“Pueblo mío, ¿verdad que en primavera suena mi nombre en tus oídos y tú me reconoces como si fuera un río que pasa por tu puerta?” (Pablo Neruda) A mis hermanas y hermanos, los del empeño cotidiano y los invisibles de todos los sitios que jamás conoceré y a los cuales estoy atado por convicciones que los enemigos del pueblo nunca entenderán. A todos quienes padecen la maldición del capital y su dentadura insaciable y como un relámpago en medio de la noche presentan lucha con la cabeza, el corazón, las manos.