Aquí millones padecen hambre. No estamos hablando de Haití, ni de países africanos, ni asiáticos, ni de las favelas sudamericanas, sino del extraordinario hecho de que en el país más rico del mundo, con el sector agrario más productivo, millones sufren de lo que se llama “inseguridad alimenticia”, o lo que en cristiano se traduce como no saber de dónde provendrá la próxima comida.