril anunciaron su primer atentado en la República Democrática del Congo coincidiendo con el anuncio de su nueva región o ‘wilayah’ en África Central.
Además de la matanza de Sri Lanka y el intento de atentado en Arabia Saudí, esta semana ISIS ha anunciado atentados contra al-Qaeda en al-Humeida (Yemen), contra fuerzas kurdas pro-EE.UU. del norte de Siria y contra el Ejército Sirio, asesinando a 35 soldados en una serie de ataques durante 48 horas en el desierto. De hecho, el ataque contra soldados del ejército sirio entre Palmira y Deir Ezzor es la mayor operación militar del grupo terrorista desde su derrota en Baghouz el 23 de marzo.
Sin el califato, ISIS está debilitado pero no derrotado
El problema de menospreciar al Estado Islámico es que pueden volver. El grupo no era fuerte y letal por el califato. El califato solo era el resultado de su efectividad como grupo terrorista. Hay mucho humo propagandístico entorno al origen de la organización. Los hechos son que surgen en 2003 como insurgencia islamista en Irak ante la invasión estadounidense. Más tarde viajan a Siria, y viéndose fuertes, deciden emprender un camino por libre rompiendo con al-Qaeda y declarando el califato en 2014.
Es decir, lo que vemos es que ISIS entre 2003 y 2014, sin ser una organización tan grande como la que llegó a ser, sin controlar territorio estable y siendo una simple insurgencia, llegó a convertirse en el grupo terrorista más fuerte y mejor establecido del momento. Ahora, simplemente ha vuelto a sus orígenes. Aunque debilitado, no podemos decir que esté derrotado. Cabe recordar que en 2010 había quienes daban al grupo en Irak por muerto.
Su Ministerio de Medios no se ha podido destruir. Es una estructura global cuya actividad se basa en lanzar propaganda, subir la moral de los radicales, provocar el terror, desestabilizar al enemigo y captar nuevos combatientes. Aunque mucho menos efectivo, sigue funcionando. No hay día que no saquen comunicados, difundan videos y anuncien operaciones. Cada día. Constantemente.
Ha pasado un mes del fin del califato, pero la sensación es de que no ha cambiado nada. Por ejemplo en Siria la conexión con tribus locales se mantiene, e incluso en campos de refugiados las mujeres hacen lo que quieren. Hay miles de niños, que pueden ser futuros terroristas si no se los trata psicológicamente a tiempo… y no se los está tratando. Siguen teniendo poder y capacidad de persuasión.
Un grupo terrorista global
En Irak es una insurgencia terrorista establecida principalmente en Diyala y Anbar según sus últimas operaciones. En febrero realizaron su primer atentado en Mosul tras perder la que fue su capital, asesinando a 2 personas e hiriendo a 24. Parece que el grupo se está reagrupando en el país.
En Siria realizan operaciones de guerrilla en el desierto de Homs contra el ejército sirio y esporádicamente activan células durmientes para realizar ataques suicidas en el norte.
Bandera del Estado Islámico en un edificio en Raqqa, Siria, 18 de octubre de 2017. / Erik De Castro / Reuters
Boko Haram (ISWAP) en Nigeria es la filial de ISIS más activa en la que todavía se considera la Provincia de África Occidental del Estado Islámico. Es el grupo terrorista dominante, y ha operado sin problema contra bases militares y poblados. Principalmente están en la región del Lago Chad. En julio de 2018 la estimación de combatientes era de 3.500. El número es suficiente para mantener a Boko Haram como la organización terrorista más letal del mundo.
En Egipto se han asentado como insurgencia en la península del Sinaí. En febrero asesinaron a tres policías en una zona turística del Cairo con un suicida. Ocasionalmente el ejército egipcio se ve forzado a lanzar campañas para eliminar células terroristas. A principios de abril asesinaron a varios civiles y policías en otro atentado en una localidad en el Sinaí. El terrorista rondaba los 15 años, por lo que vemos que el adoctrinamiento de niños por parte del grupo le da sus frutos.
La sección afgana de ISIS está muy debilitada. Aunque hay probada actividad en toda la región de Khorasan, los Talibán y al-Qaeda son la fuerza hegemónica, y no dejan establecerse al grupo de Baghdadi que años atrás era aliado. Los miembros de ISIS en Khorasan limitan su presencia a la región de Nangarhar, aunque este mes han asesinado a un oficial de la guardia presidencial en Kabul.
En regiones con menos importancia para la agrupación como Congo terminan de llegar y en Libia están debilitados gracias a las operaciones de Khalifa Haftar, aunque siguen organizando asaltos sorpresa a hogares de soldados para asesinarlos del mismo modo que hacen en Irak.
En Filipinas todavía se sienten los resultados de la violenta batalla por Marawi, aunque la operatividad del grupo se ha visto fuertemente afectada. Se esconden en aldeas cerca de Mindano y en la jungla, intentando integrarse en grupos separatistas islamistas. Así han logrado que algunos grupos se afilien al Estado Islámico. Para 2016 unos 30 grupos del Sudeste Asiático mostraron su lealtad al califato.
En Europa la policía y los servicios de inteligencia se dedican a monitorear y suprimir la amenaza de potenciales radicales dispuestos a actuar o en proceso de adoctrinamiento. Los retornados y el perfil bajo de algunos sujetos, sin embargo, complican la labor.
El peligro del Estado Islámico es que no sobrevivían gracias al califato, sino a la ideología. ISIS es la evolución de ideas y grupos que ya existían antes, y mientras no se gane la batalla intelectual, su terror seguirá siendo parte de nuestro mundo.
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