En 1936 el entonces cónsul general de Chile en Madrid, Pablo Neruda, cambiaba para siempre la cifra hermética y vanguardista de Las Residencias por la poesía como pan caliente del pueblo y para el pueblo de “España en el corazón” [1]. Lo hacia en un Madrid azotado por las llamas de los bombardeos fascistas sobre la capital y cerraba su “Himno a las glorias del pueblo español” con una invocación de futuro, una semilla de resistencia que tal vez este germinando hoy: