Si yo dejase hablar a mis sentimientos únicamente, estas palabras serían una larga, interminable, frase de gratitud. Pero mi emoción es ciega. Bien sé que la realidad simbólica de este acto es más real que la fugaz realidad de mi persona. Soy apenas un episodio en la historia de nuestra literatura, la transitoria y fortuita encarnación de un momento de la lengua española.