Al parecer, Julian Assange existe. Dicho de otro modo: es realmente una persona que vive —con redundancia y todo— en la realidad. Eso no puede afirmarse con igual confianza de Osama ben Laden (como se habría escrito y se diría cuando el idioma inglés no tenía aún la fuerza avasalladora que hoy tiene como lingua franca imperial, y, entre otras cosas, no había impuesto bin como trasliteración preferente de la voz que en árabe significa hijo de y en español no es norma forzosa escribir con inicial mayúscula).