Además, dado que la propia Comisión Europea prevé un déficit público para el conjunto de la zona euro del 1,9% para este año, es ridículo argumentar que no hay margen para desarrollar las políticas fiscales anti-cíclicas que la UE necesita. Sobre todo en un contexto como el actual en el que el BCE desarrolla una política de compra de deuda pública que ha reducido sustancialmente los tipos de interés a largo plazo y, con ello, el coste de la financiación.

En definitiva, la elección que hay que hacer ahora no se refiere a la estabilidad o no de las finanzas públicas, sino a dar prioridad a la reducción del déficit público, o la reducción del déficit de empleo, social y estructural que sufre España.